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NFL Salvaje: la traición de Ravens y la humildad de Chiefs

Todos, sin excepción, estamos expuestos a cambios, a mutaciones de lo que teníamos planificado, a variaciones que, las personas con las que interactuamos, nos someten día a día. Aquello de dibujar el guion de lo que haremos y como lo haremos, cada día es más complejo por estos condicionantes que nos influyen. Cualquier adaptación que toda persona pueda hacer frente cambios externos que se someten a su interacción conlleva algo que no podemos ni debemos despreciar: la humildad. Todos tenemos un cierto ego que nos lleva de forma subjetiva a considerar que lo nuestro es inmutable frente a exigencias de otros, pretendiendo que nosotros somos el eje y es el tercero el que debe adaptarse, más en un mundo competitivo como el Football profesional donde esos egos se vuelven pétreos e inalterables. Hasta aquí esto es entendible, pero tener la voluntad de reconocerse incapaz de conseguir algo sin amoldarse a las condiciones impuestas, implica no tanto una rendición de las capacidades del propio sujeto, sino una muestra de inteligencia en esa humildad que sacrifica ese mérito propio e individual con el propósito de conseguir un fin u objetivo superior en valor. El Ravens–Chiefs que vimos este domingo son los dos polos de la adaptabilidad. Por un lado hablábamos de Ravens en el anterior capítulo de NFL Salvaje del complejo de Eróstrato y Lamar Jackson. El cambio de una primera parte en la que la obsesión por el mantenimiento del pocket le llevó a facilitar la presión a Houston, cambió radicalmente en la segunda parte cuando su desempeño se acomodó a donde él conserva su inalterable y superior talento, su amenaza por tierra en sus diversas formas, a través de zone reads, RPOs y sus scrambles así como jugadas diseñadas para él.

En esas, contra HOUSTON, la carrera de Baltimore fue intentada 42 veces para 229 yardas. La media fue de 5,5 yardas por intento lo que nos deja un dato poco común y que tampoco es exigible en unos Play Offs de la NFL. Nadie puede exigir esa media, ni con Barry Sanders en la plantilla. Tampoco debería ser exigible un ratio de 42 intentos de carrera, pero esto se aproxima más a la realidad que las 5,5 yardas por carretaje de media. Durante la temporada regular, la carrera ha sido protagonista en Baltimore siendo el equipo que más yardas consiguió por partido, hasta llegar a 156,5/partido. El segundo fue Bears con 141,1, tercero San Francisco con 140,5, Cuarto Arizona con 139,1 y en Quinto lugar Detroit con 135,9 yardas por partido. Ravens corrió para 2.661 yardas en 541 carreras para lograr una media de 4,9 yardas por intento, una auténtica barbaridad para un ataque basado en esta fuerza. Si atendemos a su ataque por aire, fue el equipo 21º en yardas por partido, algo bastante irregular con 213 yardas por encuentro y que lo sitúa en ese último grupo de equipos que peor ejecutan ese tipo de ataque, llevando a cabo una media de 28 intentos de pase por partido. La traición que Baltimore cometió contra sí mismo, contra su fuerza, fue evidente. Los Ravens intentaron 34 pases, 6 por encima de la media que les llevó a ser del último tercio de la liga en ese aspecto, en una faceta que no es ni de lejos la que ellos dominan. Por el contrario, si en temporada regular consiguieron una media 31 carretajes por encuentro, contra Chiefs lo intentan 16 veces, la mitad de la media de la temporada. En el partido más importante, Baltimore abandonó aquello donde reside lo que mejor desempeña, aquello con lo que saca ventaja a los demás, el uso de un Quarterback de doble amenaza, la carrera de sus running backs que solo corren para 6 carreras, 3 de Edwards y 3 de Justice Hill. Que Kansas haya condicionado el plan de Ravens está fuera de dudas y puede ser hasta comprensible, pero que Baltimore no haya encontrado otro plan para hacer frente a esto, deja a Monken expuesto, sin respuestas cuando las cosas se tuercen y el otro equipo no deja correr a Lamar. MacDonald sin embargo supo ajustar, y los 17 puntos que permitió en la primera parte se convirtieron en 0 en una segunda mitad gigante de esa defensa en la que debe seguir creyendo para todo lo que venga en temporadas venideras.

