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NFL Salvaje w17: de Quarterbacks y otras casualidades

Como quiera que este artículo va a ir de QBs que marcan el paso de maneras muy diferentes, permítame el lector hablar de casualidades y hacer una cuña de #culturaNFL, porque al final la historia se repite, los grandes marcan páginas de oro y el azar es un elemento más en juego. Con permiso:

El quarterback titular de los 49ers en 1979 sería Steve DeBerg, un veterano de seis años de la propia universidad alma mater de Bill Walsh, San Jose State, que había registrado un porcentaje de pases completos de 45.4 en 1978, puesto 28º de la NFL. LaVell Edwards, en Provo, rompía con BYU, una hegemonía de la carrera para imponer el juego de pase. Era una época de cambios y de herencias. Con la línea ofensiva que heredó en ruinas, Walsh acortó el dropback de DeBerg a tres o cinco pasos, y lo entrenó en un sistema en el que en cada una de sus primeras tres lecturas estaría en un lado del campo, lo que significa que las principales opciones de pase estaban dentro de un rango de visión más estrecho que en otras ofensivas. Con el sistema de patrones cronometrados y lecturas progresivas de Walsh, y un trabajo minucioso para acelerar su retroceso, que empleaba LaVell en College y otros como Sid Gillman. DeBerg completó el 60 por ciento de sus pases y San Francisco ascendió del puesto 25 al tercero en la NFL en yardas de pase. Y, sin embargo, al final de esa primera temporada, Walsh estaba cansado y desanimado con tanto esfuerzo por lograr una mejora que no devolvía el rédito merecido. Los 49ers terminaron con un récord de 2-14, tal como lo habían hecho en la temporada anterior. Pero la ayuda estaba en camino. Hay momentos en que la suerte de una franquicia puede depender de un solo partido, decisión, trade o jugada. La suerte de los Colts aumentó con el coste de lo que representaba por aquel entonces una llamada al agente libre Johnny Unitas; los Rams habían caído en picado durante casi una década después de elegir a Jon Arnett en lugar de Jim Brown. Y de la misma manera, la suerte de los 49ers se vio alterada para siempre por una decisión tomada el día del draft, esta vez por otro equipo. Recordemos que Walsh viene del árbol de Paul Brown (con Don Shula y Chuck Noll).

A principios de Enero de 1979, para la búsqueda de Quarterback, el aparato de draft de los Niners había identificado más de 10 prospects que merecían un examen en profundidad. Sam (Wyche) solía hacer la primera visita, evaluando al chico, y si consideraba que el jugador merecía una consideración de Bill, éste lo seguía. El favorito inicial de Walsh era Phil Simms de la pequeña Universidad de Morehead State en la zona rural de Kentucky. Bill entrevistó a Simms, pasó el día viendo películas de sus partidos universitarios, luego cenó con él antes de repetir su arduo viaje en avión. "Fui sintiendo que Phil era nuestro hombre", recordó, pero pronto se haría evidente que "l¨hos otros equipos estaban interesados en Phil y probablemente él sería seleccionado antes por otras franquicias que la nuestra".

New York Giants quarterback Phil Simms (11) releases a pass while under pressure from San Francisco 49ers linebacker Bill Romanowski (53) and defensive tackle Ted Washington (97) during a NFC Division Playoff Game in San Francisco, CA, Jan. 15, 1994. The 49ers defeated the Giants 44-3. (Paul Spinelli via AP)

De hecho, Simms sería elegido por los New York Giants con la séptima selección de la primera ronda. Steve Fuller de la Universidad de Clemson también estaba cerca de la cima de la lista de quarterbacks de los Niners. Walsh llegó al campus de Clemson en Carolina del Sur y llamó a Fuller para probarlo. El teléfono del apartamento de Fuller fue contestado por su compañero de habitación, un receptor abierto llamado Dwight Clark, y Bill invitó a Clark a que lo acompañara para recibir los pases del QB. A Walsh no le impresionó Fuller (que iría a los Kansas City Chiefs con la vigésimo tercera selección de la primera ronda), pero Clark captó la atención de Bill a pesar de que ni siquiera figuraba en las listas de cazatalentos de los Niners. Clark sólo había recibido doce pases en su último año, pero con su metro noventa y sus 97 kilos, le recordaba a Chip Myers, un receptor de tamaño similar al que había utilizado con gran efecto en Cincinnati. Clark estaba igualmente impresionado con Walsh. Walsh finalmente utilizó una selección de décima ronda para conseguir a Clark, a pesar del consejo de sus cazatalentos de no desperdiciar una selección de draft en él, ya que estaban seguros de que nadie más lo elegiría, pero el receptor se convertiría en una leyenda de los Niners, la segunda adquisición más celebrada del draft de 1979 del equipo. Sin embargo, a mediados de abril, dos semanas antes del día del draft, la duda sobre el quarterback de los Forty Niners todavía no estaba resuelta. El candidato principal parecía ser Steve Dils, quien había liderado la nación en pases para Bill Walsh en Stanford, tenía la ventaja de conocer ya la ofensiva de Walsh y probablemente todavía estaría disponible durante la tercera ronda, pero Bill estaba convencido de que Dils nunca llegaría a ser más que un suplente de la NFL y se mostraba reacio a conformarse con eso. Sin embargo, había otro prospect que nadie en los Niners conocía, un quarterback de Notre Dame.

