El fin de semana pasado se jugó el partido número 117 entre los Ohio State Buckeyes y los Michigan Wolverines, dos de los mejores equipos del futbol universitario que, además, llegaron invictos a este encuentro con un récord de 11-0. Michigan, el campeón defensor de la Big Ten Conference, se impuso 45-23 como local en Ann Arbur y así consiguió su segundo triunfo al hilo, toda vez que el año pasado, como visitante en Columbus, Ohio, ganó 42-27.
Un viejo conocido de la NFL es uno de los más orgullosos por este resultado, Jim Harbaugh. Sí, el exhead coach de los San Diego Chargers y de los San Francisco 49’s ha sido el entrenador de Michigan desde 2015. El año pasado, cuando condujo a los Wolverines al título en la Big Ten, su equipo rompió una racha de ocho derrotas consecutivas (de 2012 a 2019) contra sus rivales más feroces. Por primera vez en 22 años Michigan tiene una racha de dos triunfos en The Game.
Así se le conoce a la rivalidad entre estas dos universidades, The Game. La razón por la que los fanáticos del futbol universitario en Estados Unidos lo llaman de esta forma es por el desprecio centenario que existe entre Michigan y Ohio State. En sus enfrentamientos no está en disputa un trofeo, lo que el ganador obtiene es más importante: el orgullo de decirse vencedor. En un sin número de ocasiones estos dos equipos colegiales han decidido el campeonato de la Big Ten Conference. Se trata de un juego anual que es esperado por todos los fanáticos de este deporte y no sólo por quienes estudian en esas escuelas o viven en esos estados.
Como suele ocurrir en el deporte, la política se mete a la cancha; el deporte se politiza. La historia cuenta que entre 1835 y 1836, los estados vecinos de Michigan y Ohio estuvieron en conflicto por una franja de lo que hoy es Ohio, desde Toledo hasta la frontera con el estado de Indiana. El problema fue tan grave que el presidente Andrew Jackson tuvo que intervenir para resolverlo. Logró que Ohio se quedara con esa franja de tierra y, a cambio, Michigan ocupó lo que hoy es la península superior que está, literalmente, sobre el estado de Wisconsin (para mayor claridad, un mapa de esa franja en Estados Unidos).
El encono entre los habitantes de uno y otro lugar se quedó encajado, pero encontró una salida cuando las universidades en un emparrillado descubrieron un nuevo terreno para la batalla. Para seguir ad hoc con la Copa del Mundo de Qatar 2022, es un odio como el que destilan Inglaterra y Argentina por la invasión a las Malvinas. En el Mundial de México 86 Maradona tomó venganza para los suyos con la famosa Mano de Dios.
La Universidad de Michigan comenzó su programa de futbol americano en 1879 y Ohio State en 1890. Esa década le dio a los Wolverines una ventaja: Michigan ganó 19 de los primeros 24 juegos. El head coach Fielding Yost fue el artífice de ese éxito inicial. Convirtió a Michigan en una potencia del futbol universitario. Pero Ohio State no se quedó atrás e hizo un movimiento clave al contratar a Francis Schmidt como head coach. Los Buckeyes ganaron cuatro juegos consecutivos con una puntuación combinada de 114-0, entre 1934 y 1937. A principios de la década de los cuarenta, otro viejo conocido de la NFL, Paul Brown (Cleveland Browns y Cincinnati Bengals), dio un golpe de timón como head coach y encaminó a la OSU a obtener su primer título nacional.
Es complicadísimo poder sintetizar o mencionar los momentos más emblemáticos de estos 117 juegos disputados en más de un siglo rivalidad entre ambas universidades, pero me permito elegir algunos de los más poderosos. El famoso Snow Bowl del 25 de noviembre de 1950 donde Michigan se impuso 9-3. Había tanto viento y nieve en Columbus Ohio que la Big Ten le dio la opción a Ohio State de cancelar el juego, decisión que le habría dado a los Buckeyes el campeonato de la conferencia, pero el entrenador Wes Fesler eligió jugar. La decisión le costó el puesto y abrió la puerta para que comenzara la famosa “Guerra de los Diez Años”, una década de futbol intensamente disputado y apasionado entre los dos rivales que cambió la historia de The Game, y de la OSU de la mano del head coach Woody Hayes.
Otro momento más reciente ocurrió en 2006 cuando por primera vez, Ohio State y Michigan se enfrentaron como el equipo 1 y 2. El ganador obtendría su pase al Campeonato Nacional. Aquel 18 de noviembre, Michigan aun lloraba la muerte de su exentrenador Bo Schembechler (un nativo de Ohio y exasistente de Hayes por aquello de que para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo). Ohio State tuvo tres fumbles, corrió el balón y recuperó una patada corta después de que Michigan anotó con 3:11 minutos en el reloj. Los Buckeyes ganaron 42-39. Su quarterback Troy Smith (10) ganó el Trofeo Heisman, el séptimo en la historia de la OSU, pero perdieron ante Florida en el juego por el Campeonato Nacional.
Yo sugiero que marque con rojo el mes de noviembre en su calendario y sepa que cada año tiene una cita para ver futbol colegial de una calidad enorme con estos dos equipos. Para mí este último encuentro fue especial porque se disputó el día 26 del mes 11. El 11 es mi primer número favorito porque es mi fecha de nacimiento, dos veces 1 suena fantástico. El 26 es mi segundo favorito porque es misterioso, se encuentra entre los números que conforman el cuadrado y cubo perfecto: el 25 (5x5) y el 27 (3x3x3), respectivamente. El 26, según la Biblia, es el número de Dios; el mismo que ayudó a Maradona a vengar a los suyos.