Después de 21 semanas de competición, de 21 NFL salvajes, de 21 domingos de Football, llegamos al PARTIDO. Y digo al PARTIDO, porque ya no quiero hablar del camino y del proceso. Al carajo con ambas. Eso es parte del romanticismo insoslayable de llegar a las finales de conferencia, y ahí sí, disfrutar de lo pasado y ganado, de postergar la temporada tres semanas más. Ese camino importa. En el SUPER BOWL, ya no. El camino se difumina y desaparece entre vítores y loas al ganador y llantos, remordimientos y arrepentimientos del perdedor. Oportunidades perdidas que no sabemos si volverán ante unos ojos, jóvenes, adultos o ya mayores, que no desdeñan ocasiones tiradas al barro, desaprovechada ocasión para ser valiente, o ser cauto, quién sabe si volverán. Todos sabemos que el pueblo perdona más la valentía que la cicatería, pero nada importa ya. Pero como empezaba este artículo, el número 21 no es una cuestión baladí. Se nos va la temporada tras 21 semanas de competición, como 21 Gramos que pesa el alma del perdedor cuando desaparezca de la historia que escriben los ganadores, como nos recordaba González Iñárritu en su película del mismo nombre.
Si los antiguos egipcios tenían razón, tras la muerte emprendemos un largo y tortuoso viaje montados en la barca de Re o Ra, el dios Sol, hasta llegar a la Sala de la Doble Verdad, para enfrentar el Juicio del alma. Ni 49ers ni Chiefs quieren pasar por ese largo y tortuoso viaje en la barca del dios Sol, pero de lo que todos estamos seguros es que uno lo hará sin remedio y sin vuelta atrás. Hace unos cuantos años, siete para ser concretos, Kyle Shanahan como Coordinador Ofensivo de los Atlanta Falcons llegaba a un Super Bowl con todo a favor y una ventaja del ya archiconocido y repetido hasta la saciedad, 28-3. Mis disculpas al lector por este tedio en la repetición de un hecho histórico deportivo, pero entenderá que muchos hablaron entonces de la excesiva actitud conservadora tras esa ventaja ya en la segunda parte por parte del hoy entrenador de la franquicia de la bahía. Lejos de la ambición demostrada en la primera parte, ese miedo reinó en una mente más calculadora que ambiciosa. No igual, pero con una ventaja cierta y de dos anotaciones, Kyle colocó a los Niners hace cuatro años, ya como Head Coach, en un Super Bowl que enfrentaba a unos Kansas City gobernados por Andy Reid y por su Quarterback actual, para abrir la leyenda de Patrick Mahomes en esa remontada y partido histórico. De nuevo críticas sobre Shanahan de no ir a por el partido y no saber controlar un encuentro. Pero el manejo de las distancias, de los marcadores, del tiempo del partido, de haber llegado si cabe a dominar un encuentro, el más complejo de todos, y no llegar, como en una obra de teatro, al desenlace, es probablemente lo más complejo de lograr en el deporte profesional. Fantástico planteamiento y nudo, pero inalcanzable final; qué difícil es cerrar puertas, terminar obras, resolver problemas, poner punto y final a relaciones, a momentos, hasta decir NO, es difícil, pero finalizar partidos de fútbol americano donde está en juego un Lombardi, eso es otra cosa en el ámbito de las complejidades. Que se lo digan a los Buffalo Bills y a los Minnesota Vikings, cuatro derrotas ambos en la lucha por el codiciado trofeo, cuatro oportunidades y ni una conquista en toda su historia. Miserables derrotas sin compensación futura. Los Broncos por el contrario, tuvieron cinco derrotas en otros tantos Super Bowls, pero saben lo que es ganar el Lombardi, hasta tres veces lo lograron.