Baltimore Ravens' Lamar Jackson plays during the AFC Championship NFL football game, Sunday, Jan. 28, 2024, in Baltimore. (AP Photo/Matt Slocum)

Por el lado contrario está Kansas, un equipo que responde a lo que es Mahomes, un quarterback que no deja de buscar la solución a los problemas en el campo, uno tras otro. Patrick es maleable, se adapta como el líquido al sólido, discurre por donde hay pasillos, pasa a donde hay espacios y lo hace todo sin vergüenza alguna en admitir su impotencia ante las dificultades a las que le somete el rival y encontrar solución en sus armas, armas de estos metamórficos Chiefs, como la carrera, la defensa y dejando el pase en números nada llamativos pero lo suficientemente eficientes para ganar el partido y que acompañe un ataque extraordinariamente polifacético. Mahomes lo controla todo, no deja nada sin escanear en el campo, sabe quién cubre a quién y donde están las debilidades del contrario. Y fueron capaces de ganar sin vergüenza de bajar al barro, desvergüenza que conlleva carros de humildad por Patrick, sobre todo en adaptarse al medio, intentar la carrera 32 veces, aun no habiendo tenido un gran resultado para 89 yardas y una media de 2,8, e intentando el pase en 30 ocasiones, menos que los intentos de carrera y menos que Ravens curiosamente. Al final y como tantas otras veces he dicho en esta columna, gana quien mejor se adapta al cambio, a la oposición rival, no siempre lo hace el más fuerte, sino el equipo más Darwiniano, y el mejor en eso y con más talento -me perdonen los Steelers- es sin duda alguna, Kansas, con Mahomes al frente, con Reid a los mandos y con Spagnuolo cerrando las puertas y atacando las debilidades rivales, porque como dije, la voluntad de reconocerse incapaz de conseguir algo sin amoldarse a las condiciones impuestas, implica no tanto una rendición de las capacidades del propio sujeto, sino una muestra de inteligencia en esa humildad que sacrifica ese mérito propio e individual con el propósito de conseguir un fin u objetivo superior en valor, y ahí Chiefs y Mahomes, ganaron a Ravens y Lamar.

El sueño de Detroit en un mundo de Marvel

San Francisco 49ers wide receiver Brandon Aiyuk (11) makes a catch over Detroit Lions cornerback Kindle Vildor (29) during the NFC Championship NFL football game in Santa Clara, Calif., Sunday, Jan. 28, 2024. (AP Photo/Scot Tucker)

El sueño de Detroit acabó, tarde, pero acabó sin el final deseado por la ciudad del motor. No hay Super Bowl para Lions; lo que puso sobre la mesa no llegó para ganar en Santa Clara; en el universo Marvel hacen falta más poderes que los presentados por los Honolulu blues. Un partido donde Detroit impuso sus condiciones desde un inicio y durante toda la primera parte. No hubo más que un equipo. Lions sabía qué tenía que hacer a cada momento y contra cualquier oposición planteada por Wilks que no supo poner obstáculos, ni a la carrera ni al pase en la zona media. Desde un principio, la defensa de Niners fue retada por Gibbs, Montgomery y Laporta que corrían y recibían sin pudor en el Levi`s Stadium. No hubo ajuste alguno en esa parte. La segunda parte fue otra cosa radicalmente distinta. El sol pareció salir para los 49ers, retrasaron e intercambiaron a los Lbs en una mejor lectura, ajustaron así la defensa contra la carrera y esa fue la primera piedra que había que poner para ganar y remontar el partido. Si Lions había cerrado la primera parte con un FG para poner 3 anotaciones de por medio, San Francisco comenzó su primer drive del tercer cuarto casi determinante a obtener el TD, pero Detroit frenó el empuje de los niners para que volviera la diferencia de dos anotaciones por medio de un field goal, que esta vez sí, Jake Moody anotó. Detroit llegó a una posición parecida pero más lejos, yarda 28 de San Francisco, ahí tocaba un 4º down para decidir volver a ponerse con 3 anotaciones mediante un tiro de campo o bien intentar lo que Detroit y su entrenador llevan desafiando todo el año, 'go for it'. El 'go for', por muy bien que a uno le haya salido, no deja de ser un riesgo y para riesgos, Campbell sabía que su equipo, dominando el partido y situación hasta ese momento, no tenía que correr. Pero valoró la situación, el periodo del partido, todo. Y lo hizo porque sabe más que cualquiera de nosotros sobre fútbol americano, resultando equivocada o no a la postre. ¿Qué fue lo que Dan Campbell valoró? Veamos:

1.- La balanza por la seguridad; en una mano los 3 FGs fallados el año pasado por el kicker en campos al aire libre en distancias de más de 40 yardas (la que convirtió este año fue en dome) y en la otra mano la muñeca de Goff y fiabilidad de receptores.

