Bill Belichick es, sin duda, la mente más brillante que yo y muchos hayamos visto en el planeta football. Haberle visto entrenar, dirigir y ejecutar este deporte de la manera que lo hizo y hace no puede simplificarse en ese gran juego desarrollado en los años 2000 por los NE Patriots. El hombre tiene un recorrido, un origen, una formación en casa y fuera de ella; aunque en él, tanto la vida profesional y familiar se confunden, porque su gran referencia, el que prendió la llama de lo que es hoy, fue su padre. Bill no es un inventor de jugadas, o el entrenador más creativo que innova playbooks completos, como podemos hablar de Reid o el mismo Gillman o Shanahan. Belichick es el mejor en el cómo y el cuándo. No he visto a nadie que, estudiando al rival, sepa reconocer mejor las fortalezas y debilidades del oponente, y, lo que es más complicado, sepa cómo hacerlo, con qué disciplina y en qué oportunidad llevar a cabo todas aquellas jugadas y acciones que, con precisión, cautericen cualquier oposición en el campo. Es el mejor porque sabiendo y haciendo lo que hacen los demás. Es capaz de desarrollarlo de la forma más perfecta, más pura…al límite.
Su padre, su madre y el aprendizaje de transmitir ideas
El origen de Belichick lo encontramos en sus abuelos paternos, Ivan Bilicic y Marija Barkovic, de la ciudad de Draganic, Croacia. Emigraron a los EEUU en 1897. A Pennsylvania, en Monessen, a 20 millas de Pittsburgh. John y Mary, como así se les reconoció registralmente en América, fueron ciudadanos estadounidenses en 1914. A partir de aquí, su padre, Steve Belichick, era el más joven de los cinco hermanos.
Steve fue oficial armado que se unió a la Marina de los Estados Unidos, U.S. Navy, en plena Segunda Guerra Mundial, sirviendo en Europa y en el Pacífico, hasta que acabó el servicio en 1946.
Jugó como fullback en Western Reserve University. Ahí estuvo bajo las órdenes del entrenador Edwards, que después fue elegido para entrenar a los Detroit Lions, llevándose a Steve como encargado de equipaciones, y teniendo su oportunidad de jugar en el equipo, anotando touchdowns, ayudando a ganar algún partido y siempre recibiendo halagos. No tanto en cuanto talento, pero sí en su consistencia y trabajo.
Acabaría jugando en el Great Lakes Navy Bluejackets durante la WWII, llegando a estar en el pacífico, incluso seis meses después de la rendición de Japón. Después de completar su servicio militar se fue a entrenar a Hiram College en Cleveland, y su mejor día fue, sin duda, cuando conoció a Jeannette Ruth Munn, graduada de Hiram, que enseñaba como profesora, español y francés. Se irían a Vanderbilt como entrenador de los running backs de los Commodores, periodo en el que se casaron, en 1950.
Bill idealizaba de una manera extraordinaria a su padre. Le seguía allá adonde iba, a sus entrenamientos, a sus reuniones de scouting, así como al film room. A esa edad de 6 años Belichick ya era fan de los Baltimore Colts, viendo cómo ganaron su título de NFL en 1958, contra los Giants. Su madre, Jeannette, diría que el pequeño Bill nunca fue tratado ni visto en los entrenamientos como un apestado o molestia; para nada, como ella diría: “Estaba allí para aprender, nunca molestaba…”. La casa de los Belichick tenía todas las paredes pintadas de blanco con cortinas azules, todo con el fin de poder ver cinta de 16mm en cualquier sitio, pero su madre no iba a dejar que se abandonase solo a su pasión: el análisis de cinta. Le enseñaría mucho más, leían y estudiaban juntos. Uno de los jugadores que entrenó Steve fue Joe Bellino, running back de Navy que ganó el Heisman. Steve analizaba cinta y proponía el plan ofensivo y defensivo a sus corredores y defensores de carrera y como hacía notar que "…él se fijaba en los linieros ofensivos rivales y veía como, según qué equipo, si alineaban pies en paralelo o no, sería una jugada de pase o carrera, en esos detalles se fijaba y nos los trasladaba para que lo entendiéramos todos...".