El draft de 1979 encontró a los Dallas Cowboys preparándose para el comienzo de una nueva era, con Roger Staubach acercándose al final de su carrera. El quarterback era su objetivo. Su suplente Danny White, que había llegado después de la desaparición de la WFL, era el heredero aparente, y el joven Glenn Carano, un lanzador sin pulir pero físicamente dotado de la Universidad de Nevada-Las Vegas, era visto como un potencial diamante en bruto.

En la tercera ronda, cuando se anunció la selección de los Cowboys, Tom Landry miró la lista maestra, el big board que guiaría el draft de Dallas e hizo algo que rara vez había hecho en sus diecinueve años de selección. En lugar de elegir al jugador más destacado del draft board de los Cowboys, fue contra él y seleccionó no al jugador mejor posicionado sino al siguiente en la clasificación, un Tight End larguirucho llamado Doug Cosbie, que disfrutaría de una carrera productiva y proporcionaría más pruebas de que los Cowboys eran capaces de encontrar ese diamante en bruto.

En la siguiente selección, el 82.º de San Francisco eligió al mismo jugador que había estado en la cima del draft board de los Cowboys, ese que Landry se saltó, el jugador que Dallas había dejado pasar porque, en palabras de Landry, "realmente no necesitamos otro quarterback".

Su nombre era Joe Montana, de Notre Dame.

FILE - This is a 1981 file photo showing San Francisco 49ers NFL football quarterback Joe Montana. What doach Kyle Shanahan, quarterback Jimmy Garoppolo, defensive end Nick Bosa and the rest of the San Francisco 49ers are doing this year harkens back to 1981 when Bill Walsh, Joe Montana and Ronnie Lott led the franchise to its first Super Bowl title.  (AP Photo/File)

Pero situémonos. El nuevo director de cazatalentos de los Niners, Tony Razzano, había clasificado a Montana como el mejor mariscal de campo en todo el draft, pero ninguno de sus cazatalentos estuvo de acuerdo, ya que la carrera de Montana en Notre Dame había sido inconsistente, fluctuando de A. Manning a tercera fila y viceversa, pero Razzano percibió intangibles que eran muy especiales. "Joe tiene un sentido…", explicó, "…por el cual sabe dónde está todo el mundo a su alrededor. Es una habilidad asombrosa. Había interrogantes con él, pero de alguna manera lo supe". La opinión más extendida en la NFL sobre Montana fue que era una elección arriesgada, al menos hasta la tercera ronda. No encajaba en el modelo estándar para los quarterbacks en ese momento, es decir: grande, robusto y con un bazooca por brazo. Joe medía un metro ochenta y ocho, pesaba 84 kilos, aspecto frágil y con piernas delgadas. También había muchas dudas sobre su brazo y capacidad para lanzar el balón en profundo. Todas las franquicias con las que Bill habló sobre él pensaban que Montana no pasaría de la quinta ronda en el mejor de los casos. Walsh despreciaba un tanto los criterios tipo de los cazatalentos. Recordaba el draft de 1971, cuando los tres mariscales de campo seleccionados en la primera ronda (Jim Plunkett, Dan Pastorini y Archie Manning) habían cumplido con el modelo estándar y los Bengals habían elegido a Kenny Anderson en la tercera ronda, quien, aunque deficiente en todas las categorías de cazatalentos, terminó superándolos a todos. Walsh había visto jugar a Montana sólo una vez, durante un breve intervalo en la televisión del aeropuerto durante las horas posteriores a que su equipo de Stanford ganara el Bluebonnet Bowl sobre Georgia, cuando Montana estaba en las etapas finales de llevar a Notre Dame a una increíble victoria, remontando una desventaja de tres touchdowns a falta de un cuarto para el final bajo la lluvia helada contra Houston en el Cotton Bowl (Dallas). Eso por sí solo lo convertía en una posibilidad intrigante.

