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Una oda a Scott Norwood, una redención de más de medio siglo y otras lecciones de la Ronda Divisional

No hay mal que 100 años dure, pensarán los Detroit Lions, aunque los Buffalo Bills empiezan a no estar tan convencidos y la condena se les empieza a hacer un poco larga. Dos de las franquicias que más han sufrido en la historia de la NFL se encuentran ahora en caras distintas de la moneda. A los que siempre parece salirles las cosas de cara son a los Kansas City Chiefs, que afrontan su sexta final de conferencia en los seis años que Patrick Mahomes ha sido su QB titular, un lugar habitual también para unos 49ers que jugarán su cuarta en cinco años. Para los Ravens de Lamar Jackson será la primera vez y también la primera vez para la ciudad de Baltimore desde 1,971, cuando el equipo local eran los Colts. Una mezcla de equipos, de situaciones y de historias preciosas de cara a las finales de conferencia que nos garantiza una Super Bowl de campanillas sea cual fuere la combinación de equipo que consiga llegar y que por el camino nos ha dejado todo lo que se podía esperar y más de una Ronda Divisional que no ha defraudado en absoluto.

Un clásico moderno que siempre acaba con el mismo corazón roto

Kansas City Chiefs quarterback Patrick Mahomes (15) and Buffalo Bills quarterback Josh Allen (17) embrace after an NFL divisional round playoff football game, Sunday, Jan. 21, 2024 in Orchard Park, NY. (AP Photo/Matt Durisko)

Decía que los seis años que Mahomes ha sido titular en Kansas City han tenido a los Chiefs en la Final de la Conferencia Americana… y en tres de los seis, se han topado por el camino con Buffalo y los ha enviado a casa en todas y cada una de esas citas. Si la anterior pasó a la historia como uno de los mejores partidos de Playoffs que hayamos visto, ésta no le anduvo a la zaga y mantuvo ese ritmo durante al menos tres cuartos del partido. Después de cinco posesiones en las que Chiefs y Bills se combinaron para cinco Touchdowns consecutivos, llegó la tensión y llegaron los errores. La secuencia fue: turnover on downs tras un fake punt infame y más que previsible, fumble de Hardman en la Endzone que terminó en touchback y 'Tres y Fuera' para los Bills… hasta sumar cinco posesiones sin ningún punto que culminaron, por supuesto, en una patada fallada por parte de Tyler Bass que trajo de vuelta hasta Orchard Park al fantasma de Scott Norwood y revivió un sufrimiento que ahora comparten varias generaciones de aficionados de Bills que ven cómo su corazón se parte cuando están tocando la gloria con la punta de los dedos.

Es muy probable que Patrick Mahomes hubiera sido capaz de cumplir la tarea de poner a su equipo en field goal range o directamente de aunotar un TD con el tiempo que le quedaba, porque le hemos visto hacerlo en infinidad de situaciones y por el nivel al que estaba jugando, pero que el fallo de Bass nos privó de la oportunidad de comprobarlo o de irnos a la prórroga en la peor versión deportiva del coitus interruptus que podríamos esperar de otro duelo glorioso entre Bills y Chiefs.

Y es que el partido estuvo totalmente a la altura de las expectativas, los equipos y especialmente los Quarterbacks estuvieron a la altura de la ocasión. Mahomes y Allen jugaron como lo que son, dos superestrellas de la NFL, dos jugadores capaces de convertir el agua en vino cuando tienen el balón en sus manos. Patrick Mahomes vuelve a demostrar una vez más por qué es el mejor. El día que más exigido estaba fue el día que más jugadas explosivas produjo en toda la temporada. También Kelce se apuntó a la fiesta, abusando de emparejamientos con LBs que le eran muy favorables y subiendo varias marchas respecto a su nivel de los últimos meses. Los dos Touchdowns que Mahomes envió a Kelce les permiten colocarse como la pareja de QB y receptor con más TDs en la historia de los Playoffs con 16, por delante nada menos que de Brady-Gronk y Montana-Rice. Los Chiefs son un equipo que sabe estar a la altura de las circunstancias, muy coral en ataque y cuya OL respondió cuando había que hacerlo –primer partido de Ed Oliver sin una presión al QB desde 2021–, muy seguro en defensa, no permitiendo ni una sola jugada explosiva en todo el partido y sabiendo corregir sobre la marcha el agujero que la carrera de los Bills le estaba provocando.