2.- La sinergia que generaron en partidos decisivos con los 4ºs downs jugados por Campbell como en la Wild Card contra Rams y en el Divisional contra Bucs, así como el juego de pase de Detroit con un porcentaje de completos superior al 74% en postemporada con un nada desdeñable 67,3% de completos durante la temporada regular.

3.- El mensaje al equipo. Dan sabía que lleva toda la temporada transmitiendo al equipo un modo de juego, arriesgado y en el alambre en muchas ocasiones -no era esta el caso-. Cambiar el mensaje en medio de la final de conferencia podría conllevar una pérdida de confianza de los suyos.

4.- El momento. Estaban a 7 minutos del tercer cuarto, con partido por delante y habría siempre posibilidad de rectificar la no consecución de 3 puntos. No era algo insalvable, sin embargo la posibilidad de avanzar, comer tiempo al reloj e incluso poder llegar a TD como ya hicieron 3 veces en la primera mitad, podría finalizar el partido.

Lo que sucedió seguidamente fue una serie de catastróficas desdichas en el lugar equivocado, en un mundo donde debes hacer frente, no solo a errores o desdichas, sino también a un equipo plagado de estrellas, el universo de Marvel era el segundo obstáculo. Ese cuarto down fue el designado para el 'go for', balón para Goff, step up y pase a Reynolds que tantas otras veces fue clave, como ante Rams, para atrapar balones más complicados incluso. Un drop arruinó ese down. Pero nada que Campbell no pudiera haber amortizado sabiendo el tiempo que queda y que estaban dentro de la yarda 30 rival. Nada insuperable. Pero como dijimos, el lugar era el equivocado para machadas; en un minuto y cuarenta y un segundos Niners consiguen su Touch down, no sin antes un overthrow de Purdy para rebotar en la cabeza de Vildor y quedar asequible al salto de Aiyuk. Esto pasa en determinados universos, el de 49ers y algunos más. Esto sí que no lo valoró Cambpell como tampoco un fumble atribuible, además de una gran actuación defensiva, a un error en la colocación y/o coordinación de QB y RB, que alinean mal -uno va por un lado y obliga al QB a una mayor rotación corporal- y provoca que esa jugada nazca viciada desde un inicio, y ahí en Red Zone con McCaffrey y compañía solo podía darse un segundo touchdown. La desgracia estaba consumada. Lo demás, defectuosos placajes de Lions y de nuevo otro drop clave de Reynolds que tenía el balón en su regazo, regalan otra posesión más tras otro 4º down, este sí para mí errático, que acaba por terminar virtualmente el partido. San Francisco es un gigante, que va a protagonizar un Super Bowl también inmenso, contra Kansas, donde hablaremos largo y tendido en la siguiente columna de NFL Salvaje, porque hay que hablar mucho de cómo cada equipo lo afronta. Lo que todos hemos visto es que se enfrentan dos franquicias tan diferentes como enormes en calidad, repercusión, entrenadores, jugadores clave, etc…Las Vegas espera el último tiro de la temporada.

Y mientras esperamos, Detroit llora la derrota del pase fallido a este Super Bowl colosal. Pero el camino, el proceso, todo este recorrido de tres semanas de regalo tras la temporada regular han sido maravillosas para el aficionado a Lions. Ya nadie puede negar la legitimidad del equipo, el mérito de entrenadores y GM. Todo ha cambiado en Detroit, las cosas se han hecho bien desde un inicio, y probablemente eso y alguna cosa más, hayan motivado a Ben Johnson a decir que se queda, porque lo hace para algo más, seguro. Algo ha cambiado en la ciudad del motor, donde antes los jugadores y entrenadores huían en busca de nuevos horizontes, ahora el horizonte es Detroit; nuevos vientos recorren Allen Park, y yo que me alegro. The brand new Lions.