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Los Baltimore Ravens se ganan el respeto de la liga y otros asuntos de la Semana 7

Mientras avanza la temporada, uno de los factores más decisivos a los que hay que prestar atención es a la evolución de los equipos. Muchos de los grandes aspirantes saben gestionar su progreso para llegar fuertes a la parte decisiva de la temporada y otros que empiezan con problemas o que han introducido nuevos sistemas ofensivos o defensivos experimentan cambios –sea en positivo o en negativo– que envían un mensaje de dónde va a estar ese equipo en la temporada. En la séptima semana hemos podido llegar a varias conclusiones respecto a los equipos aspirantes: todas las señales que nos venían enviado los Ravens desembocaron en una realidad, cuando todo les encaja son un equipo temible. Y por otro lado, los Dolphins y los Lions todavía ‘tienen que hacerse mayores’ para poder competir por grandes cosas. No es que no puedan o queden descartados, no, nada de eso; simplemente todavía tienen trabajo en cuanto a su consistencia cuando llegan las grandes citas.

Los Ravens hacen click

Durante semanas, el ataque de los Baltimore Ravens estaba enviando señales de lo que podría llegar a ser cuando todo encajara, cuando sus receptores no dejaran caer balones perfectamente lanzados por Lamar, cuando el equipo fuera capaz de mantener el nivel durante los cuatro cuartos… Y esta semana sucedió en la cita más exigente que probablemente han tenido hasta el momento. El ataque de Todd Monken supone una enorme evolución respecto a lo que venían tiempo proponiendo Greg Roman, un salto a la modernidad y sobre todo un cambio a un sistema donde lo aéreo ganaba peso frente a lo terrestre. Una idea de juego que iba a exigir lo mejor de la Lamar Jackson pero que también le iba a facilitar mostrar su mejor versión.

Y Lamar está respondiendo. Creo que es la mejor y más completa versión de Lamar Jackson que hemos visto hasta el momento en la NFL –sí, superior a la que ganó en MVP– y es que nunca hemos visto al QB de los Ravens con esa presencia en el pocket, nunca con esa paciencia para progresar en sus lecturas. Lo que antes era buscar su primer pase o como mucho progresar a la segunda lectura o escapar del pocket como alma que lleva el diablo, ahora se ha convertido en un QB que domina desde el pocket, que escanea el campo si prisa y pasa de una progresión a otra si impacientarse ni recurrir a la opción terrestre a la mínima que lo que busca no está ahí. Es algo que se ve perfectamente cuando le mandan blitz. Antes, Lamar hacía mucho daño contra el blitz gracias a sus piernas, a los scrambles, pero ahora cuando llega esa presión extra, Jackson está encontrando a su segunda o tercera progresión en los pases y haciendo daño como pasador desde dentro del pocket; algo en lo que ha evolucionado y le está convirtiendo en mejor QB. Y lo que es mejor, por supuesto sigue siendo capaz de hacer daño con sus piernas. La diferencia es que ahora lo hace no por obligación si no en los momentos adecuados –y cuando es por obligación es capaz de convertirse en Houdini y escapar de lugar de donde parecía que no había salida–. Con todo, estamos viendo al mejor Lamar Jackson que hemos visto nunca.

A todo esto tenemos que sumar una defensa que está asombrando, que es capaz de hacer daño a los ataque rivales, que no manda excesivo blitz pero cuando lo hace sabe hacerlo desde diferentes lugares, confundiendo y complicando mucho más la protección al QB y cuando presiona con cuatro también sabe hacerlo de manera muy efectiva. Una defensa donde su pareja de linebackers está dando una exhibición cada semana, Roquan Smith y Patrick Queen son los ecualizadores de una unidad que suena muy dominante. Mike McDonald ha logrado asentar esta defensa como una de las mejores de la liga y ahora mismo los Ravens, si son capaces de mantener una constancia, se presentan como una de las principales alternativas de la Conferencia Americana.

Los Dolphins y los Lions tienen que hacerse mayores

Es cierto que ambos jugaban fuera de casa ante rivales temibles a los que es muy difícil sorprender a domicilio, pero si realmente dos de las principales sensaciones de esta temporada, Miami y Detroit, quieren ser realidades y aspirar a llegar lejos en enero, deben madurar, hacerse más duros y ser capaces de sacar adelante este tipo de partidos.

A los Lions les llegó un golpe de realidad que para cuando se quisieron poner ya tenían el partido perdido. Detroit comenzó con tres ‘3 y fuera’ seguidos y cuando consiguieron su primer 1º down del partido ya perdían por un distancia insalvable. Las cuatro primeras visitas de los Ravens a la Redzone se resolvieron con cuatro touchdowns y con 28-0 ya no había más partido por delante. Lo podemos achacar a las bajas o lo que queramos, pero lo cierto es que los Ravens se impusieron en las trincheras en todas las fases del juego y anularon por completo todas las fortalezas de unos Lions completamente inermes.

Para Miami, que compitió mucho más que Detroit y estuvo más cerca de los que dice el marcador final, fue la derrota de su velocidad contra la fuerza y el poderío de Philadelphia. La línea defensiva dictó por completo lo que iba a suceder, conquistando el backfield una y otra vez y eliminando por completo el juego de carrera de los Dolphins. Toda la creatividad e imaginación a la hora de buscar opciones terrestres quedó eliminada por Reddick y compañía, que estaban en la cara de cualquier jugador que portara el balón por detrás de la línea de scrimmage. Con ese panorama, solo quedaba recurrir al juego de pase, que funcionó, pero no tan bien como en otras ocasiones. En el lado positivo, Miami al menos sabe que esto no fue un demérito de Tua o que la derrota es por su culpa. El QB de los Dolphins estuvo preciso y navegó bien un partido muy complicado a pesar de la intercepción final cuando buscaban el empate.