Roger Staubach, mítico Qb de los Dallas Cowboys y ganador del Heisman en Navy, incluso entrenaba con Bill cuando ya los receptores se iban a los vestuarios. También lo haría con Johny Unitas en el football camp de su padre a quien hizo un snap, o con el mismo Don Shula, amigo de su padre. El football estaba impregnado en Bill por todos los costados, por su padre acompañándole en cada entreno y viajando con él para su labor de scouting, pero también por los jugadores con quienes compartía palabras y campo. A edades tan tempranas llegó a entrenar con quienes serían Hall of famers.
El resultado de todo esto sería el libro de 1962 Football Scouting Methods. Era conocido como el manual para el doctorado en el reconocimiento del juego del Football.
Se juega como se entrena
Bill se graduaría en Annapolis High School, con su entrenador Al Laramore, del que siempre ensalzó la integración racial que llevó a cabo en aquellos años, fue algo que sobrepasó el concepto de football pero que tanto tuvo que ver con el propio football; saber llevar grupos con miembros tan diferentes. Bill jugaba de center, pequeño, pero nunca fue una desventaja. Y algo que le marcó es que siempre jugaban de la misma forma: 2 TEs, un wingback o Wr, un fullback y un running back. Bill era el líder de la OL, entendía perfectamente cualquier movimiento de la defensa. Era el signal caller. Los snaps eran siempre limpios, su perfección era inusual. Algún compañero, como Chris Carter, recordaba cuando vio a Belichick entrenar mojando el balón en un cubo de agua, una y otra vez para no fallar snaps y que esto no le afectase en caso de mal tiempo durante el partido. En los entrenamientos, la repetición sumada a las dificultades más cercanas a la realidad fue clave en los entrenos de Bill. Entrenar con los mismos o más parecidos obstáculos que se encontraría en la competición era un hábito en él.
El reconocimiento del juego
Tras graduarse en Annapolis fue a Andover cursando un año de postgrado para mejorar sus opciones de universidad, donde conoció a alguien que le acompañaría en su vida profesional, Ernie Adams. Este era ya conocido en la universidad como un estudioso del football. Al saber quién era Bill se mostró entusiasmado por conocer al hijo del autor del mejor manual jamás escrito sobre este deporte. La primera frase que cruzó con Belichick fue: “¡Hablemos del libro de tu padre!”. En Andover, Bill aprendería la complejidad en el juego. Como él dijo, en Annapolis teníamos 2 jugadas de pase, en Andover había muchas más y un sinfín de opciones. Belichick seguía jugando en la OL, y veía como muchos le preguntaban por sus propias asignaciones. Pronto Bill se dio a conocer entre todos como alguien que entendía el football mejor que su propia práctica, así lo explicaba un compañero de línea ofensiva, Falangas:
En Andover, mientras otros hacían redacciones y pasaban la mayor parte de su tiempo en el laboratorio de física, Ernie y Belichick lo pasaban analizando cinta.
En su etapa universitaria cursó estudios en Wesleyan University, en Middletown. Aunque seguía en la OL así como de TE, pasó tiempo de Long Snapper. Herb Kenny, parte del staff del equipo, reconocía a Bill que siempre hacía el trabajo que se le encomendaba y nunca se quejaba, que no jugaba tanto como a lo mejor merecía su esfuerzo diario, y que además recordaba como en la banda cantaba jugadas del rival antes de que se produjesen. Esto llegaba a la secundaria propia, que permitía que se anticipasen a las jugadas del oponente, así lo recordaba Tokarz, un DB senior. Escuchar a Belichick siempre ayudaba. Bill paraba y se pasaba tiempo extra en el despacho de Kenny. Que no jugara tanto daba igual, él quería estar cerca del juego. Aún con todo, el Lacrosse fue parte de su vida y lo jugó en Wesleyan hasta el punto de llegar a abandonar la práctica de football por prácticamente 2 años, pero no su análisis y estudio. En su año de Senior intentó volver, de TE y LB, pero veía como ya no estaba al nivel.
Un detalle que todos reconocerán es lo que comentaba un excompañero del equipo de Lacrosse que posteriormente sería cirujano experto en el trasplante de hígado cuando decía:
Incluso el conocimiento de las normas lo sabía y manejaba; nada en el universo football escapaba a su conocimiento.
