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Josh Allen y los Bills cierran la discusión sobre quién es el aspirante y otras conclusiones de la Ronda Divisional

Durante toda la temporada se viene debatiendo en torno a los Buffalo Bills y los Baltimore Ravens, sobre qué equipo es mejor y cuál de ellos representa la verdadera amenaza para el reinado de los Kansas City Chiefs. La discusión se ha centrado en Josh Allen y Lamar Jackson pero también en las armas con las que contaban, en la cantidad de All-Pros con los que cuenta Lamar y que Allen no tiene ninguno, en que la defensa de los Ravens era más completa y fiable, incluso cuál de los dos equipos llegaba en mejor momento. Daba la sensación de que en los días previos al partido se llegó a convenir por una mayoría que los Ravens eran el mejor equipo y que solo un actuación heroica de Josh Allen podría privarlos de avanzar a la final de conferencia y certificar que eran los mejores y el legítimo aspirante. Y nada más lejos de la realidad. La consistencia de los Bills como colectivo, su seguridad, su capacidad para no cometer errores y provocarlos en su rival le acabó alzando con el triunfo ante unos Ravens que volvieron a ser víctimas de sí mismos y de sus propios errores.

Quizá sólo una de las derrotas de esta Ronda Divisional es más descorazonadora para su protagonista que la cosechada por los Baltimore Ravens y no es otra que la de los Detroit Lions. Esta parecía la temporada para por fin romper la maldición que Bobby Layne les lanzó cuando fue traspasado en los años cincuenta, después de ganar su último anillo, pero una vez más el equipo de Detroit se ha quedado en el camino. Jayden Daniels es el principal responsable de esa eliminación y de devolver a los Commanders la ilusión perdida en las últimas décadas. Washington es ahora un equipo sin nada que perder, lo que los vuelve, si cabe, aún más peligrosos. Será Philadelphia quien reciba a su rival divisional en una Final de la Conferencia Nacional ciertamente inesperada pero que reúne todos los ingredientes necesarios para que sea emocionante.

Aunque para emocionante, la posibilidad de que Mahomes y los Chiefs puedan alcanzar el partido que les dé la posibilidad de lograr lo que nunca nadie antes: Tres Super Bowls ganados de manera consecutiva. Para ello, Mahomes tuvo que contar en su duelo divisional con el mejor Kelce de la temporada y con una defensa que, gracias a la magia de Spagnuolo, dio un paso adelante y endosó 8 sacks a CJ Stroud. Ahora, el único obstáculo que se interpone entre los Chiefs y el Super Bowl es el rival que siempre ejerció de víctima propiciatoria (3-0 para Mahomes en sus duelos contra los Bills de Allen en Playoffs) pero que llega quizá el momento en el que más esperanzas puede tener de batir a su bestia negra. Ese Mahomes-Allen se ha convertido, sin que ninguno de los dos haya cumplido todavía los 30 años, en el segundo duelo de Playoffs más repetido entre dos QBs de la historia de la NFL, solo por detrás de las cinco que jugaron Tom Brady y Peyton Manning. Un clásico instantáneo este Chiefs-Bills, que la última vez que se celebró en Arrowhead durante los Playoffs, nos dejó uno de los mejores partidos de la historia de las eliminatorias por el título en la NFL, un partido que fue tan relevante que resultó en el cambio de la norma de la prórroga en los Playoffs. Y lo que lo hace aún más atractivo es que la única derrota de los Chiefs en sus últimos 22 partidos (quitando el irrelevante partido que cerraba este año la temporada regular ante Denver) la encajaron ante los Bills. 21-1 es el récord con el que llega Kansas City desde la Semana 17 de 2023 y el equipo que tendrán enfrente en la Final de Conferencia es el único que ha logrado derrotarlos en ese periodo. Tiene sentido.

Pero vamos a ver cómo hemos llegado hasta aquí, repasando lo más granado de los duelos de la Ronda Divisional:

Buffalo demuestra a todos quién era el legítimo aspirante en la AFC

El partido entre Bills y Ravens era el de dos fantásticos equipos, dos cuya vista estaba puesta en el Super Bowl, pero sólo uno podía pasar. Lo hicieron los Bills, algo que se podía esperar aunque el favoritismo iba ligeramente para los Ravens; lo que no era tan fácil de intuir fue la manera en la que lo consiguieron. Todos teníamos en la cabeza que si Buffalo ganaba, sería gracias a una actuación estelar de Josh Allen y en absoluto fueron por ahí los derroteros de este duelo. Josh Allen tuvo un gran mérito, sí, pero en este caso fue entendiendo lo que el partido demandaba de él, que era ceder el protagonismo, renunciar a las jugadas explosivas y dedicarse a ser eficiente y proteger el balón. Proteger el balón, algo que los Baltimore Ravens no fueron capaces de hacer y eso les costó una dolorosa derrota.

