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Tyson Bagent: maktub

Estaba escrito. Esta es la traducción del árabe de una palabra que refleja cómo el destino es aquel que dicta y fija todo lo que nos pasa en nuestras vidas. Ahora bien, la pregunta es: ¿qué diablos tiene que ver esto con la NFL? Pues un chaval que en un año ha pasado de la División II universitaria y no haber sido elegido en el Draft, a ganar con los Chicago Bears en el primer partido de su vida como titular en la liga.

Venga va. Otra historia más que se suma a ese mantra de positividad bajo un eslogan tan quemado como el “si trabajas duro, lo acabarás logrando”. Al contrario. La vida de Tyson Bagent iba encarrilada a ser profesor del instituto donde estudió y hacer todos los días CrossFit. Fue realista al ver que su futuro no estaría ligado a la NFL. Sin embargo, esto es un relato que solo se entiende mediante el destino. Es que no hay más.

Tyson nació en West Virginia, un estado con mayor tradición por los deportes de montaña que por el futbol americano. El silencio de la naturaleza engulle al bullicio de las grandes ciudades. Fue su padre, apodado The Beast y 17 veces campeón de arm wrestling -competición de pulsos-, el que lo introdujo en el mundo del CrossFit al ser dueño de un gimnasio. Al mismo tiempo lo compaginó con el football en el Martinsburg High School donde ganó dos títulos estatales. De nada sirvió al ser calificado como un recluta de cero estrellas y no llamar la atención de ninguna universidad de renombre.

El futbol universitario se compone de la Football Bowl Subdivision (FBS), a la que todo jugador aspira; la Football Championship Subdivision (FCS), un escalón inferior y a partir de ahí, División II y División III. Por proximidad, Bagent escogió a los Rams de la Universidad de Shepherd de segunda categoría.

El asumir que sería imposible ser drafteado más adelante, le permitió centrarse en disfrutar cada año más de su juego y a su vez, dedicarle más tiempo a su otro hobby, el CrossFit. Este le hacía ganar en disciplina y consigo, en confianza. En sus dos primeras campañas dejó destellos de lo que estaba por venir y fue en 2021 cuando ganó el trofeo Harlon Hill -el equivalente al Heisman Trophy, pero de la División II-. Por cierto, el señor Harlon Hill fue estrella de los Bears en los años 50 y 60. Como decían los antiguos griegos, el hado.

Tras dos temporadas más, el nombre de Tyson Bagent quedó guardado en la historia del College como el único jugador que ostenta el récord de la NCAA de más pases de touchdown en una carrera (159) -récord que engloba todas las divisiones-, y más de 20 récords escolares, entre ellos el de más touchdowns en un solo partido (7), el de más partidos con más de 300 yardas de pase en una sola temporada (11) y el de más yardas de pase en una sola temporada con 5.000.

Efectivamente no fue escogido en el Draft de 2023 por ningún equipo. Se percató que era necesario un plan B porque la NFL pocos frutos le iba a dar. ¿Qué era lo que le gustaba? El CrossFit. ¿Y dónde era feliz? En su Martinsburg natal. Tyson Bagent quería volver a West Virginia para ser docente en su instituto donde se crió y dedicarse el resto de su día a hacer sentadillas, peso muerto y dominadas.

Todo cambió en el mes de mayo cuando llamaron los Chicago Bears. La franquicia de Illinois -en una larga y dura reconstrucción- lo firmó para ser el tercer quarterback. Es decir, el suplente del suplente. Oye, era eso o nada. Siguió trabajando y se hizo con el segundo puesto que portaba Nathan Peterman. Para jugar ya solo quedaba por delante Justin Fields, la gran estrella de los pupilos de ‘Papa Bear’. Solo una lesión pondría a Bagent al frente de la sala de máquinas. Dicho y hecho. Tuvo sus minutos ante los Vikings en un duelo divisional en la semana 6. Perdieron.

Días después se confirmó que Fields no iba a estar disponible varias jornadas por un dislocamiento en el pulgar de su mano. Tyson Bagent era ahora el quartebarck titular. No habían más astros por alinearse en la Windy City. Compró 53 entradas para que sus familiares y amigos no se perdieran el debut en el Soldier Field ante 60.000 personas. Hizo lo que muchas veces es lo más complicado del deporte: jugar fácil. 21 de 29 pases, un touchdown y cero intercepciones para conseguir la victoria ante los Raiders, la primera de los Bears en casa tras diez derrotas consecutivas.

Sin saberlo, el destino siempre estuvo en sus manos porque maktub estaba escrito en su brazo.