Hay una tendencia del ataque de los Chiefs durante estos Playoffs que es muy relevante y vale la pena destacar: La utilización de personal 13 (formaciones con 3 TE y 1 RB). Los partidos contra Dolphins y Bills son las dos ocasiones en las que Kansas City más ha utilizado este personal desde el año 2016 y lo han usado principalmente para atacar las defensas en nickel (con un extra defensive back). Son formaciones pesadas, muy compactas, que te muestran carrera pero con las que Mahomes ha desarrollado un enorme acierto a la hora de ir al aire. El domingo contra Buffalo sumaron 95 yardas utilizando esta fórmula y pusieron en muchos problemas a la defensa de Bills para ofrecer soluciones. 

Al final, Buffalo tuvo más tiempo de posesión, sumó más primeros downs, logró más yardas totales, fue mejor en tercer down, ganó la batalla de los turnovers… pero perdió el partido. Los Chiefs lograron estar ese puntito por encima de Buffalo en un partido igualadísimo que se decidió por mínimos detalles.

Para Josh Allen han vuelto a ser unos Playoffs en los que ha demostrado porqué es uno de los mejores jugadores de esta liga: Ni un solo turnover, siete touchdowns en dos partidos y aun así no ha sido suficiente. Si tiene que ponerse la capa de superhéroe, lo hace sin dudarlo. Lo hace con touchdowns de carrera o un pase para Shakir en una posición corporal y mandándolo a un ventana que está al alcance quizá de uno o dos Quarterbacks más en toda la NFL. Lo hace con una bomba de más de 60 yardas con una precisión tal que golpea en las dos manos de Stephon Diggs y que éste es incapaz de embolsar. Y quizá le traiciona esa necesidad de poner el pie a fondo en el acelerador en ese último set de downs previo al fallo de Bass en el que en varias ocasiones pudo tomar la ruta underneath en vez de atacar la Endzone. Allen volvió a ser un jugador superlativo y, a la vez, volvió a no ser suficiente, pero es que poco más se le puede achacar a alguien que volvió a estar absolutamente a un nivel de superestrella.

Fue un duelo de poder a poder en el que tendríamos que decir que podría haber ganado cualquiera si no fuera porque, a la postre, siempre gana el mismo. Es un duelo clásico de nuestra generación, la primera vez que dos Quarterbacks se enfrentan tres veces en Playoffs antes de que alguno de ellos cumpla los 29 años y de momento la historia favorece a Mahomes en todas y cada una de esas citas. Pero antes de enterrar a Josh Allen, hacer un juicio precipitado o sentenciarlo como un perdedor hay que recordar que el QB de los Bills solo tiene 27 años y que en el duelo entre Tom Brady y Payton Manning al segundo se costó seis partidos ganar primera vez al primero y que Brady sumaba ya tres anillos cuando eso sucedió. Brady fue obviamente el triunfador en ese enfrentamiento directo entre ambos pero a Manning le llegó su pedacito de gloria siendo capaz de ganar dos anillos. Gloria que de momento le esquiva a Josh Allen como le ha sido a los Bills en toda su historia. ¿Será Allen el encargado de librarlos de esa maldición o será otra víctima de la misma? Eso solo el tiempo lo dirá. Por ahora suma otra piedra en un camino plagado de sinsabores y decepciones.

Los Lions dan permiso a Detroit para soñar

Detroit Lions quarterback Jared Goff leaves the field following an NFL football NFC divisional playoff game against the Tampa Bay Buccaneers, Sunday, Jan. 21, 2024, in Detroit. The Lions won 31-23. (AP Photo/Jose Juarez)