Pero no podemos quitarle un ápice de mérito a los Bills, que plantearon el partido de manera magistral y ejecutaron ese plan extraordinariamente. Primero, siendo capaces de arrancar el partido negándole la carrera a Derrick Henry. Buena parte de la responsabilidad de los 11 puntos de renta con la que los Bills se fueron al descanso fue por su capacidad de limitar a Henry a 2,6 yardas por acarreo. La defensa de los Bills negó la carrera y sorprendió a Lamar con planteamiento mucho más agresivo del que se podía esperar: El ratio de defensa individual más alto de los Bills en toda la temporada. Sin Zay Flowers enfrente, McDermott retó al resto de receptores de Ravens a batir a su defensa en uno contra uno, mientras trataban de poner presión en Lamar –y un espía con Milano, que le esperaba en cada dropback por si echaba a correr–. Y Lamar fue capaz de producir, pero también cometió dos errores graves con una intercepción y un fumble, que acabó siendo, este segundo, muy costoso para Baltimore.

Mientras, los Bills se dedicaron a establecer el juego de carrera en ataque y a buscar el juego complementario y de posesión cuando iban al aire. Es llamativo que Josh Allen solo completara un pase que volara más de diez yardas por el aire en todo el partido y fue en el primer drive de Buffalo, cuando estos estaban por detrás en el marcador. Cuando tomaron ventaja, carrera, screens y checkdowns. Percutir, percutir y percutir. Avanzar con consistencia y sin riesgos. Y Allen a gestionar la ventaja y no querer hacerse el héroe en ningún momento –por el camino, él mismo anotó dos touchdowns de carrera–.

En la segunda mitad, los Ravens lograron volver al partido cambiado la manera de correr –la que utilizaron en la primera parte es la misma que les sirvió para apisonar a los Bills en su duelo de temporada regular pero que con Milano y Bernard en el campo en esta ocasión no les estaba sirviendo para nada–. Henry comenzó a sumar, Justice Hill tuvo apariciones con flashazos de excelencia y Lamar cada vez estaba más cómodo, aunque cuando se acercaban a la Red Zone no siempre conseguían rematar. Los Ravens se acercaban y la defensa de Baltimore daba un aire a su ataque frenando rápido en varias ocasiones a un ataque de Bills que no estaba muy interesado en tomar riesgos pero que sí hacía lo necesario para mantenerse por delante.

Y fue en el drive en el que los Ravens jugaban para ponerse por delante, si conseguían un Touchdown, en el que llegó el primero de los errores decisivos: Cuando Lamar Jackson encuentra a Mark Andrews para primer down y el TE, en lugar de correr verticalmente o echarse al suelo para asegurar la ganancia, corre en horizontal en dirección a un Terrell Bernard que hace la jugada del partido para los Bills. Puñetazo al balón, que sale disparado convirtiéndose en un fumble recuperado por Buffalo.

Los Bills traducen esa recuperación en un Field Goal cuando estaban a las puertas del Touchdown. La patada les daba tres puntos que virtualmente, como mínimo aseguraban la prórroga. Pudieron haber caído en la trampa de ser más codiciosos y buscar los siete puntos pero en este partido la avaricia estaba rompiendo el saco (para los Ravens) y el ser más conservadores trajo premio a los Bills, en esta ocasión también. Con ocho abajo, los Ravens recorrieron el campo entero, anotaron el Touchdown y con una conversión de dos empataban el partido. Y aquí llegó el segundo fallo garrafal de Andrews. Lamar le envió un balón a los números de su pecho y él fue incapaz de atraparlo, se les escapó entre los dedos y certificó la derrota de su equipo.

Cuidado porque empatar no significaba la prórroga, Josh Allen iba a contar con aproximadamente minuto y medio con el objetivo de llegar a distancia de Field Goal, algo que ha demostrado poder hacer en incontables ocasiones, pero perder de esa manera, siendo ellos mismos los que sueltan el balón, es aún más doloroso para unos Ravens que una vez más se ahogan en la orilla víctimas de sus propios errores.

Los Bills cumplieron, jugaron un partido inteligente y efectivo y en Orchard Park volvió a sonar Mr. Brightside una última vez esta temporada –quién sabe si quizá suene todavía en Nueva Orleans– y ya sabemos que cuando en el último cuarto la Bills Mafia entona esa canción de The Killers, que se ha convertido en todo un himno para ellos, es sinónimo de éxito y triunfo.

La victoria ante los Ravens les legitima, ahora deben eliminar al jefe final, al monstruo de la última pantalla, ese que siempre se interpone entre el Super Bowl y ellos, unos Kansas City Chiefs a los que ya han demostrado que pueden batir, pero todavía les falta hacerlo en los Playoffs. Ésta parece la ocasión ideal para demostrar que pueden, pero no va a ser sencillo.