Do your job
Haz tu trabajo, cualquiera que este sea el encomendado. Esta frase que tanto se asocia a Belichick y se le atribuye de forma sistemática y casi banal, tiene mucho de profundidad y poco de trivialidad. Donde empezó a compartirlo y a sentirlo como propio fue en Baltimore, en los Colts, cuando nadie sabía ni conocía el monstruo que se escondía tras esa frase, bajo las órdenes de Marchibroda.
Bill Belichick obtiene su primer trabajo de entrenador no en High School o College Football, como sería la evolución normal, sino en la Liga Profesional. Y para mayor complejidad de la tarea, en el equipo de su niñez: los Baltimore Colts. Proviniendo de jugar en la Universidad de Wesleyan, Middletown, Connecticut, Herb Kenny, recomendó a Ted Marchibroda el reclutamiento del joven Bill, y lo hizo con la confianza que da haber sido compañero de equipo de aquel en St. Bonaventure. Ted le comentó que no tenía más dinero para pagar a nadie y que, en cualquier caso, sí era cierto que necesitaba a alguien para ver y analizar vídeos y jugadas, to break down film, pero sin dinero suficiente para pagarle. Cuando B.B. se entrevistó con Marchibroda, en una de sus múltiples entrevistas, comentaba lo que le dijo a Ted, sin vergüenza alguna: “…me da igual no cobrar, trabajaré 14 o 16 horas al día y haré lo que se me requiera…tengo un largo camino que recorrer, póngame a trabajar, de lo que sea, lo haré…”. A Ted esto le pareció lo suficientemente sincero, así que acabó por contratarle. Belichick recuerda siempre: “…tenía 3 comidas diarias, una cama y sobre todo, mucho football, y eso era todo lo que yo quería por aquel entonces.”. Era 1975, y los Colts venían de una temporada de un 2-12, y para B.B., a sus 23 años, aquel era el mejor trabajo impagado del mundo; los Colts eran su equipo de la infancia, cuando Johny Unitas y Alex Sandusky estaban en el football camp de su padre. Aún hoy reta a cualquiera a decir de memoria las alineaciones defensiva y ofensiva sin omitir ningún nombre. El trabajo que aceptaba no era ninguno en concreto; haría lo que se le asignaba, cualquier cosa. Marchibroda se dio cuenta pronto que Bill no saldría del cuarto donde estuviera trabajando hasta que el trabajo hubiese finalizado, de forma íntegra y a satisfacción. Lo tenía trabajando, analizando cinta para Maxie Baughan, el coordinador defensivo. Ayudaba con los equipos especiales, echaba una mano en los equipos de scout, trabajaba con la máquina de escribir Xerox como un loco, mandando análisis de cinta sobre los rivales. En lo que Belichick innovaba era en los métodos, en el cómo. Diseñó unas tarjetas en las que escribía y dibujaba cada jugada, pero lo más importante es que las categorizaba por tipología. Así en los bordes, con agujero y su ice-pick method, todas enhebradas, le permitía seleccionar aquellas que por categoría caían al picar en ella. Con el fin de que el lector se dé cuenta del aprendizaje que supuso Baltimore en Bill, sobre todo en lo que concernía a “hacer su trabajo”, había dos tareas poco agradables, que se le encomendaban. Una era la de comunicar la mala noticia a los jugadores que serían cortados y expulsados del equipo. Esa oscura labor que hacía sin más, sin preguntarse por qué y cuando solo consideraba que era su trabajo y lo tenía que hacer, sin pensarlo. La otra era la del white out con su Xerox. Esta labor no era otra que la de borrar aquellas menciones que el playbook de los Washington Redskins hacía de ellos mismos, y que se sustituyeran por menciones de los Baltimore Colts. Era orden de Marchibroda, y era literalmente el mismo libro, el del ataque, el de la defensa. Ted fue OC de los Redskins en 74 y su coordinador defensivo, Baughan, que fue LB en los Redskins en dicho año.
Tras dos o tres semanas Joe Thomas, GM de los Colts, se acercó a BB y le reconoció un salario de 24$/semana. Después de impuestos, como recordaba Belichick, se convertían en 21,22$. Eso es lo que costaba su trabajo por aquel entonces; desagradable en muchos casos, no para él.
