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Manual rápido para romper a una estrella

Caleb Williams entraba en la temporada como uno de los grandes alicientes del año. Hacía mucho tiempo que no veíamos un quarterback con tanta proyección saliendo del College como Caleb. Y con los Bears no teniendo originalmente la primera selección del Draft pensábamos que hacía mucho tiempo que no veíamos a un pick #1 del Draft tan bien rodeado.

El grupo de skill players de los Bears llegaba a 2024 como uno de los mejores de la NFL: con DJ Moore tras su mejor temporada en la NFL y superando las 1300 yardas, con un objetivo grande y poderoso para pelear balones 50/50 y todo un pick top-10 del Draft en Rome Odunze y con un veterano como Keenan Allen capaz de hacer mucho daño desde el slot y habiendo superado las 10.000 yardas totales en su carrera en 2023.

Pero no solo eso, es que Caleb Williams tenía a su disposición también a un seguro en la posición de Tight End como Cole Kmet, que por cierto también venía de la mejor temporada de su carrera, y para apuntalar el juego de carrera los Bears se hicieron con todo un D´Andre Swift, que había conseguido superar las 1.000 yardas terrestres en Philadelphia el año pasado.

Pero es que, sinceramente, no hay ningún grupo de skill players que pueda sobreponerse a una franquicia sin rumbo. Y con el despido el martes de su coordinador ofensivo Shane Waldron, que solo ha durado 9 partidos, los Bears constataron que ahora mismo son eso. Una franquicia sin rumbo y sin ningún plan para su estrella.

Tras pasar por encima de los Jaguars en Londres y colocarse con un récord de 4-2 parecía que los problemas ofensivos de los Bears durante el primer mes de la temporada habían quedado en nada. Nada más lejos de la realidad. En los últimos 3 partidos los Bears han promediado 9 puntos por partido y han salido derrotados ante Washington, Cardinals y Patriots sin apenas presentar resistencia.

¿El por qué? Pues porque los Bears (y las lesiones) han fallado en reformar por donde nacen y mueren todos los buenos y malos equipos: la línea ofensiva. Once jugadores distintos han jugado al menos 20 snaps en la línea ofensiva para Chicago, el equipo con más rotación de la Liga en una de las posiciones donde más importante es la estabilidad. El resultado es que en los últimos dos partidos Caleb Williams ha recibido 15 (sí, quince) sacks.

En los últimos 3 partidos Caleb Williams ha sido presionado en un 53%, 46% y 44% de los snaps. Y así es prácticamente imposible jugar. Uno de los grandes problemas que tenía Williams en USC era su tendencia a retener el balón hasta el último momento y su incapacidad para quitarse el ovoide rápido de encima. En la Universidad su tiempo para lanzar era superior a los 3 segundos y pese a que estos números han bajado en la NFL (actualmente es de 2.9 segundos) sigue siendo uno de los más altos de la competición (el 9º más alto).

Y lo peor de todo esto es que los equipos rivales han encontrado la receta para parar a los Bears: mucha defensa al hombre y mucho blitz. Los rivales ven a los receptores de los Bears incapaces de superar a los cornerbacks rivales y ven a su línea ofensiva incapaz de frenar la presión rival. Los Patriots jugaron defensa al hombre en un 61% de los snaps y fueron con más de 4 hombres a la presión en casi el 50% de los pases.

Mientras que Jayden Daniels ha jugado mejor que Caleb esta temporada (y Drake Maye también) no estoy preparado todavía para pensar en Williams como un bust. Sí, sus últimos 3 partidos bordeando el 50% de completos y solo superando las 200 yardas en uno de ellos son seguramente la peor racha de tres partidos de cualquier novato esta temporada pero el de los Bears ha tenido flashes de auténtica superestrella, y eso merece la oportunidad de repensar el equipo para 2025 y volver a la carga con un Caleb Williams mucho más preparado.