El mundo nunca fue financieramente tan feliz como en 2007. Si querías comprarte una casa, el banco te prestaba cuanto necesitabas y hasta te obligaba moralmente a aumentar tu crédito para que te compraras también el coche, por lo fácil y barato que te lo ponía. Hasta el papeleo era sencillo, porque quien te prestaba el dinero conseguía a su vez su cuota de felicidad en forma de una generosa comisión inmediata. El mundo iba cuesta abajo y en piloto automático, y nada hacía presagiar que aquello fuera a cambiar. Tan cuesta abajo como aquellos Giants que ganaron ese mismo año el campeonato arruinando la temporada perfecta de los Patriots de Belichick y Brady. Entonces, el anillo no dejaba ver la razón del éxito, la casa y el coche impedían ver la hipoteca, y las comisiones y beneficios opacaban un sistema financiero infestado de préstamos que nunca se devolverían. Toda aquella opulencia e imprudencia de excesos durante años, hizo estallar la burbuja al año siguiente, y mostró al mundo la realidad de un sistema tan obsceno como ineficaz, evidenciando el inmenso autoengaño al que se había sometido.
Durante aquellos años, los Giants disfrutaron de su propia época de bonanza y el posterior estallido de su burbuja. A sus 2 campeonatos con Tom Coughlin y Eli Manning le siguió una década de miseria y ostracismo deportivos con un sistema de gestión precario que también se quedó obsoleto. Con él alcanzó mínimos históricos bajo la dirección de Dave Gettleman, que empezó su gestión arriesgándolo todo para conseguir un último anillo a Eli Manning. Fue en aquellos años, ajena a la realidad y a la consideración del resto de la liga, cuando la afición neoyorquina desarrolló un extraño exceso de ilusión (al que ellos llaman hype) y un constante reclamo de la atención perdida como mecanismo de autodefensa. Creó su propio entorno de autocrítica, de la misma manera que surgieron durante la crisis financiera las primeras criptpmonedas, como una alternativa al dinero común. Esa criptomoneda emocional se expandió entre los fans de la gran manzana como las hipotecas de los banqueros en la burbuja, y a pesar de la sucesión de temporadas nefastas el “Giantcoin” nunca se desplomaba. Y todo aquel que no estuviera en aquel nodo, se convertía automáticamente en un hater, incluso si era fan de Giants.
Esa criptomoneda aumentó considerablemente su valor tras la pasada temporada. Los nuevos brokers de John Mara, Joe Schoen y Brian Daboll han optimizado el paquete de activos que heredaron del régimen anterior para volver a llevar a los Giants no sólo a un balance positivo, sino incluso a ganar un partido de playoff, antes de ser asfaltados por los Eagles en la ronda de divisionales, lo cual no impidió que su criptodivisa dejara de subir. Recuperar la notoriedad y la atención del resto de la liga ha impedido ver que hasta ahora, todo se ha limitado a un control de errores y daños, sobre todo de Daniel Jones, que fue el QB que menos lanzó en profundo la pasada temporada con tan solo 22 pases de más de 20 yardas. Añadamos a eso que fue Saquon Barkley quien llevó el peso del ataque y que los Giants sólo pasaron de 24 puntos en 3 de sus 19 partidos del pasado curso (uno de ellos contra los Colts).
Vaya por delante que me parece una actitud inteligente minimizar riesgos cuando empiezas a invertir en un mercado que desconoces. Lo que no tengo tan claro es si es buena idea cambiar la política de inversión manteniendo el mismo tipo de activos, ya que los Giants han gastado más de $100M de promedio anual en contratos para retener a los jugadores que ya tenían y que se quedaron cortos para competir el playoff el pasado año. Aquellos con los que ahora esperan dar el paso al siguiente nivel. Daniel Jones ($40M), Dexter Lawrence ($22M), Andrew Thomas ($23M), Saquon Barkley ($10M) y Darius Slayton ($6M), se han convertido en el grueso de la cartera de inversión a corto y medio plazo de los New York Giants. Porque las cantidades que han pagado y la duración de los contratos, en base al dinero que garantizan, invitan a pensar que el objetivo es pegar un pelotazo más pronto que tarde. Pero tendrán que conseguirlo optimizando la inversión en el resto de la plantilla, porque será difícil revalorizar por ejemplo a Daniel Jones pagándole su valor máximo, si no por encima, teniendo en cuenta lo poco que ha demostrado hasta ahora. Ni que decir tiene que esto no aplica con la criptodivisa, ya que Daniel Jones es el nuevo Eli Manning.
Sea como fuere, Schoen ha hecho muchas inversiones muy inteligentes. Ha gastado en valores muy fiables como Dexter Lawrence, Andrew Thomas y Bobby Okereke, ha apalancado el dinero justo y por poco tiempo en Saquon Barkley y Darius Slayton, y ha evitado seguir gastando a futuro en jugadores caros y de dudosa producción como Leo Williams, al cual sigue sin extender su contrato. Pero seguramente está arriesgando todo a activos muy volátiles. Además del alto coste por los 15 TD de pase de Jones de 2022, Darren Waller, que sin duda es un jugadorazo, lleva 2 años sin estar sano toda la temporada (se ha perdido 15 partidos entre 2021 y 2022) y sólo ha superado los 3 TD en una de sus temporadas NFL. Parris Campbell, quien jugó menos de la cuarta parte de sus partidos durante sus primeras 3 temporadas en la liga, ha sido convertido en una de las piezas centrales del ataque, A pesar de sus 5 TD en 4 años.