El empoderamiento de toda la organización
Otra de las influencias que Belichick experimentó en Baltimore fue cómo Marchibroda quería hacer que todo el colectivo se implicase en un mismo fin: ganar. Belichick recuerda cuando Ted entró en el edificio de los Colts y se encontró con una secretaria, Maureen Kilcullen, se presentó y le preguntó: “¿qué ha hecho Vd. hoy para ayudar a que los Colts ganen?”. Ted quería hacer sentir a cada trabajador que era una pieza clave en el engranaje para que el equipo llegase al propósito de la franquicia, ganar, cualquier trabajador, en cualquier tarea.
1975 fue un gran año para los Colts, considerando de dónde venían, de un 2-12. Empezaron ganando y haciéndolo bien, como a los Bears en un 35-7, manteniendo a Walter Payton fuera de la ganancia de yardas prácticamente todo el partido. Pero sobre todo el staff, comentaba como veían a Bill trabajar horas y horas sin descanso, quedándose dormido en la mesa de la sala de entrenamiento, o en la de cualquier despacho, agotado, cansado de ver cinta una y otra vez con Baughan. Pronto vería como le subirían su sueldo a 50 dólares la semana.
El detalle
Bert Jones, el quarterback, comentaba que Belichick era como un ordenador antes de que los ordenadores existiesen, o por lo menos, se hubiesen popularizado. Analizaría cinta de 16mm y se la proporcionaba a Laird, el signal caller defensivo en el strong safety. Bill le pasaba información sobre los splits de los TEs rivales, de sus movimientos habituales, o de lo que significaba que este o aquel jugador, estuviera en una posición determinada, dando mucha importancia al lenguaje del cuerpo que permitía identificar la jugada. En palabras de Bruce Laird, la información de Belichick sobre lo que el rival haría era “increíblemente certero”. Bruce proseguía:
El detalle de cada jugada está en Belichick desde hace mucho tiempo, desde que empezó a sentir el placer de descubrir el plan de juego rival, y lo hacía a menudo.
B.B. siempre tuvo a gala todo lo que aprendió en las mazmorras del memorial Stadium, “…fue como un curso de graduación…” comentaba él. Jugadores como Laird o el linebacker Stan White, usaban al joven Bill como fuente de información constante y nadie, absolutamente nadie, tenía nada malo que decir de él o queja alguna que derivar. Nada. En palabras de Marchibroda “…Todo jugador quería su conocimiento antes de jugar, sabían que él hacía su trabajo mejor que nadie, y los jugadores estaban encantados de tenerle cerca…”. B.B. empezaba a darse cuenta de su valor y según su entrenador, demandó un salario de 4.000,00$ y un coche para volver con los Colts un segundo año. Joe Thomas nunca se lo daría. Por el contrario, Rick Forzano, el HC de Detroit por aquel entonces, discípulo de Paul Brown y compañero de Staff con Steve Belichick en Annapolis, se llevó a Bill con un salario de 10.000$ y un Thunderbird. A partir de ahí, la relación entre Marchibroda y Thomas ya no fue la misma. Ted sintió que Thomas no hizo lo posible por mantener a alguien que sumaba tanto en la organización. El GM abandonaría los Colts en el 76 rumbo a los Niners con los que obtuvo un nada elogiable 7-23 en sus dos temporadas como manager.