Detroit ha sido una ciudad muy golpeada por la desgraciada. La depresión de la industria del automóvil que fue durante años el motor de esa urbe y la crisis financiera la llegó a convertir casa en una ciudad fantasma en partes importantes de su extensión o al menos en las ruinas de lo que un día fue. Mientras trata de levantarse, un equipo deportivo que tiene un factor muy identitario y de orgullo de pertenencia, está a un paso de darles la mayor alegría deportiva que hayan tenido jamás en lo que a NFL se refiere. Mientras otros equipos deportivos de la ciudad lograron anillos, los Lions eran la vergüenza (llegaron incluso a firmar una temporada de 0-16) y tomaron el aspecto del eterno perdedor. Durante 32 años no fueron capaces de ganar un solo partido de Playoffs, racha que terminó la pasada semana con la victoria ante los Rams y no sabían lo que era ganar dos partidos consecutivos de Playoffs desde 1957. Desde aquel año y hasta 2022 los Detroit Lions acumulaban una sola victoria en postemporada y este año ya tienen dos… Y un miembro de aquella plantilla del 0-16, Dan Campbell, que ejercía de TE en aquellos infames Lions que no conocieron la victoria, es ahora el entrenador que puede llevarles a su primera presencia en una Super Bowl en toda su historia.

El ambiente el domingo en Ford Field era, lógicamente, de oportunidad única, de cita histórica. Varias generaciones llevaban toda la vida soñando con un momento así y su equipo no les falló. No podía hacerlo. Principalmente porque la identidad que Campbell ha construído, la cultura que ha fundado en este Lions es precisamente esa, la de ir a por todas y no arrugarse ante las oportunidades que se presenten. Construidos desde la nada, estos Lions se han ganado el derecho a jugar la Final de la Conferencia Nacional por méritos propios.

Ante unos Bucs que les pusieron las cosas muy difíciles, supieron responder. En los seis primeros drives ofensivos que afrontaron los Lions el balance fue de tres 'Tres y Fuera', solo dos veces consiguieron cruzar el medio campo y apenas pudieron colocar 10 puntos en el marcador. La presión llegaba a Goff, los cambios de funciones entre los defensores de Tampa confundió a la ofensiva de Detroit, con un Lavonte David inmenso que apartó sus funciones en cobertura para ir hacia adelante y poner más calor en el backfield y la fluidez brillaba por su ausencia. Entonces es cuando varias figuras emergieron para los Lions: Ben Johnson ajustando en el descanso, Jared Goff empujando el balón y siendo más vertical y Jahmyr Gibbs siendo ese factor equis que terminó por dinamitar el partido. El resultado en los siguientes tres drives fue el siguiente: Touchdown, Touchdown, Touchdown. Y el Ford Field cayéndose de pura felicidad.

También fue muy interesante lo que la defensa de Aaron Glenn propuso, mucho más blitz de los que nos tiene acostumbrados y haciéndolo con mucho acierto desde el slot. Melifonwu y especialmente Brian Branch asfaltaron a Baker Mayfield tomando autopistas sin peaje y llegando como cohetes sin que nadie les tocara. Cuando los Bucs mostraban determinada formación ofensiva, los Lions la reconocían y pulsaban el botón de ignición. Esa presión fue suficiente para tapar los problemas de Sutton con Evans o de los LBs en cobertura, al final hicieron lo suficiente para recuperar dos balones que a la postre fueron claves para la victoria.

Y eso que Baker Mayfield dio la talla. Los Bucs dieron la talla. Fueron un rival más que digno y presentaron una gran batalla ante un rival que era ciertamente superior a ellos. Cayeron logrando estar cerca, complicando mucho la vida a su rival. Seguramente Mayfield terminó de sellar su continuidad al menos un año más y el equipo alcanzó cotas que no muchos podían pensar esta temporada. La defensa sostuvo al equipo, Mayfield disparó todo lo que pudo y Rachaad White elevó un juego de carrera al que le ha costado mucho funcionar toda la temporada. Creo que pueden estar muy satisfechos con el resultado de su temporada. 

