El mundo del futbol americano perdió a una de sus mentes más brillantes: hace un par de días, el legendario entrenador Mike Leach murió a los 61 años por complicaciones derivadas de una afección cardíaca.
Leach, a quien apodaban The Pirate por su curiosidad intelectual y por aquel mantra de “Swing your sword” que abanderó desde sus tiempos como head coach de Texas Tech, fue el gran responsable de democratizar la ofensiva Air Raid, probablemente la última gran revolución conceptual del juego de pase. Para ponerlo en perspectiva, el Patrick Mahomes que ha tiranizado la NFL no se entendería sin hablar de dicho sistema.
La Air Raid en su estado más puro nació en los muros de la Iowa Wesleyan University, durante el otoño de 1991, en el condado de Mounty Pleasant, mientras Leach fungía como coordinador ofensivo de los Tigers bajo las órdenes de Hal Mumme, con apenas 30 años. La premisa era sencilla: perpetuar las ofensivas en serie. Es decir, a partir de un puñado de conceptos, la ofensiva debía ejecutar jugadas en secuencia y tomar decisiones sobre la marcha. A esta pequeña gran revolución, muchos entrenadores y periodistas de la época tuvieron a bien denominar “baloncesto sobre césped”.
“Son jugadas de patio trasero”, explicó el escritor y periodista S.C. Gwynne, autor del indispensable The Perfect Pass: American Genius and the Reinvention of Football. “Enseñas a tus jugadores a leer el campo, encontrar espacios abiertos. Si tienes 600 jugadas, no puedes hacer eso. Pero con ocho jugadas, puedes. Y lo haces una y otra vez hasta que lo entiendes. Fue un gran cambio en el juego”.
Sobre el terreno, la ofensiva Air Raid se suele ejecutar desde la formación escopeta, con cuatro receptores abiertos, un corredor y un gap muy amplio entre los linieros ofensivos. Por diseño, el sistema dota al pasador de una gran autonomía a la hora de interpretar y leer la defensiva rival para cambiar las jugadas en la línea de golpeo y, al mismo tiempo, le exige de un mayor grado de precisión. La idea de lanzar jugadas sin reunión es evitar que la defensiva haga sustituciones de personal y establecer ofensivas con mucho ritmo.
Es importante distinguir una cosa: este sistema-filosofía no busca propiciar que una ofensiva conecte más pases profundos, sino que sea capaz de explotar todas las zonas del campo. Precisamente aquí surge uno de las claves a la hora de explicar el sistema: los mismatches. Bajo la idea de tener receptores explosivos y lineros ofensivos ágiles y no necesariamente grandes, se busca crear emparejamientos favorables en todo el campo, estirándolo en vertical y horizontal.
La Air Raid se puede tangibilizar de distintas maneras: ya sea explotando el concepto Mesh (propiciar contactos y obstruir asignaciones individuales con rutas cruzadas de afuera hacía adentro), el Y-Cross (un TE o receptor de ranura, distinguidos como la pieza “Y”, corren una ruta cruzada para abrir espacios por todo el campo) o el Verticals (rutas verticales para sobrepoblar las zonas profundas).
Quizá en ningún otro lugar fue más visible la impronta de la Air Raid que en la conferencia Big 12, luego del arribo de Leach como coordinador ofensivo de Oklahoma, donde estableció las bases para que Josh Heupel comandará a los Sooners al campeonato nacional y se convirtiera en un legítimo aspirante al trofeo Heisman. Tras permanecer apenas un año en el staff de Bob Stoops, recibió las llaves del programa de futbol americano de Texas Tech como responsable absoluto. Durante casi una década, revolucionó la conferencia y el futbol americano colegial. De hecho, en su primer año en los Red Raiders le dio la titularidad detrás del centro a Kliff Kingsbury, el hoy entrenador de los Arizona Cardinals y guardián del sistema en la NFL actual. Aunque su influencia se puede palpar, también, en los playbooks de Andy Reid, Josh McDaniels y Doug Pederson, por ejemplo.
Años atrás, en el umbral de un Alabama-Mississippi State, Nick Saban, el entrenador más laureado de los últimos tiempos en la NCAA, desgranó las claves del éxito y los atributos revolucionarios de la filosofía instaurada por Leach: “La clave de lo que hace es que estira tu defensiva, analiza el leverage con el que está jugando tu defensiva secundaria, ya sea interno o externo, dividiendo a los profundos y buscando que le concedas la mitad del campo. Tiene mucha experiencia montando ofensivas bajo ese sistema y sabe exactamente cómo sacar ventaja de cada plan defensivo. Por eso creo que es tan difícil contrarrestarlo”.
Pocos recuerdan que la primera gran obra de Leach fue Tim Couch, con quien le tocó coincidir en Kentucky en la segunda mitad de la década de los noventa. Pese a que no tuvo éxito como profesional, Couch se erigió como uno de los prospectos más emocionantes de quarterback en la nación, circunstancia que lo convirtió en el primer pick global del draft de 1999. Tirando nombres actuales, podemos encontrar a Baker Mayfield, Kyler Murray y el ya aludido Patrick Mahomes, quien antes de ser elegido por los Chiefs en el sorteo, tuvo que cargar con el estigma de ser una consecuencia de la ofensiva Air Raid a ojos de los scouts.
Por todo lo anteriormente descrito, sobran los motivos para rendirle tributo a Mike Leach y recordar que sin su inagotable curiosidad intelectual el futbol americano de hoy sería, con toda certeza, un lugar menos interesante.