La formación en el ataque
Mucho se ha hablado de Belichick y su casi unívoca tendencia hacia la defensa. Pero su formación, desde niño, comenzaba viendo a su padre asistir al juego de carrera, Forzano tuvo a Bill con 10 años analizando cinta en Annapolis. Especialmente, Rick recordaba cómo el joven Bill se centraba en los Tight Ends y receptores cuando enchufaba el proyector, así que además de darle tarea con los equipos especiales le pondría al cargo de los TEs. Forzano siempre supo ver las inclinaciones de Belichick hacia el juego de ataque. Y le dejó hacer. B.B. se ganó pronto el respecto de todo el equipo en cuanto a su conocimiento de Xs y Os. De esto no había duda, o sí. Con 24 años, Shipp, coordinador ofensivo, quiso someter a Bill Belichick a una dura prueba. Se dirigió a él, le entregó su libro de jugadas indicándole que en breve tendría un examen sobre el mismo. En los Colts dedicó la mayor parte de su tiempo al estudio y análisis de la defensa; ahora estaba ante una prueba, pero sobre el análisis de un ataque. Al finalizar, el propio coordinador ofensivo quedó sorprendido con el resultado. Lo contestó todo y la mayor parte de forma impecable. Con Shipp, en su primer año en Lions, Belichick aprendió a realizar ajustes en jugadas de pase según qué tipo de cobertura enfrentase. En el segundo año, Ed Hughes, nuevo Coordinador Ofensivo, le enseñó esquemas y mecánica del sistema de Landry en los Dallas Cowboys, en cuya organización trabajó como entrenador de quarterbacks, running backs y receptores, teniendo bajo su mando a Roger Staubach. Le mostró las protecciones, el juego de pase y de carrera, así como los shifts y motions que Dallas solía realizar.
En Detroit a Forzano le sucede Hudspeth, entrenador en su momento de Brigham Young, y en la Universidad de Texas-El Paso, por lo tanto, su promesa de juego por aire era un hecho. Con él, Belichick tuvo una idea. En la preparación al partido que tendrían contra New England, recordó cuando en Colts estaba viendo cinta de los Rams, en su victoria de 1974 contra los Washington Redskins. Knox, su HC, usaba lo que denominaba Ace Formation, esto es: 2 TEs, 2 Wrs, y 1 Rb. BB se acercó a Shipp y le dijo: “…Ken, sé que nunca usamos esta formación, pero la estudié en profundo para los Colts el año pasado y creo que le podemos crear serios problemas a New England…”. B.B. pensaba que si NE usaba a menudo COVER-3 dentro de una defensa 3-4, creía que en un pro-set era muy complejo sacar 3 receptores al lado débil porque deberías lanzar y liberar a los 2 backs, así que pensaba que con un equilibrado 2TE-2WR en cada parte del campo podrías tener siempre a alguien en la LOS para llegar al lado rápido antes. Detroit contaba con 2 TE con cierto talento que les permitía usarlos en la línea o en wing fuera de línea; considerando, además, que Patriots dejaba caer en cobertura profunda sus 2 LBs centrales tras ese 3-4. Su triunfo y éxito fue tal, 30-10 (1976), que Chuck Fairbanks, HC de New England, se referiría siempre, a partir de entonces, cada vez que quisiera cantar una jugada con 2 TEs, como “Detroit”, cambiando así el lenguaje interno de los entrenadores.
Belichick no solo trabajaba y era genial en defensa, también en la ofensiva. Podemos decir que este momento ante Patriots, y esta temporada 1976, fue su breaking point, entendiendo que estaba haciendo algo grande, que se le estaba respetando y que otros estaban empezando a respetarle.
La defensa: secundaria y el 3-4
Jerry Glanville, asistente defensivo en Detroit, que trabajó con el Coordinador Defensivo de los Steelers en Georgia Tech, Bud Carson, le mostró a Bill un poco de la filosofía defensiva y de los esquemas de la Cover 2 que ayudó a crecer la dinastía creada en Pittsburgh. Todo esto bajo la tutela de Jimmy Carr, el coordinador defensivo. Carr era conocido como un innovador de la defensa que implementaba paquetes de níquel, siete backs defensivos, frentes de once hombres, esquemas de blitz zonales y zonas especiales mucho antes de que se convirtieran en una práctica común.
De Detroit se marcharía a Denver para trabajar con dos entrenadores defensivos, Richie McCabe y Joe Collier. Este último enseñó a Belichick todo sobre la defensa 3-4 y tuvo a Bill analizando cinta. Pero Collier nunca creyó en él como potencial HC, reconocía que lo veía solo como coordinador. Todo el tiempo que podía se lo pasaba con él empapándose de todo lo que la defensa 3-4 podía ofrecer al juego. Pero además de todo ello, y de que pasó en Denver tan solo un año, tuvo una formación avanzada en conceptos de cobertura de Collier, en especial con una característica de este tipo de defensa que nunca olvidaría: “…closing speed, not size…”.