Como anticipaba, esto va de ganar, solo de ganar, no vale nada ya. Ni el camino, ni la gran temporada de uno u otro por llegar hasta aquí. Esto va de levantar el trofeo. De nada más. De visualizar a tu capitán irguiendo el Lombardi. Y aunque se hablará mucho de jugadores, quiero centrar los matchups a partir de los entrenadores, Andy Reid y Kyle Shanahan, sabedores que el primero no temerá jugarse un 4º y corto en su propio campo con dos motions, una ghost y una jet con un TE, para una jugada de pase. Este año, además, sumando a cualquier engaño la posibilidad real de la carrera. Pero ese entrenador, impregnado de los aires de Provo, de Utah, de BYU, donde hasta el aire más puro huele a eso, a viento, a pase, a LaVell Edwards, ese entrenador que cambió la historia de aquella universidad y del College Football, una universidad perdedora y corredora, pero que perdía más que ganaba. Andy Reid nunca entrenó con Gillman, ni con Al Davis, ni con Bill Walsh, y ves más football de ellos tres en Reid que en cualquier otro entrenador. Son los cimientos de su juego y la base de una era de entrenadores que cambiaron el football para siempre. Estos influjos viajan desde la Costa Oeste con Gillman en San Diego hasta llegar al estado de los mormones donde La’Vell Edwards da un vuelco al football de Provo. Reid jugó de Offensive Tackle para Edwards de 1978 a 1980 en Brigham Young University, para ser su asistente en 1982. Para que el lector se haga un idea del cambio que Edwards provoca en este programa universitario, basta con recordar sus 10 primeras temporadas como entrenador en jefe de Brigham Young, de 1972 a 1981, arrojando un saldo de 86-30 y un 0,741 en porcentaje de victoria por partido. Su récord total en sus 29 años fue de 257-101, con un porcentaje de 0.716. Con esto ponemos en valor que el juego que planteaba La’Vell Edwards no solo era un juego vistoso que se queda en pura filosofía, su juego gana partidos y campeonatos como el de 1984. El juego de carrera de BYU se abandona con Edwards al frente y desde entonces el dominio es para el juego por aire. No hablamos de un aire con control como el que implantó Walsh y su West Coast Offense. Es un juego de pase salvaje, estirando el campo a lo largo y ancho donde combina el diseño del Tiempo: Variando el dropback del Quarterback que permita al Wr el desarrollo de su ruta según cual sea; y el Espacio: la ocupación de más territorio que lo que una zona permite defender. Y esto es lo que esperamos de Reid, pero con un mayor control. Un Football control de Mahomes, donde el escaneo del campo predominará en todo el espacio. No tienen un descontrol o caos que pueda ir vertical con la calidad de Tyreek Hill, pero sí amenazan en puntuales ocasiones con Valdes Scantling o sobre todo, pero con esa consistencia del control, con Rashee Rice, que tiene más manos que aquella velocidad desbordante de Hill. Ese ataque hoy es moldeado con otro barro, con el de la carrera de un Pacheco que no solo tiene esa potencia tan necesaria en ocasiones, sino que lee bien los carriles y con sus rupturas de tackle va a forzar a Warner, Greenlaw y compañía como lo hizo Jahmyr Gibbs y Montgomery con los Lions. El choque de esa OL mejorable de Kansas frente a Bosa y va a ser digno de ver, pues si una OL como Detroit aguantó y dio a Goff todo el tiempo que necesitó en la primera parte sobre todo, la de Chiefs no tiene por qué aguantar tanto, considerando la movilidad de Mahomes frente a la de Goff. Que la DL de niners entre en el pocket no es sinónimo de sack o de impedir jugada. Ya lo demostró el QB de Kansas en su partido contra Ravens, donde aguantó el hit en innumerables ocasiones así como su navegación fuera del pocket haciendo de los defensores de Baltimore, cazafantasmas en un espacio dominado por Patrick. Pero a todo esto tenemos al que no se le esperaba, o sí, a este nivel, a Travis Kelce. Una temporada muy ‘normal’ para lo que es uno de los mejores TEs de la historia del deporte, pero una Postemporada al nivel de estrella. La duda será, ¿Cómo no?, quien para a Kelce, y quien lo para dentro de la secundaria de los Niners. Sin duda con ayudas, pero ¿quién pondrá Wilks ahí?, ¿Charvarius Ward, combinado con el atrevimiento de meter a Warner o Lenoir…? Siempre sorprende con cosas diferentes, pero si Kyle Hamilton no pudo pararlo, aunque sí en contadas ocasiones, ahí estará el matchup para Chiefs. Ojo pues al Pacheco – Warner; OL Chiefs/Jawaan Taylor Vs. Bosa; Kelce-Cobertura Niners. Y otro ojo a Armstead y Kinlaw cuando salga. Contra Detroit demostró su disrupción por dentro en la segunda parte haciendo daño. Las piezas de que dispone 49ers son top en cada posición, todas de envidiable calidad.
