Pocos recuerdan que previo a la irrupción de Tua Tagovailoa con Miami, el último quarterback zurdo en pisar la NFL había sido Kellen Moore, el arquetipo, a simple vista, de lo que los estadounidenses llaman “a pretty normal guy”: perfil bajo, sonrisa más o menos amable y gorra al estilo de beisbol.
En el epílogo de un Tony Romo lastrado por las lesiones, Moore –—el único finalista del Heisman que ha dado Boise State en su historia— aprovechó el decepcionante rendimiento de Brandon Weeden y Matt Cassel para hacerse de un lugar como operador emergente de la ofensiva de Dallas por ahí de 2015. Luego de tres años de no ver la luz como backup de Matthew Stafford en Detroit, logró debutar como profesional en la NFL en un partido decembrino frente a los Jets de Nueva York. Lo más reseñable de aquel debut fue el hecho que su segundo pase tirado como profesional terminó en las manos del profundo rival Marcus Gilchrist.
Para el año siguiente, los Cowboys seleccionaron a Dak Prescott y sus oportunidades de opositar por un puesto fijo en la NFL se evaporaron. Sin embargo, su IQ como jugador siempre fue especialmente valorado por sus entrenadores, por lo que su camino, con 28 años, tomó de a poco otra dirección. Para ponerlo en perspectiva, basta recordar lo que Prescott dijo al finalizar la temporada de 2016, cuando ganó el premio al Novato del Año con Moore como segunda espada y, prácticamente, coordinador ofensivo disfrazado:
"(Él es) un genio detrás de escena que no recibe suficiente crédito por lo que hace, ayudándome y ayudando a esta ofensiva. Es casi un coordinador ofensivo y un genio cuando se trata de ayudar a Scott Linehan, a dar su opinión, ayudarme con las cosas que hace la defensa, pequeñas claves aquí y allá para avisarme sobre coberturas o cargas”.
En 2018, tras anunciar su retiro como jugador y la jubilación de Wade Wilson —uno de los grandes impulsores del pick de draft utilizado en Prescott—, los Cowboys le ofrecieron la posibilidad de convertirse en entrenador de quarterbacks, un camino muy consecuente con el que siguió Jason Garrett, el entonces entrenador en jefe de Dallas, tras retirarse en Miami en 2004. Así que había motivos para pensar que Garrett tenía planes ambiciosos respecto a Moore.
Luego, su vertiginoso ascenso incluyó una segunda promoción en años consecutivos para tomar el puesto de coordinador ofensivo que había dejado vacante Scott Linehan, el playcaller del equipo de 2014 a 2018. Este último se dio ya con Mike McCarthy en el rol principal en detrimento de Garrett, su antiguo mentor. Durante su estancia de cuatro años en el staff de Dallas fue uno de los principales activos de la franquicia e incluso se sondeó la posibilidad, en más de una ocasión, de que fuera el sucesor de McCarthy como entrenador en jefe. Un día, CeeDee Lamb ironizó en torno a su gran inventiva diseñando jugadas y le dijo: "¿Cómo es posible que se te ocurran todas estas cosas?".
Al final de la temporada 2022, después de la derrota en gira durante la Ronda Divisional frente a San Francisco, Moore y los Cowboys decidieron distanciarse de mutuo acuerdo, aunque fue evidente su rompimiento con McCarthy, quien le dejó clara la situación al periodista Michael Gehlken del Dallas Morning News:
“He estado donde estuvo Kellen. Quiere poner puntos en el marcador, pero yo quiero que él corra con el maldito balón para que yo pueda descansar mi defensa. Creo que cuando eres coordinador lo sabes, pero tu rol se limita a hacerte cargo de la ofensiva. Al ser entrenador en jefe, estás un poco más en sintonía con todo. No me importa ser la ofensiva número uno de la liga. Quiero ser el equipo número uno de la liga, el equipo con mayor número de victorias y un campeonato. Y si tenemos que renunciar a la producción ofensiva y cuidar un poco mejor el balón para conseguirlo, entonces eso es lo que haremos”.
Lógicamente, tras desvincularse del equipo, no le faltaron pretendientes. En una medida desesperada por legitimar su posición como entrenador NFL, el cuestionado Brandon Staley recurrió a él para dar un golpe de timón en su tercer año de gestión al frente de los Chargers. Al momento de su arribo, concedió una entrevista en la que habló sobre su estilo de montar ofensivas. “¿Habrá algo de la ofensiva Air Coryell de Jason Garrett? Absolutamente. ¿Habrá algo de la ofensiva de la Costa Oeste de Mike McCarthy? Absolutamente”, explicó. "Desde una perspectiva ofensiva, tomas partes de cada uno, y creo que eso es lo bonito de esto”.
Los Ángeles no fue, bajo ninguna circunstancia, el mejor destino posible para un talento especial como Moore. El despido anticipado de Staley y la ausencia de Justin Herbert durante los últimos cuatro partidos de temporada regular lastraron su influencia en las aspiraciones de un proyecto en caída libre. Por suerte para él, Filadelfia, el entrenador en jefe Nick Sirianni y sobre todo el gerente general Howie Roseman —probablemente el mejor de toda la industria— estuvieron muy pendientes de su situación y le ofrecieron tomar el lugar de Brian Johnson, que un año antes se había convertido en una de las principales razones de la explosión de Jalen Hurts. Johnson firmó su sentencia cuando los Eagles, después de una desastrosa temporada, terminaron como el peor equipo en el reporte de motions utilizados en ofensiva en toda la NFL, rubro en el que Moore ubicó en un más que decente octavo sitio a unos Chargers de entreguerras.
Roseman cobijó a Moore con Saquon Barkley, uno de los mejores corredores de su generación. El resultado inmediato se tradujo en una monstruosa temporada de más de 2 mil yardas para Barkley, un más que satisfactorio debut de su nuevo coordinador ofensivo firmando un porcentaje del 65.8 de jugadas en motion –la cifra más alta para los Eagles desde 2020– durante su primer día de trabajo oficial y el histórico récord de puntos anotados para cualquier equipo en una final de conferencia (55), una clínica de diseño y creatividad impartida por Moore para destrozar a Washington la semana pasada.
Pese a todo lo que ha cosechado durante la temporada, cuesta pensar en él como alguien radical e inflexible. De hecho, tiene dos virtudes que no son fáciles de encontrar: es el tipo de entrenador que construye en función a los recursos que tiene disponibles y es el tipo de profesional que se mantiene pendiente de las innovaciones de “todos esos entrenadores ofensivos jóvenes que han tenido un gran impacto en esta liga” para estudiarlos y aprender de ellos.
Es una receta en apariencia sencilla, pero que exige valores muy específicos: olfato, humildad y eternizarse en una sala de video.