San Francisco esquivó una bala

San Francisco 49ers linebacker Dre Greenlaw (57) celebrates with teammates after intercepting a pass during the second half an NFL football NFC divisional playoff game against the Green Bay Packers, Saturday, Jan. 20, 2024, in Santa Clara, Calif. (AP Photo/Godofredo A. Vásquez)

Viendo solo el resultado, cualquiera pensaría que la vida sigue igual para los 49ers, sexta victoria consecutiva en la Ronda Divisional de los Playoffs y otra vez sometiendo a unos Green Bay Packers para los que se han convertido en la bestia negra. Pero el partido dijo mucho más que eso. Por ejemplo, que los 49ers ganaron posiblemente habiendo sido peores que su rival y que le deben mucho a una defensa que se dobló pero no se rompió, aguantó en la Red Zone y recuperó, a través de sendas intercepciones de Dre Greenlaw, dos balones que a la postre fueron claves para llegar a la tercera final de conferencia en cuatro años.

Obviamente el partido tuvo un protagonista del que todo el mundo habla, todo el mundo opina y, como suele ser habitual, se generan trincheras: Brock Purdy. Seamos honestos, no fue un buen partido del Quarterback de los 49ers y, al mismo tiempo, protagonizó el drive decisivo, en el que hizo lo suficiente para poner a su equipo por delante. Ambas afirmaciones son complementarias. Durante la inmensa mayoría del duelo ante los Packers, Purdy se mostró impreciso, desacompasado, inquieto, mandando un buen puñado de pases que acabaron lejos de donde deberían haber ido dirigidos. Incluso su mejor lanzamiento del día, Jauan Jennings –que jugó un magnífico partido– tuvo realizar un escorzo y llegar alto para bajar ese balón (en, insisto, un buen pase, bien localizado entre varios defensores). El tercer down clave que convierte Aiyuk, también ese sacando un balón de los pies en una acción en la que la colaboración y el talento de su receptor fue decisiva. Al final, Brock Purdy hizo lo suficiente en el drive final para sacar a los 49ers de un atolladero en el que él mismo había colaborado en meter a su equipo.

Quien sí fue capaz de marcar las diferencias fue Christian McCaffrey, sus 128 yardas desde scrimmage y, sobre todo, dos TDs absolutamente claves fueron el principal argumento en un ataque donde Deebo salió lesionado muy pronto, Aiyuk estuvo extra vigilado, pero Jenning y Kittle aprovecharon las dobles coberturas y los huecos en la zona en una nueva demostración de que en el ataque de los 49ers te puede matar cualquiera. De hecho, George Kittle no apareció mucho, pero cuando lo hizo fue un puñal. Dos momentos en los que los Packers decidieron defender al TE en individual, dos recepciones decisivas, una para Touchdown y otra para una ganancia de 32 yardas que precedió a la segunda anotación de CMC. Te da por pensar cómo se le ocurrió a Joe Barry dejar a Kittle en uno contra uno por el interior, es una situación en la que te va a matar sí o sí.

De la defensa de los 49ers también hay mucho que alabar, a pesar de que no consiguieran un solo sack contra Love. Warner y Greenlaw rindieron a un grandísimo nivel y eliminaron el centro del campo para el QB rival, además de las dos intercepciones; Lenoir y Ward hicieron bien su trabajo y solo Ambry Thomas se convirtió en un verdadero lunar, que en dos penalizaciones bastante obscenas, él solo le costó 10 puntos a su equipo. Pero al final esa defensa resistió cuando debía hacerlo y provocó errores cuando más falta hacía.

San Francisco sobrevivió a un partido en el que no fue superior a su rival, sobrevivió a un partido en el que jugó mal y eso también es síntoma de campeón. Me viene a la cabeza la derrota de la semana pasada de los Cowboys ante este mismo rival o la de los imparables Ravens de 2019 cayendo en un día horrible ante los Titans en la Ronda Divisional (nada que ver con los de este año). Ser capaz de ganar a uno de los mejores ocho equipos de la NFL jugando un mal partido no está al alcance de muchos, más bien de casi nadie y quien puede hacerlo, quien esquiva esa bala, suele aprovechar la siguiente oportunidad ajustando y jugando mucho mejor.

Una última reflexión sobre los 49ers, si Brock Purdy no tuvo el mejor de sus partidos, también hay que nombrar a un Kyle Shanahan al que nadie le niega su maestría planificando esquemas ofensivos, pero que suele flaquear manejando partidos. Sus decisiones en la gestión del reloj no fueron ideales. Antes del descanso, los 49ers tenían el balón en campo ofensivo y un minuto y diez segundo por jugar; Shanahan dilapidó el reloj, demostró cierta desconfianza en su QB viendo lo que mandó y se fue de vacío al descanso.