Para los Eagles este triunfo es un espaldarazo de confianza, apoyado como decíamos en su defensa y en un AJ que las últimas semanas ha aparecido como el salvador y el recurso constante al que aferrarse cuando aparecen la dudas. La incorporación progresiva de Dallas Goedert como un arma funcional y sostenible en el ataque también es uno de los motivos para hablar de crecimiento en una ofensiva a la que todavía le queda camino por recorrer. Pero la del domingo por la noche es una victoria convincente que da muchísimo crédito a unos Eagles que siguen arriba del todo en la Nacional y en la NFL.

La vida sigue igual para los Chiefs

Mientras nos debatimos en encontrar a un nuevo mejor equipo y la NFL está más igualada e incierta que nunca, con todos los candidatos mostrando debilidades, los Kansas City Chiefs suman y siguen. Si hacer ruido, sin estridencias pero ganando seis partidos consecutivos y colocándose con el mejor récord de la NFL sin que nadie se fije mucho en ellos y dando por hecho que nos hemos acostumbrado tanto a su excelencia que ya la damos por hecha.

La realidad es que, una vez más, los Chiefs están en la cima. Y se colocan ahí sin necesidad de apretar el acelerador; eso es lo que les hace realmente temibles, saber que todavía les quedan unas cuantas marchas que subir y que saben hacerlo cuando llega el momento de la verdad. Frente a los Chargers consiguieron una de sus actuaciones ofensivas más contundentes de la temporada desde formaciones pesadas contra las que la defensa de Los Ángeles no se atrevía a poner tres linebackers. Y aun así eran incapaces de frenar a Mahomes encontrando a Kelce una y otra vez. Una y otra vez. A Kelce y hasta a diez receptores en total. El año que parece que Mahomes tiene peores armas aéreas, está consiguiendo poner a funcionar a todo el mundo. Kelce es la certeza, pero Rice está creciendo cada semana y tomando ese papel de segundo receptor de posesión que tan cómodo le hace sentir a Mahomes y MVS sigue siendo la amenaza profunda. Y Hardman está de vuelta. Y todos suman.

Tiene muy buena pinta lo de los Chiefs, especialmente cuando se confirma cada semana que esta es la mejor defensa chief desde que Mahomes juega en Kansas City. Que abrir a Chris Jones como rusher exterior está siendo muy efectivo. Que se ha sentido en positivo la vuelta de Omenihu, que McDuffie apunta a estrella y Sneed está jugando una gran temporada, que en la línea de linebackers hay calidad y profundidad… En resumen, que esta versión de los Kansas City Chiefs vuelve, otra temporada más, a ser un candidato sólido al anillo. El candidato número uno salvo que alguien diga lo contrario.

Myles Garrett es una fuerza de la naturaleza

Poco estamos hablando de la temporada del Pass Rusher de los Browns, que probablemente, de momento, es el candidato número uno a jugador defensivo del año. En el partido frente a los Colts directamente es imposible explicar la victoria de los Browns sin responsabilizar directamente a Garrett de la misma. Siete placajes, dos sacks, un placaje para pérdida de yardas y dos fumbles provocados, uno de ellos que resultó directamente en un touchdown de la defensa.

La manera en la que Garrett está dominando partidos es la principal razón de que los Browns sigan sumando victorias a pesar de que Deshaun Watson no funciona y de que el principal arma ofensiva de Cleveland, Nick Chubb, se lesionó a las primeras de cambio. Y el salto en la producción de Garrett –que no en su talento ni en su juego, eso ya estaba ahí– se explica fácilmente nombrando a Jim Schwartz y su sistema defensivo y también con la ayuda que ha llegado en el pass rush, que hace que no toda la absoluta atención se centre en Garrett. Pero Schwartz está disfrutando de su juguetito usando lo por dentro y por fuera y Garrett está respondiendo con una temporada de ensueño hasta el momento.

Por cierto, Garrett ayer superó a Reggie White –esto sin palabras mayores– como el jugador con más sacks antes de cumplir los 28 años. Cambio del Hall of Fame va la carrera del número 95 de los Cleveland Browns.

Los Bills se caen en defensa

Sin Daquan Jones, sin Ed Oliver, sin Tredavious White y sobre todo sin Matt Milano la defensa de Buffalo no tiene nada que ver con la que vimos a principio de temporada. Ahora es vulnerable, tiene puntos evidentes donde se le puede atacar y en esta jornada un ataque patriot, que no encontraba la manera de funcionar, jugó probablemente su mejor partido de temporada. El rush de los Bills no hizo ni cosquillas a Mac Jones, que estuvo más cómodo, lanzó más rápido y encontró un touchdown final para Gesicki que da algo de aire a los Pats, pero sobre todo expone todas las dudas de unos Buffalo Bills que, desde que endosaron una paliza a los Dolphins, se han metido en un mar de dudas en su juego.

La defensa de los Patriots limitó el juego de carrera, consiguió presionar por dentro y obligó a Josh Allen a tomar decisiones rápidas, que en la primera parte no funcionaron y en la segunda mejoraron y Allen encontró soluciones, pero la defensa retrasó lo suficiente a los Bills para permitir a su ataque ganar el partido.