Además de esto pasó tiempo con Marv Braden, el entrenador de equipos especiales. El conocimiento e importancia de estas posiciones fue vital en su carrera.
New York Giants
Antes de que fuese contratado en 1979 por Ray Perkins, el HC de los Giants por aquel entonces, el propio entrenador le hizo una pregunta a Bill: “¿Cuál de estas 3 palabras no es aplicable al football?: Consistente, Correcto, Justo“. Belichick no lo dudó y dijo sin pensar: “¡justo!”.
Empezó en NY como entrenador de equipos especiales y asistente en la defensa. Su inicio allí fue complicado, como algún jugador reconocía, “…al principio nos pasábamos con él, le decíamos que era un jugador de Lacrosse en un equipo de fútbol…”. Poco a poco empezó a llamar la atención. Antes no había la tecnología de ahora ni se cuidaban los detalles como lo hacía B.B. y eso se hizo notar pronto, cuando medía los tiempos de ejecución del punter. A todos llamaba la atención, separaba tiempos del kick, de la retención del balón en manos, de las zancadas…Otra vez, el detalle. Las claves para romper esas 15 temporadas perdedoras de NYG, fueron 3:
- Recontratar a Parcells de D.C.;
- La decisión por G.Young (G.M.) de seleccionar a Lawrence Taylor en el pick#2 en el draft de 1981;
- La petición de Parcells de llevar a Belichick con la defensa a pesar de que se encontraba entrenando a los equipos especiales.
En palabras de Parcells: “…él era hijo de otro entrenador, eso me gustaba, además estuvo en Navy y yo estaba en Army y ya le conocía…”. La disciplina que en ambas escuelas se impartía, era conocida por B.P. Pero lo trascendental aquí, lo que cambió todo, fue la decisión de variar una defensa que pasaría del 4-3 al 3-4, y para eso Parcells necesitaba a Bill. Y pasará a la historia aquella frase de Perkins: “Enséñame un campeón de Super Bowl y yo te enseñaré un equipo que no juega un sistema 3-4”. Con el tiempo, en 1983, los dos Bills serían promocionados, Parcells a HC y Belichick, aunque no fue nombrado oficialmente por el primero para quitarle presión, sí era de facto el Coordinador Defensivo de NYG, con 31 años.
En 1985 se haría oficial. En aquel año, 1983, los Giants tuvieron un récord de 3 victorias en 16 partidos. La presión del GM se hacía evidente sobre Parcells, pero la de este sobre sus entrenadores y asistentes era devastadora, y esto provocaba la de sus asistentes sobre los jugadores. Aquella famosa frase de B.B. que aún hoy en día la ha usado, se hacía indiscutible: “…shit rolls down…”. Lo que siempre marcó la ideología de Parcells fue su orden de prioridades, y así lo manifestaba: “ …siempre ha sido lo mismo: Defensa, primero, Equipos especiales, segundo y Ataque, tercero…”. Esto era Belichick en estado puro. Que en esa jerarquía de importancia, haya nombrado a B.B. como responsable de equipos especiales y coordinador defensivo, dice todo lo que B.P. pensaba de B.B. Esto es trascendental tenerlo en cuenta, porque Parcells siempre se dirigió a sus entrenadores de manera muy despectiva a ojos externos de una organización deportiva. Era su manera de transmitir, pero en el fondo, y a pesar de que a Belichick le ridiculizó o cuestionó muchas decisiones delante de sus jugadores, al final aquello trascendía a todo. Belichick era el depositario de las dos facetas más trascendentes en el football de Parcells, a pesar de ser conocido por todos como un Bully. Los gritos a B.B., a jugadores, las ofensas, rebajaba a todos como reconocían muchos de sus jugadores. Una conversación que recordaba Harry Carson, MLB, fue cuando Bill B. cantaba una jugada e inmediatamente, sin gesto alguno, Parcells comentó: “ no quiero esa mierda, Belichick” y este se quedaría en un: “…pero Bill…”, para que Parcells siguiera: “quiero la jugada planeada para esto, no esa…”. Finalmente Belichick hizo lo que ordenó Parcells, porque sabía el orden disciplinario, porque conocía los mandos y la jerarquía en cada toma de decisión. Él era Coordinador y aquí se lo ordenaba el HC. Por esta razón, Parcells confiaba ciegamente en Bill, porque sabía que el orden de las cosas estaría a salvo.