Derrota cruel y dolorosa, temporada para soñar

Green Bay Packers quarterback Jordan Love (10) stands next to his girlfriend Ronika Stone before an NFL football NFC divisional playoff game against the San Francisco 49ers, Saturday, Jan. 20, 2024, in Santa Clara, Calif. (AP Photo/Jed Jacobsohn)

Aunque la manera de perder duele mucho y mucho más cuando sientes que has tenido el partido en la mano, para los Green Bay Packers es muy necesaria la perspectiva para juzgar lo sucedido esta temporada. Con el equipo más joven de la NFL, no solo han sido capaz de colarse en los Playoffs, sino que masacraron a unos Cowboys favoritos en su casa y forzaron al límite a los 49ers en Santa Clara. Y todo esto, mostrando una imagen y un juego extraordinarios. Los Packers y sus aficionados deben estar muy orgullosos de su equipo, muy satisfechos con la dirección que muestra este proyecto y con la cabeza muy alta a pesar de la sensación de oportunidad perdida.

El análisis es muy claro: esa patada fallada por Anders Carlson lo arruinó todo. convertirla básicamente aseguraba la prórroga y ponía una presión muy diferente sobre los 49ers en el siguiente ataque. Convertirla, no habría obligado a Jordan Love a forzar como lo hizo en el último drive y acabar cometiendo ese gravísimo error que acabó en la INT de Greenlaw.

Dicho esto, los Packers jugaron un gran partido en un escenario muy complicado. No solo plantaron batalla, no, jugaron el partido que más les interesaba, se hicieron dueños de reloj, su estrategia fue la correcta y si no se llevaron el partido fue por detalles, por pulgadas, por no rematar en Red Zone y por el fallo de su kicker. Pero pusieron a los 49ers completamente contra las cuerdas. Ese big play de Aaron Jones ponía el partido en sus manos y el pie de Carlson les arrebató el control.

Y Jordan Love volvió a jugar a un altísimo nivel. Tiene esa extraña y maravillosa característica tan necesaria en los buenos QB, el don de evitar sacks; solo Mahomes y Josh Allen han sido mejores que Love en ello. Mientras la pasada semana destruyó a la defensa de los Cowboys por el centro, con Warner esa puerta estuvo cerrada contra los 49ers y supo trabajar las bandas y encontrar respuestas sin problemas. Su actuación fue sólida y convincente. Sería muy injusto quedarse con los dos errores, no creo que cometerlos le desacredite en absoluto ni reste mérito a lo que ha conseguido esta temporada. Hay motivos de sobra para pensar que Green Bay ha encontrado (de nuevo) a un QB sobre el que construir un proyecto ganador, para liderar un equipo joven que en los próximos años  puede aspirar a grandes cosas. Creo que Green Bay va a dar a Love un contrato que poco tenga que envidiar a los que tienen los QB mejor pagados de la actualidad y creo que acertarán haciéndolo. También pienso que vamos a oír hablar mucho de Jordan Love –para bien– en los próximos años. Bienvenidos al futuro, Green Bay Packers.

Al final, se extiende el dominio de los 49ers sobre los Packers de los últimos años en el duelo de Playoffs que más se ha repetido en las últimas décadas –era la décima vez que se enfrentaban en Playoffs–  y también sigue el dominio de Shanahan sobre LaFleur. Dos entrenadores que trabajaron juntos en Houston de 2008 a 2009, en Washington de 2010 a 2013 y en Atlanta de 2015 a 2016 y que, frente a frente, su duelo acumula tras este partido tres victorias para Shanahan por ninguna de LaFleur. En cualquier caso, dos entrenadores en los que poder confiar para construir proyectos para aspirar a todo.