Los Chiefs saben lo que tienen que hacer para ganar en los Playoffs

Los Chiefs se plantan en el mismo lugar al que cada año llegan desde que Patrick Mahomes es titular en Kansas City, la Final de Conferencia se ha convertido en una certeza para este equipo, que ahora mismo está a dos pasos de hacer historia con un threepeat nunca visto en la NFL. La manera de conseguir esta victoria tiene mucho de identitario en estos Chiefs, no lo hacen poniendo un pie en la garganta del rival y ahogándolo, no, le dejan respirar, le permiten pensar que puede ganar y después lo destruyen siendo mejores en el momento decisivo del partido. Si uno se fija solo en la estadística se puede llegar a preguntar cómo dejaron escapar este partido los Texans, que fueron mejores por acumulación en casi todos los apartados… Ahora bien, si echas un vistazo a los 8 sacks encajados y los 7 puntos que se esfumaron en patadas sí que puedes entender cosas. Después, si miras buena parte del partido sin llegar a la recta final, ves dos equipos realmente parejos, semejantes en nivel, que movían el balón por aire más o menos igual (incluso los Texans corrieron mejor), en resumen, que estaban muy igualados. Pero luego llega la hora de la verdad y ahí los Chiefs hacen lo que tienen que hacer para ganar partidos. Por eso han ganado 21 de los últimos 22 que han jugado (de nuevo, eliminando el duelo intrascendente contra Denver).

La diferencia llegó de dos maneras. La primera, el entendimiento por parte de Patrick Mahomes de que la ventaja estaba evitando a los fantásticos CBs exteriores de los Texans y atacando a los eslabones débiles que eran los LBs (especialmente To’o To’o) y el jugador que ocupaba el puesto de defensor de slot, un Myles Bryant que ejercía de titular por la baja de Pitre y al que Mahomes le hizo sufrir una barbaridad. El QB de los Chiefs evitó a Stingley, Lassiter y Murray –que venían haciendo unos Playoffs espectaculares–, les dejó hacer su trabajo y que brillaran en sus coberturas, a los jugadores que marcaban Mahomes ni los miraba. Mientras, trabajaba en el centro del campo y encontraba los espacios entre los números, donde los defensores eran mucho más vulnerables en el juego aéreo. Ahí es donde Travis Kelce se dio un festín, un Travis Kelce que no había superado las 100 yardas en toda la temporada y que, en cuanto llegaron los Playoffs, firmó su mejor partido del año y se fue a las 117 yardas y un touchdown. El resto de receptores, si quitamos las yardas de Kelce, solo sumaron 60 yardas y ni falta que hicieron más. De nuevo la inteligencia y la eficacia de estos Chiefs fue suficiente.

La segunda manera tiene un protagonista absoluto: Steve Spagnuolo. Sus paquetes de Blitz (presión al QB con más de 4 jugadores), presiones simuladas (enseñar blitz y acabar yendo con 4 pero no con los 4 del front defensivo, sino con algún LB o DB mientras uno del front cae en cobertura) y creepers (no enseñar presión y acabar efectivamente yendo con cuatro a por el QB pero alguno de los cuatro siendo un jugador de back 7) en tercer down fueron la diferencia y volvieron loca a la defensa de los Texans. Hasta 8 sacks encajó CJ Stroud y hasta 8 presiones sin oposición alguna consiguieron los Chiefs. Es curioso, en toda la temporada solo ha habido tres partidos en los que una defensa ha conseguido 8 o más presiones sin oposición, dos de los tres son obra de Spagnuolo y los Chiefs. Chris Jones y Karlaftis jugaron un gran partido pero fue un esfuerzo colectivo y un éxito de todos en esta defensa que cuando llegan los Playoffs tiene la virtud de elevar siempre su nivel.

Jayden Daniels inicia su leyenda y acaba con el sueño de los Detroit Lions

Una estrella ha nacido. Cada nueva hazaña cimenta aún más la aparición de una nueva figura en la NFL y parece que no tiene ganas de marcharse hasta llegar a Nueva Orleans. La temporada de Jayden Daniels ya era de por sí destacada, con lo que está haciendo en estos Playoffs, hay que elevar esa consideración directamente a la mejor temporada que un rookie haya jugado nunca en la NFL. Ante los Lions fue un verdadero clínic: Pases profundos con una precisión milimétrica –el que le manda a Dyami Brown es una verdadera joya, de los mejores de toda la temporada–, una gestión excelente de la presión –no encajó sacks, no perdió balones– y un diagnóstico preciso en tiempo real de lo que estaba pasando para encontrar los huecos en la defensa. Cuando los Lions enviaban Blitz con cobertura en zona por detrás, Daniels ejecutó de manera quirúrgica, pero es que cuando los Lions enviaban solo cuatro jugadores, no lograron ni una sola presión al QB, que por cierto, además corrió para 51 yardas. Un partido digno de una verdadera estrella, que es en lo que se está convirtiendo de manera prematura en su carrera.