Por otro lado, diferente, tenemos a Kyle Shanahan y sus derivadas. Diferente a Reid. Con Kyle no reina el pase tan abruptamente como con el HC de Kansas, aunque éste se haya corregido por necesidad y ausencias evidentes en el estiramiento vertical. Kyle, como proviene de la escuela de su padre, de Mike Shanahan, moverá lo que sea con esquemas de bloqueo zonal, y a partir de ahí empezará su partida. Ese bloqueo zonal que aprendió con Alex Gibbs, Kubiak y compañía en Houston, no sin antes pasar por la escuela de Gruden en Tampa como Offensive QCC (quality control coach). Todo aquello que aprendió de Gibbs, donde no quería un Barry Sanders hacer magia para avanzar, sino la OL que moviera y creara carriles, ese famoso ‘lose ground to gain ground”, se eleva cuando esa carrera depende del talento de C. McCaffrey que, en opinión de este columnista, debe ser el MVP de la liga. El matchup será con todo el front 7, pero especialmente con Nick Bolton. Que CMC hará yardas es un hecho, que no haga un soberbio partido debe ser uno de los objetivos. Pero San Francisco tiene jugadores de sobra para romper tackles, y esta es otra de sus fortalezas. CMC, Kittle y Deebo Samuel son muy difíciles de frenar en un primer contacto, y todo lo que sea poder hacerlo la mayor parte de las veces, será otra victoria para los de Kansas. Aiyuk vivirá de su movilidad que no se limitará a slot, llevará su recepción fuera de números y vertical, tiene recorrido de sobra para ello, y L’Jarius Sneed estará ahí. Pero me gustaría ver la OL de Niners defendiendo a dos hombres que están a un nivel increíble, como son Chris Jones y Karlaftis. En especial la movilidad de Jones a lo largo de la DL, lo han puesto en el exterior como el interior, frente a los Guards como a los O. Tackles. Veremos como responde McKivitz y compañía, porque Trent Williams siempre ha dado el nivel. Y el Quarterback. Si algo no pensábamos es que Purdy ganaría por piernas contra Lions. Cierto que el pase no funcionó tanto o tan bien como se esperaba, pero Mr. Irrelevant comienza a hacer buenas lecturas en esas zonas y esquemas de bloqueo, así como también se siente cómodo en los play action, especialmente cuando amenaza carrera con McCaffrey. Avanza bien, tiene piernas y también tiene muñeca en distancias medias. Me espero una presión de Spagnuolo incesante, que pretenda ahogar al QB de los Niners, lanzando blitz tras blitz en determinadas situaciones, desde secundaria, especialmente McDuffie y Justin Reid, a los Lbs como Tranquill y Bolton; todo esto más allá de Jones y Karlaftis.
En este Super Bowl se cometerán errores y aquí alguien deberá ajustar, y en eso Chiefs es muy bueno en situaciones límite como lo hicieron en el Super Bowl del año pasado contra Philadelphia. Pero hay algo que no me gusta despreciar, y es que aunque el control del partido se lo doy a Kansas, Reid y Mahomes, la moneda está cayendo cara en el lado del caos y ritmo de los Niners en estos últimos partidos. A veces, en este tipo de encuentros no basta jugar bien o ajustar, o siquiera tener el mejor QB, a veces hace falta, en situaciones concretas, que la alea, lo impredecible, lo no planeable, la suerte, juegue lo suyo, que se lo digan a NYG, Eli Manning y David Tyree. Y esta parte de suerte, de caer cara, teniendo enormes jugadores, San Francisco la está teniendo a favor y ello no es nada despreciable, nada, la historia así lo ha corroborado en muchas ocasiones. El Lombardi no es algo matemático, responde a un compendio de cosas, y créanme, la suerte es una de ellas, de las más importantes. Se viene un gran día, el Partido, el que finaliza lo que todos llevamos viendo estos 5 meses, la mejor competición del planeta. Tengan un feliz Super Bowl.