La ansiedad competitiva que ha generado la victoria de playoff en Minnesota ha convertido el proyecto de los Giants en uno para ganar ahora. Quien dice ahora, dice en los próximos 2 años, pero va a depender del crecimiento sobre todo de los jugadores en los que no han puesto el dinero. El de verdad, porque los Giantcoins ya han comprado una clase del draft que es ciertamente ilusionante, pero que aún está lejos de alcanzar el valor que debería para que los Big Blue puedan competir al más alto nivel. Sobre todo teniendo en cuenta que del draft de Schoen en 2022 (11 jugadores, 2 primeras rondas) sólo Thibodeaux (1ª ronda) y Bellinger (4ª ronda) han mostrado algo parecido a un jugador “inteligente, duro y confiable”, como reza el lema de Brian Daboll. Es mucho suponer que una línea ofensiva con Ezeudu (LG), Jon Michael Smitz (C), Bredeson (RG) y Evan Neal (RT) va a convertirse de golpe en una muralla para Daniel Jones y un generador de autopistas para Saquon. Y probablemente esa presunción de desarrollo exitoso de Daniel Jones y su línea ofensiva sea el criptoactivo más volátil de todos. Lo que sí parece claro es que Evan Neal y JM Smitz son el comienzo de todo para que el ataque pueda optimizar las inversiones de Jones, Waller y Jalin Hyatt (WR, 3ª ronda 2023), así como la de los picks ya invertidos en el resto del ataque. Afianzar los 2 tackles ofensivos deberá ayudar a los guards, y la línea ofensiva en su conjunto al juego del quarterback. Sí, lo sé, parece que estoy a punto de comprar criptodivisas. Pasar a estar en la mitad superior de los ataques de la liga debe ser el objetivo, cualquier otra cosa sería un soberano fracaso. Pero no va a ser tarea fácil ya que los de Nueva York se enfrentarán a 7 de las mejores defensas de la NFL en sus 11 primeros partidos (7 de los cuales son como visitante).
Otro criptogasto es el de Brian Daboll, al que ya nadie discute. Dar por hecho que será capaz de hacer con Daniel Jones lo que hizo con Josh Allen es mucho suponer, ya que la materia prima de uno y otro parece bastante diferente. Así como el ojo que los seleccionó. A los fondos de inversión les podría costar invertir en el head coach de una franquicia que en su pasado reciente ya despidió a varios entrenadores en su segunda temporada tras una buena primera.
La defensa pinta a una apuesta algo menos arriesgada, pero también hay que ser cautelosos, porque Wink Martindale tiene mucho activo que revalorizar. Schoen ha gastado en A’Shawn Robinson, Nunez-Roches y Okereke para tapar el descosido constante que tuvieron los Giants defendiendo la carrera en 2022. Y ha usado su pick más valioso del último draft en Deonte Banks (CB) para dar el giro a la secundaria y que esta pueda ser más agresiva hombre a hombre desde la línea de scrimmage. La referencia es aquella unidad con la que Martindale ya sembró el terror en Baltimore. Además, el training camp ha destapado otra criptosorpresa. Tre Hawkins, otro CB rookie, de 6ª ronda de este año, podría ser el último eslabón que necesitaba la secundaria, para jugar en el lado opuesto de Banks y mandar a Adoree Jackson al slot. Xavier McKinney y Jason Pinnock deberían hacer el resto. Las gráficas de Brian Daboll deberían indicar cuan arriesgado será empezar en los flancos con 2 CB rookies frente a uno de tus rivales directos en la división. Lamento decir que no tengo información privilegiada al respecto. Pero parece que riesgo, hay.
Donde no lo hay es en lo referente al kicker. Graham Gano es un Bono del Tesoro, poco riesgo y te da poco más de lo que te cuesta, pero le da mucho a los Giants. El año pasado fue el causante de un puñado de victorias, y de cara a este año da la tranquilidad de no tener que buscar una pierna nueva, que no es poco. Las decisiones de 4º down cerca de field goal range seguirán siendo sencillas.
Si la criptoinversión de Joe Schoen y Brian Daboll revaloriza una gran parte de los activos de su cartera de 53, los Giants habrán dado un paso importante. Pero este no será en la dirección correcta si Daniel Jones no es capaz de llevar a cabo un crecimiento tan exponencial como el de sus ganancias. La inflación del QB promedio ha sido tolerada en otros mercados durante un tiempo, pero es de las inversiones más ruinosas. En Dallas y Minnesota saben la de tiempo y dinero que han invertido, no sólo en los contratos de sus QB, sino también en los del resto de jugadores de proyectos que no fueron a ninguna parte. Miles de ilusiones truncadas en los domingos negros de wildcards y divisionales. Crack.
La exigencia de hypers y haters en los resultados del desarrollo de Daniel Jones marcará los beneficios reales de una inversión que, a día de hoy, parece tremendamente arriesgada y de difícil ganancia. Dónde pongan los Giants la línea de su éxito, y cuánto aspiren a mejorar al QB a corto plazo, mostrará si Nueva York está ante su deseado pelotazo, o si por el contrario, está ante otro bono basura de productos premium junto con hipotecas que nunca serán pagadas y que se dilatarán innecesariamente en el tiempo. Conformarse con sólo un buen balance o ganar la división para empezar a aspirar al campeonato será la señal inequívoca para John Mara para que la música de la gran apuesta de Schoen y Daboll tenga o no que parar.