Los Commanders sabían que en este partido en Detroit no tenían margen de error, tenían que anotar en cada posesión, tenían que jugar a tumba abierta, arriesgar en cada cuarto down… así lo hicieron y su audacia trajo la mejor recompensa. El plan que Kliff Kingsbury urdió para este partido fue altamente efectivo, el juego de carrera funcionó a la perfección desde formaciones muy abiertas y poco pesadas, lo que tiene un mérito tremendo; tenían respuestas para cada intento de los Lions de sacarles de su zona de confort y les hicieron daño desde una idea de juego, desde un estilo que los Lions no pudieron contrarrestar. Cuando Detroit arriesgaba, Kingsbury tenía una respuesta y Daniels ejecutaba. Si a eso le sumas el éxito en terceros y cuartos downs, nos encontramos un ataque imparable. El hecho de jugar no huddle complicó mucho la vida de la defensa de Lions, que no podía sustituir y en muchas ocasiones jugaba en desventaja y, después, esa propuesta extrema de Kingsbury que coloca stacks (como la formación bunch pero con dos jugadores, uno detrás de otro) fuera de los números en ambos lados del campo, haciendo así el ataque muy amplio y obligando a la defensa a tener que abrirse y crear espacios que Daniels supo aprovechar quitándose el balón rápido de encima.

Para los Lions fue muy frustrante, porque su ataque realmente funcionó bien, Gibbs jugó un gran partido, Amon-Ra estuvo excelente también, pero los errores en forma de turnovers fueron una losa demasiado pesada cuando el otro equipo no levantaba el pie del acelerador en ataque.

Los Eagles encuentran la manera de ganar en la nieve

Es tremendo lo de los Eagles, ganan en Wild Card sin terminar de convencer, se plantan en la Ronda Divisional y más de lo mismo, victoria con dudas y resoplido de alivio después de que los Rams se acercaran peligrosamente a la victoria. Es el estilo de los Eagles, es la identidad de Philadelphia, hacerlo todo por el camino difícil. Pero la realidad es la que es: siguen ganando y son favoritos ante Commanders para conseguir un billete para Nueva Orleans.

Estrictamente hablando, también eran favoritos en este partido ante los Rams, pero si nos fijamos en el partido down a down, drive a drive, estuvo todo muy parejo. Si me apuran, seis jugadas marcaron la diferencia, solamente seis, pero las seis cayeron del lado de los Eagles: Tres carreras explosivas de Saquon Barkley, que jugó un partido verdaderamente imperial, superando de nuevo las 200 yardas y siendo el factor decisivo para un ataque al que le cuesta encontrar cierto flow, al que le cuesta encontrar el ritmo y la sostenibilidad –claro que luego llega Barkley y te lo arregla–; y las otras tres jugadas fueron los dos balones que soltaron los Rams y acabaron en manos de los Eagles y la jugada final de Jalen Carter –otro que firmó un partido colosal– en la que arruinó el drive que potencialmente daba la victoria a los Rams. No es la manera más bonita de conseguirlo pero… ganar es ganar.

Para los Eagles, la confianza en conseguir alcanzar otro Super Bowl reside en una defensa que sigue siendo fiable y productiva y en Barkley y la OL. Esas son sus mayores certezas. Jalen Hurts y el juego aéreo están cosechando muchas dudas. Los problemas siguen siendo los mismos, Hurts retiene el balón demasiado tiempo en sus manos, se confunde ante la presión y toma malas decisiones que provocan jugadas negativas. Cuando tira de piernas se siente cómodo, cuando tiene protección y receptores separándose (que es unas cuantas veces) consigue grandes jugadas, pero las salpica demasiado con imprecisiones, dudas y una sensación de estar constantemente indeciso, lo que se suele traducir en pérdidas de yardas, golpes innecesarios o desastres evitables como el safety que encajó en este partido ante los Rams. Necesita consistencia, porque el resto del equipo la aporta y si quieren ser campeones, en algún momento va a estar exigido y debe responder.

Que no se me entienda mal, colectivamente los Eagles tienen lo suficiente para llegar al Super Bowl e incluso para ganarlo, 20 de 22 titulares tienen sin duda ese calibre. Sin embargo, Oren Burks es un problema sustituyendo a Nakobe Dean –Burks ya sufrió lo indecible reemplazando a Greenlaw en el pasado Super Bowl ante Mahomes– y con Jalen Hurts creo que es urgente buscar conceptos quarterback-friendly en el que le ofrezcan rápido ventanas de pase claras para que se pueda deshacer pronto del balón y eso le permita adquirir ritmo y confianza.