Cuando Parcells abandonó el puesto de Coordinador defensivo sus jugadores lo echarían de menos, pero poco a poco B.B. fue ocupando su vacío. Cuando el propio Carson falló un placaje en una determinada situación, ridiculizado por B.B. por haber cerrado los ojos, utilizaba los antiguos métodos de la repetición. En el siguiente entrenamiento emplearía el tiempo necesario para repetir la misma situación y hacer a Carson llevarla a cabo una y otra vez hasta el agotamiento. Al final todos los jugadores acabarían diciendo que, a pesar de las críticas y gritos, incluso en público, Belichick les hizo mejores jugadores. Carson recordaría esto y desde entonces nunca volvió a cerrar los ojos en un placaje.
Todo cambió en la temporada 1985-86, cuando Belichick se da cuenta de que, contando con el apoyo de los jugadores, podría enfrentar las decisiones de Parcells, siempre dentro del conocimiento de la jerarquía de mandos. Los jugadores empezaban a darse cuenta del talento de B.B. y simplemente acudían a él antes de los partidos para que le diera los apuntes necesarios, no querían tener que pensar en la ejecución, simplemente querían saber qué hacer en cada situación, sin pensarla. Carson diría: “…íbamos a él para que nos dijera qué hacer, porque cuando piensas en las cosas, estás muerto, y B.B. pensaba por nosotros…”. Belichick siempre tenía un plan. Cuando destrozaron a los 49ers en el primer partido de playoffs de aquel año, el plan había sido anular a Montana por el centro, impedir sus escaladas y forzarle a moverse lateralmente, claro que con L.Taylor, Banks y Carson todo era más sencillo. Antes del Super Bowl contra los Broncos, su plan tenía dos vertientes: Uno, sobre el juego, anular a Elway; otro sobre su propio equipo, sobre su hombre, mantener despierto a L.Taylor.
Y así tuvo que echar mano de su aprendizaje sobre cómo acercarse a sus discípulos, sobre cómo ser profesor, aquello que aprendió desde joven con su madre: no todos son iguales, no se debe tratar igual a cada uno porque eso mismo sería desigual. Taylor se dormía en las sesiones de cinta, charlas técnicas, despreciaba cualquier enseñanza porque confiaba a ciegas en su talento y capacidad de ejecución… En una sesión B.B. le dirige una apreciación a L.T., pero este no responde, así que se la repite y sigue sin responder; se acerca a su mesa, le quita las gafas de sol, y comprobó que estaba dormido, en la semana de Súper Bowl. La acabaron ganando a los Broncos por un marcador de 39-20, pero antes tuvo que adaptarse a sus jugadores, a su gente, al rival, a todo. Y a pesar de ello, ni el GM, George, creía en Belichick como HC. Nunca lo creyó y, como recordaba Chris Mara, George Young decía que Belichick tenía una personalidad que poco enganchaba con la prensa. Sin embargo su acercamiento fue in crescendo con los medios locales, y muchos dirían que es el mejor entrenador con el que se encontraron nunca, los detalles de la jugada en sus explicaciones eran extraordinarios, así lo reconocía Klein del Star Ledger, que recordaba como incluso les ayudaba a entender mejor el deporte.
De nuevo Belichick enfrentaba otros playoffs, después de una buena temporada 1989. La de 1990 le cambió para siempre. En la lucha por la NFC, B.B. vuelve a anular no solo a Montana, sino a Jerry Rice también, impidiendo cualquier anotación de touchdown y comprando billete para el Super Bowl, donde esta vez lo harían con su quarterback suplente, Jeff Hostetler, frente a unos imparables Buffalo Bills. Al mando de la famosa no huddling K-Gun offense de los Bills estaba aquel hombre que le dio su primera oportunidad en el mundo profesional, Ted Marchibroda.
Para afrontar el Super Bowl XXV, Belichick creía firmemente que Jim Kelly no era el mejor QB leyendo defensas y mucho menos aún aquellas que ocultaban formaciones en la alineación inicial. La mejor defensa de aquel año fue la de los NYG, y Bill así lo creía porque las defensas se juzgan mejores o peores por un orden:
- Puntos consentidos;
- Turnovers forzados;
- Yardas permitidas.