Los Ravens marcan su territorio, Lamar Jackson impone su ley

Baltimore Ravens offensive tackle Ronnie Stanley (79) and quarterback Lamar Jackson pose for a picture after his touchdown run during the second half of the NFL divisional round playoff football game against the Houston Texans, Saturday, Jan. 20, 2024, in Baltimore. (AP Photo/Terrance Williams)

Es difícil no quedar completamente impresionado por la actuación de los Baltimore Ravens. Son completos, son sólidos, tienen la capacidad de ganar de distintas maneras y tienen un líder como Lamar Jackson que ahora mismo no tiene nada que envidiar a ningún otro QB de la NFL y puede mirar a los ojos a cualquiera. Puede incluso manejar los momentos de tensión y ahogar a los fantasmas de manera autoritaria. Cuando el partido frente a los Texans llegaba al descanso 10-10 tras tres series ofensivas consecutivas de los Ravens acabadas en 'Tres y fuera' y la presión llegando a placer hasta Lamar, la pregunta que sobrevolaba todo el mundo NFL era la misma: ¿Podrán responder los Ravens al nivel de lo mostrado durante toda la temporada o los fantasmas del pasado reciente se instalarán de nuevo en el M&T Bank Stadium?

La respuesta no se hizo esperar. Cabalgando a lomos de la mejor versión versión de Lamar Jackson, los tres siguientes drives de los Ravens se sellaron con sendos Touchdowns, Lamar encontraba respuestas para un ratio de blitz por parte de los Texans que se fue hasta el 75% (cuando en temporada regular apenas fue del 22%) y que en la mitad de esos blitzes, Houston conseguía presionar al QB rival. Primero con pases rápidos, sin retener el balón, trabajando la zona underneath, atacando los espacios dejados por los hombres extraña en presión y después, tirando de piernas cuando los safeties se quedaban demasiado profundos, Lamar hizo prácticamente lo que quiso, firmando el primer partido de un QB en Playoffs pasando de 100 yardas de pase, 100 yardas terrestres, dos pases de Touchdown y otros dos Touchdowns de carrera. Fue una exhibición digna de MVP.

Los Ravens transformaron una primera parte de apenas 118 yardas totales y un TD en seis posesiones, en 226 yardas y 3 TDs en las tres primeras posesiones de la segunda mitad. Una capacidad de ajuste y de búsqueda de soluciones que es síntoma de grandísimo equipo y que, por qué no decirlo, también tiene mucho que ver con una defensa imponente que no permitió ni una alegría y arrebató por completo el factor explosivo a un ataque de los Texans que no fue capaz de llegar a la yarda 25 rival en ningún momento del partido.

Ahora los Ravens serán locales en la primera final de conferencia que se juega en Baltimore desde principios de los años 70, cuando el equipo de casa eran los Colts. Un momento y una oportunidad histórica para la que este equipo entrenado por John Harbaugh parece completamente preparado.

Los Texans, muy por delante de su calendario

Houston Texans' C.J. Stroud walks on the sidelines during an NFL football AFC divisional playoff game, Saturday, Jan. 20, 2024, in Baltimore. (AP Photo/Matt Slocum)

Establecer la cultura adecuada, construir un proyecto ganador, desarrollar jugadores jóvenes para que rindan cuando más falta hace, clasificarse para Playoffs, avanzar alguna ronda… Son objetivos que una franquicia se fija para conseguir en un periodo de varios años. Los Texans los han superado todos en el primer año del proyecto. DeMeco Ryans ha logrado acortar plazos y tener a este equipo preparado para soñar a corto-medio plazo. Y lo que es más importante: han encontrado ese Quarterback con el que todo el mundo sueña, ese capaz de elevarte el nivel por encima de tu sistema, de crear cosas donde no las hay, ese jugador con las dosis necesarias de talento y magia que te permiten llegar lejos. Todo eso es CJ Stroud y por eso los Texans van a ser, más que probablemente, protagonistas de la NFL en un futuro muy cercano. 

Por eso y por la operación que el pasado Draft ejecutó Nick Caserio, que tenía aspecto de locura y ha acabado dando a su franquicia un QB y un Pass Rusher diferenciales, jóvenes y que además son ejemplos de liderazgo. Las posiciones más importantes en ataque y defensa aseguradas para unos cuantos años. Por eso la derrota del sábado duele un poco menos, porque los Texans llegaron muchísimo más lejos de lo que se esperaba de ellos, por la sensación de que no tardarán en volver a estas instancias y la esperanza de que la próxima vez podrían llegar preparados para avanzar.