“La primera vez que vi un libro de jugadas casi me desmayo”, recordó Jordan Mailata a su arribo a la NFL. El hoy tackle izquierdo titular de los Philadelphia Eagles, nacido en Australia, es producto del programa IPP (International Player Pathway), a través del cual pudo ser seleccionado por una franquicia profesional en la séptima ronda del draft de 2018, después de haberse erigido como una potencial estrella del rugby en su país.
Hijo de inmigrantes samoanos, Mailata nació y creció con la rigidez y el amor que emanan de los típicos valores de vida polinesios en Bankstown, un suburbio al suroeste de Sidney, en el estado de Nueva Gales del Sur. Buena parte de su tardía educación de futbol americano para hacer la transición desde el rugby provino de las cintas Rembember The Titans y The Blinde Side, donde se identificó de inmediato con la inspiradora historia del hoy retirado Michael Oher. Pero una cosa es querer encarnar en la nueva cenicienta de la NFL y otra irrumpir como un portento físico en una liga de atletas que interiorizaron el juego tan pronto aprendieron a caminar.
La figura clave para convertir a Mailata en un jugador de futbol americano profesional en toda la regla fue Jeff Stoutland, entrenador de línea ofensiva y coordinador del juego por tierra de los Eagles. “Él significa todo para mí”, dijo el australiano. “Ha sido como un padre”. Lo primero que Stoutland trabajó religiosamente con Mailata fue el uso de sus manos. Un tackle ofensivo se define, ante todo, por sus manos. Luego pulió la técnica, el trabajo de pies y los ángulos de salida. El gran objetivo de Stoutland era acelerar lo mayor posible su curva de aprendizaje. Para eso fueron fundamentales las cintas de video, algo que eventualmente se convertiría en una obsesión para Mailata, quien no quería desaprovechar la oportunidad de transformar la historia de toda una generación de inmigrantes polinesios.
Después de un 2019 con turbulencias y una desafortunada visita a la lista de lesionados, Mailata se planteó la posibilidad de volver a casa y abandonar su sueño. Por suerte resistió y para 2020 tuvo su recompensa: debutar en la NFL como tackle derecho. “Tuve que enfrentarme a Ryan Kerrigan, fue durísimo”, recordó de aquella primera comparecencia ante Washington, remplazando al entonces novato Jack Driscoll. Desde entonces, no volvió a mirar atrás. Su primera apertura se dio a las pocas semanas, ocupando la plaza del reverenciado veterano Jason Peters. En la antesala de la temporada de 2021, en el primer año de Nick Sirianni al frente del equipo, recibió una extensión de contrato por cuatro años y 64 millones de dólares, luego de haberse impuesto en la carrera por ser el tackle izquierdo titular con el exrecluta de primera ronda Andre Dillard.
Durante el paso triunfal de los Eagles en 2022, con los matices que Sirianni ha ido añadiéndole a la RPO (run-pass option) para dotar de armas a Jalen Hurts, Mailata se ha consolidado como una pieza imprescindible en una posición clave en la NFL, no solo protegiendo el lado ciego de su quarterback, sino moviendo su 157 kilogramos y más de dos metros de altura con gran agilidad para influir en segundos niveles.
Es cierto que de momento el trono está siendo absurdamente tiranizado por Trent Williams, aunque para Lane Johnson, su compañero de equipo y uno de los linieros ofensivos más respetados de la liga, Mailata tiene las agallas y los atributos para convertirse en el mejor jugador del negocio en su posición. Nada mal para alguien que, con toda certeza, nunca soñó de niño con ser Tony Boselli.