Durante la tercera semana de abril, con el día del draft a la vuelta de la esquina, Sam Wyche fue enviado a ver a Montana al mismo tiempo que le prestaba atención a James Owens. Joe se estaba quedando con su novia en Manhattan Beach, en el sur de California, y Owens estaba en UCLA. Walsh quería saber si Owens podía atrapar el balón, así que Sam llamó a Joe y le pidió que viniera y le lanzara pases. Owens resultó ser un receptor decente para acompañar su velocidad vertiginosa, pero Montana realmente llamó la atención de Wyche. "Era ágil y rápido y tenía una especie de carisma en su presencia que era especial, aunque fuera diferente. Siempre fue un tipo tranquilo cuando no estaba en el campo" recordaba Sam. Cuando Wyche regresó, le dijo a Bill que sería mejor que le echara un vistazo a este chico, Montana. Un poco antes del día del draft, Bill y Sam volaron de regreso a Los Ángeles y repitieron el entrenamiento de la semana anterior. Owens nuevamente estuvo bien como receptor, pero Montana fue la estrella de la tarde. "Se podía ver su habilidad de inmediato", explicó Walsh más tarde. "Es muy importante que un mariscal de campo pueda regresar rápidamente y prepararse, y luego poder improvisar si la jugada falla. Sentí que solo al ver a Joe en ese entrenamiento sería capaz de hacer eso a tiempo. Tenía pies tan rápidos como Joe Namath. La gente decía que no tenía un brazo fuerte, pero lanzaba bien. Era rápido, ágil y fluido en sus movimientos". En su vuelo de regreso a San Francisco, Walsh le dijo a Wyche que ya había tomado una decisión. Elegiría a Owens en la segunda ronda y a Montana en la tercera. El 3 de mayo, la NFL convocó su draft de 1979 en un salón de baile en la ciudad de Nueva York. La operación de draft de los Forty Niners se centró en el segundo piso del 711 de Nevada Street, que estaba lleno de cazatalentos y entrenadores. Cualquiera que tuviera algo que decir sobre el jugador que deberían elegir los Niners, podía hacerlo, pero nadie tenía permitido hablar cuando Bill hablaba. "Bill escuchaba lo que todos tenían que decir", recordó John McVay, "luego tomaba una decisión y apretaba el gatillo".

FILE - In this Jan. 20, 1985, file photo, San Francisco 49ers quarterback Joe Montana, center, holds the Lombardi Trophy with coach Bill Walsh, left, and 49ers owner Edward DeBartolo, Jr., in Stanford, Calif. There is no denying the impact on the coaching world that Walsh and Bill Parcells have had. The hard evidence is apparent again as the NFL playoffs begin. All 12 of the coaches have some sort of tie-in to either three-time Super Bowl champion Walsh or two-time winner Parcells. Yes, all 12. (AP Photo, File)

Para el día de Año Nuevo en Dallas, cuando selló su leyenda universitaria al remontar para Notre Dame aquella desventaja de 34-12 para derrotar a Houston, Montana ya se había ganado la atención de los cazatalentos de la NFL. Aquel Comeback Kid, seguramente recuerde a otro grande de tiempos más presentes. Era pequeño para ser un quarterback, y otros atributos físicos que no tenía era evidente, pero lo que le faltaba en las características más superficiales de un atleta de primera clase, lo compensaba con creces en el sentido más puro, en lo concerniente a su muñeca, aplomo e instintos atléticos. Bill mostró mucha valentía en el proceso del draft, como ya sería su marca. Owens estaba allí para comenzar la segunda ronda, tal como Walsh había planeado, y después de examinar a varios otros equipos, todavía estaba convencido de que nadie buscaría a Montana en la tercera ronda. En consecuencia, aceptó cambiar de posición. Después de que los Dallas Cowboys habían canjeado su selección de tercera ronda -la ochenta y dos en general- más un liniero defensivo veterano a los Seattle Seahawks por la setenta y seis selección de los Seahawks, Walsh acordó intercambiar la selección de los Niners -la quincuagésima sexta- a Seattle por aquella ochenta y dos y un linebacker veterano. Entonces, el segundo piso de la sede de los Niners esperaba la oportunidad de elegir a Montana. Walsh estaba tranquilo, pero otros, incluido Razzano, estaban más nerviosos, convencidos de que alguien daría un paso adelante y elegiría al QB de Notre Dame antes de que tuvieran la oportunidad. Eso no sucedió. Con la elección número ochenta y dos, a través de Dallas y Seattle, los San Francisco Forty Niners eligieron a: Joe Montana, Quarterback, University of Notre Dame. Y lo demás ya fue historia.

Al mirar atrás, Joe comentaba que: "Bill me eligió a mí en lugar de a Steve Dils, un mariscal de campo al que había entrenado en Stanford. Pensé que la mayoría de la gente habría elegido a Dils antes que a mí porque tenía un historial más consistente en la universidad. Además, San Francisco era un equipo en transición, un equipo en busca de una identidad. Esto significaba que tendría una buena oportunidad de conseguir el puesto de quarterback".

