El acuerdo que alcanzó Drew Brees con Nueva Orleáns en 2006 alteró dramáticamente la línea narrativa de la NFL durante las siguientes dos décadas. Su llegada no solo cimbró la franquicia a nivel deportivo, sino que sirvió como discurso para evitar una mudanza y que la ciudad se levantara tras el devastador huracán de 2005. Todo los efectos colaterales nos obligan a preguntarnos: ¿qué hubiera pasado si Brees no firmaba con los Saints?
Desde su llegada a la NFL, Brees tuvo que lidiar con el estigma de ser demasiado pequeño para la posición de quarterback. Pese a romper todo los récords de pase en la universidad de Purdue y aspirar al trofeo Heisman un año antes, se tuvo que conformar con ser elegido en la parte baja de la segunda ronda del draft de 2001.
Tras un desastroso 2003, su segundo año como titular, los Chargers decidieron mirar en otra dirección. A pesar de haber ganado 20 juegos durante 2004 y 2005 y sumar campañas consecutivas con más de 3,100 yardas, la franquicia estaba lista para iniciar una nueva era. Con los desplantes de Eli Manning en el draft de 2004, el elegido para tomar la estafeta fue Philip Rivers. Brees tuvo que buscarse la vida en la agencia libre.
En la temporada baja de 2006, Drew Brees entró en el radar de los Dolphins por segunda vez en la historia. La primera fue en 2001, cuando tras el retiro de Dan Marino exploraron la posibilidad de draftearlo. En aquella ocasión la gerencia optó por el esquinero de Wisconsin Jamal Fletcher. Miami no se conformó con haberlo dejado ir entonces. Con todas las posibilidades para firmarlo, se decantaron por Daunte Culpepper para afrontar el segundo año de Nick Saban. La gerencia general pensó que la lesión en el hombro de lanzar de Brees era más riesgosa que la rotura de ligamento cruzado de Culpepper. El segundo año de Saban al frente de Miami tomaría un curso definitivo. Mientras que los Saints, desesperados por un quarterback franquicia, se hicieron con sus servicios.
Reflexionar sobre lo que supuso el arribo de Brees a Nueva Orleáns trasciende el aspecto deportivo. El desastre ocasionado por el huracán Katrina en 2005 provocó que los dueños del equipo se propusieran cambiarlo de sede. El paso triunfal de la franquicia desde el arribo de Brees estrechó los lazos con la comunidad y sepultó los planes de mudanza. La recompensa llegó pronto: el título del Super Bowl de 2009, cuando vencieron a los Colts de Peyton Manning. Bajo el sistema de Sean Payton, rompió todos los récords posibles para un quarterback en la historia y estableció los cimientos de una franquicia ganadora.
Fantasear con lo que hubiera podido pasar con Miami es fantasear con una historia alternativa en la NFL. Quizá los Dolphins habrían encontrado al legítimo sucesor de Dan Marino que no encontraron en Culpepper y los Patriots a un rival de altura en la AFC Este. Sean Payton no se habría granjeado una reputación como gurú ofensivo en la NFL y Nick Saban no habría tenido que volver a la NCAA para establecer el programa universitario más dominante de su tiempo. Y pensar que todo pudo haber sido distinto desde aquel lejano 2006.