La grandeza de Joe Namath es propia de un relato épico. Han transcurrido más de 50 años y al exquarterback de los New York Jets lo seguiremos recordando -y adorando- por aquella hazaña en el Super Bowl III cuando, contra todo pronóstico, guió a su equipo a vencer 16-7 a los Baltimore Colts de Johnny Unitas y Don Shula, el Dios padre de los head coach en esa época. En aquellos años la NFL no era como la conocemos hoy: la todopoderosa National Football League se medía a la American Football League (AFL) para arrollar a su rival, así que aquellas palabras de Namath, previo al juego por el campeonato en las que garantizó el triunfo de los suyos, parecían las de un boquiflojo. Pero David venció a Goliat y la historia cambió para siempre.
Los números no mienten. La actuación de Joe Namath en el Super Bowl III se resumen a cero touchdowns, 206 yardas y 17 pases completos en 28 intentos. Entonces, el título de MVP tiene un trasfondo más profundo: su manejo del juego y el liderazgo, una voluntad inquebrantable y el deseo de demostrar que era un error mirar por encima del hombro a la AFC. Quiero ser reiterativa, los números no mienten: en 13 temporadas en la NFL -12 con los Jets y 1 con Los Angeles Rams- Namath sólo tuvo 173 pases de touchdown y 220 intercepciones.
Su porcentaje de eficiencia como quarterback fue apenas de 65.5 y sólo completó 50.1% de sus pases en toda su carrera. Incluso cuando en 1967 lanzó para 4,007 yardas –una cifra fantástica en los 14 juegos de temporada regular que se disputaban entonces– completó 26 pases de touchdown, pero tuvo 28 intercepciones. Un matiz aquí: era una época diferente en la que los quarterbacks sufrían muchas intercepciones.
Joe Namath es un ícono y siempre tendrá un impacto en la cultura popular porque lo que logró es ampliamente conocido y apreciado. Namath pudo fácilmente haber llegado a la NFL con los Saint Louis Cardinals, pero se decantó por un equipo de la AFL. Cierto, los New York Jets fueron exageradamente generosos al darle un contrato que en ese momento fue histórico, más de 400 mil dólares representaban una cantidad enorme para aquel muchacho que salía de la Universidad de Alabama y que en 1965, su año de debut, apareció en la portada de Sports Illustrated con su mítico número 12 que lo acompañaría en su legendaria vida deportiva.
El impacto de Namath llegó en una época en la cual en Estados Unidos el beisbol era el deporte rey y el boxeo y las peleas entre los pesos completos tenían locos a los fanáticos. Eran los tiempos en los cuales la lucha por extinguir la segregación racial se respiraba por todos lados. A él mismo -que nació en el estado de Pensylvania- le tocó ir a estudiar al sur del país y ser testigo de la llegada de los primeros estudiantes negros a las universidades sureñas, la etapa de los hippies y los suspiros por el amor y la paz, así que vivió a la par de figuras del calibre de Muhammad Alí, Los Beatles de John Lennon y no tuvo empacho en usar pantimedias para grabar un comercial que fue escandaloso en la sociedad prejuiciosa de 1974.
“Ahora no uso pantimedias, pero si Beautymist puede hacer que mis piernas se vean bien, imagina lo que harán por las tuyas”, decía Namath en ese anuncio que robó el corazón de miles de mujeres y provocó el desprecio de muchos de sus fans. Disruptivo sería también un buen calificativo para este exjugador de futbol americano que tuvo su propio show de televisión.
A Joe Namath hay que contarlo entre los 100 mejores jugadores de todos los tiempos de la NFL y no, no es un Montana ni un Brady, pero Joe Willie, como cariñosamente ha sido llamado, incluso por el grandioso cineasta Spike Lee, es un inolvidable que no tenía la lengua suelta cuando dijo: “Nosotros vamos a ganar, lo garantizo”. No, Namath le daría a los Jets su primer -y hasta ahora único título- y se echó así a Nueva York a la bolsa. Vaticinó un triunfo con la conciencia de que venía de derrotar a los rudísimos Oakland Raiders en la final de la AFL para enfilarse hacia el Super Bowl III.
Los Jets estaban abajo por tres puntos en el último cuarto del campeonato de la AFL de 1968. El escenario era el estadio Shea, también casa de los New York Mets, y Namath conectó con el receptor Don Maynard un pase de 52 yardas pegado a la banda derecha que abrió la puerta para que después llegara una anotación de 6 puntos y se impusieran por 27-23 a los Raiders que apenas un año antes habían perdido el Super Bowl II frente a los Green Bay Packers.
Joe Namath volvió a ser parte de la historia cuando en 1970 jugó con los Jets en el primer Monday Night Football, una idea que parecía un experimento loco. New York perdió 31-21 ante los Cleveland Browns con tres costosas intercepciones a su quarterback. El resultado no fue lo importante, sino que Joe Namath en un horario y un momento estelar fue la estrella elegida por los ejecutivos de la televisión estadunidense.