Aprendió de su partido en la liga en el que perdieron contra los Bills 17-12, dejando la carrera de Buffalo en 65 yardas de 24 carretajes y permitiendo 212 yardas por aire. Belichick sabía que había errado en la táctica, aunque los números habían sido razonablemente buenos. Así, durante las semanas previas, azuzó a sus jugadores con una frase previa al SB: “…dejaré este negocio si Thurman Thomas corre por más de 100 yardas y nosotros perdemos…”. La clave era esa, invitar a Buffalo a correr. “…las yardas de carrera deben ser la menor de nuestras preocupaciones, Thomas es un gran halfback, pero lo que no queremos es un partido donde lancen el balón 45 veces…”. Castigar a los receptores y forzar la carrera era la clave del partido, y lo tenía que vender seriamente a sus jugadores. Llegó el partido y la disposición de B.B. no era un 3-4, o sí podría parecerlo en ocasiones, pero la realidad es que era un constante 2-3-6. Solo dos hombres en el frente con paquetes 3-3 de nickel variados. Y ese partido se ganó, con un Field Goal errado por Bills, pero se ganó con una defensa inmensa que tenía un plan, el plan de Belichick. Ese plan alcanzó el Hall of Fame, a disgusto de Parcells. Este lo cuestionó seriamente y llegó a decir que:
Esto es cierto, así lo reconoció el propio Belichick diciendo: “ …el ataque ayudó muchísimo a la defensa, fue indudable…” pero cuando la defensa estuvo tan poco en campo, es porque permitió pocos avances y posesión al equipo rival. Belichick había llegado al culmen de su formación como entrenador. Sabía lo que quería en defensa, pero también en ataque.
Su carrera como HC empezó en Cleveland, con los Browns, y tras su polémica decisión de echar a su QB Kosar y, sobre todo, por el traslado de los Browns a Baltimore para convertirse en los Ravens, B.B. fue despedido un 14 de febrero de 1996. A partir de ahí fue asistente y coordinador con Parcells en New England, llegando a otro Super Bowl, esta vez con derrota. Posteriormente sigue a NY Jets, como HC interino hasta la contratación de Parcells, aguantando de 1997 a 1999 como asistente y coordinador defensivo. En el año 2000 es contratado por los New England Patriots, y el resto es ya historia.
Que su ofensiva haya sido el sistema Perkins-Erhardt no es una casualidad. Lo acabamos de exponer: se trataba de un sistema muy empleado por Parcells en Giants. Más allá de todo lo explicado y vivido con Charlie Weis como hombre clave en ese inicio, el uso de 2 TEs como Wiggins y Edwards (este como FB titular muchas veces), los 5 receptores... Weis recuerda en su libro No excuses la primera jugada que cantó en el S.B. XXXVI: Zero Flood Slot Hat Seventy-eight Shout Tosser. Ahí recoge, injustamente resumido, lo antedicho. Posteriormente ya vienen adaptaciones de Belichick, especialmente a partir de 2011, cuando introduce el up-tempo no-huddle offense. Pero sobre todo en la defensa siempre ha llevado los mandos, y su sistema 3-4 Fairbanks-Bullough se basaba en la línea de 3 defensores teniendo por detrás 4 LBs, el “Will”, el “Mike” (del medio hacia el strong side), el “Jack” (del medio hacia el weak side) y el “Sam”; y por supuesto, 6 DBs. Lo que da este sistema es la flexibilidad necesaria para que los LBs puedan tomar decisiones de ir a por el QB, de atacar la carrera, de caer en cobertura. Es un 2-gap system que obliga a los DLs a atacar ambos gaps de su Liniero ofensivo. Este sistema permitió muchísima flexibilidad, contando con jugadores con alto football IQ que se adaptaría a cualquier tipo de ofensiva planteada.
El paso de B.B. por New England da para libros, un sinfín de artículos y aun así sería insuficiente. Belichick es quien es porque fue quien fue, desde niño, desde que recorría con su padre los EEUU para el scout, la cinta de 16mm, las anotaciones, su ice-pick method, su disciplina y aguante, su forma de hacer las cosas, su genio.
Su genio.