Por su parte, Bill Walsh predijo en su conferencia de prensa del 4 de mayo que James Owens sería un gran jugador y que Joe Montana tenía posibilidades de ser "bastante bueno"…al final resultó ser algo más. Un QB que cambia una franquicia. Esa es la importancia de la posición. El único que toca todos los balones de ataque. Y esto no ha cambiado a día de hoy, aquella máxima de hacer un equipo a prueba de QB es como la búsqueda del unicornio o el Yeti.

Minnesota Vikings' Sam Darnold throws during the first half of an NFL football game against the Green Bay Packers Sunday, Dec. 29, 2024, in Minneapolis. (AP Photo/Abbie Parr)

El viaje de Darnold: de la banca al banco

Nacido un 5 de junio de 1997, apenas 27 años recién cumplidos y con toda una vida profesional por delante, Darnold ha encontrado un hueco como Quarterback titular de la NFL en un equipo candidato a todo. Escuchaba el otro día que no sería una mala idea, ahora que Darnold se revalorizó, poder venderlo por buenas selecciones del draft y quedarse con la selección de primera ronda, JJ McCarthy. Entonces me estalló la cabeza ¿cómo es posible que te atrevas a vender a un Starter de la NFL y quedarte con una incógnita/esperanza como un QB Rookie que ha jugado en Michigan muy pocos sets de pase en College Football? Pero además de todo, Darnold no sólo es un NFL starter, también es un QB joven y capaz de liderar a un equipo para colocarlo en la lucha por todo. Tanto es así que queda una final, un partido casi de Playoffs, para luchar por ser el n.1 de la NFC y lograr esa semana tan ansiada de descanso ahorrándose la fase de Wildcard. Poner al equipo con un récord de 14-2 con 13 partidos de un passer rating superior a 100 no es poca cosa, lo ha hecho Sam, no sabemos si otro podría, pero la prueba ya la tenemos, el empirismo debe servir para ello; por lo menos para sostener seriamente la idea de que es un mariscal de campo para rato. Encontrar un QB así es oro en esta liga, encontrar un piloto de F1 capaz de llevar un coche a luchar por lo máximo solo dependiente del motor y vehículo, no es lo normal. Tras el adios a Cousins, la necesidad de llenar el puesto con algún jugador que cumpliese el guion era difícil. El buen equipo ya estaba, solo faltaba lo más importante, el QB. Minnesota lo ha encontrado, mal haría en despreciarlo. Haber ido a por Darnold que fue un backup en San Francisco el año anterior y encontrarse con el nivel que demuestra actualmente son de esas casualidades de las que la NFL tiene en su historia unos cuantos casos. No es fácil encontrar un buen QB, ni siquiera un titular, si lo tienes, asegúrate de hacer un buen equipo, lo demás vendrá solo. No debe haber miedo a un contrato multianual con alguien que ha demostrado lo máximo que se puede demostrar en un buen equipo, tenerlo en la lucha hasta el final. Al final, si impera la lógica, Darnold habrá pasado del banquillo a pedir cita en el Banco para comprobar como su cuenta de 20 dígitos no debería ser menos que la de Jordan Love o cualquier otro joven QB starter de la NFL. Merecidamente.

En el momento justo: Kansas

Si Minnesota ha encontrado un starter, esto ya es otra historia. Si Vikings hace esa temporada de récord, mayor es aún el de los Chiefs, un equipo que llega 15-1, al tran tran durante toda la temporada, jugando regular, Travis Kelce con unos números que pasan desapercibidos en el mundo de los TEs y que, llegando la necesidad de jugarse el seed 1 de la AFC, al final de todo cuando suenan las campanas, se exhiben con un gran partido frente a un buen equipo como Steelers cambiando todo lo considerado durante la temporada regular. Veías el juego y te dabas cuenta al momento de quien era el equipo candidato a todo, el que tenía la cornamenta de frente, el equipo serio que cometía pocos errores y que en los momentos que se requería ahí estaba el mejor, Mahomes, dejando de lado sus estadísticas individuales para hacer lo que cada tiempo de partido requería. No se traga un sack de más, lanza el balón por banda antes de perder yardas y siempre acaba encontrando a alguien, en este partido, a Kelce. Cuando Pittsburgh dejó de cometer errores ya era tarde, y contra Kansas, imposible. Y no me cansaré, en esta columna, de hablar de PM15 y el gobierno que tiene de los partidos, estando mal, regular o mejor. Cuando está en el campo es difícil que, entre las 3-4 opciones que se le presentan por jugada, no elija la correcta y siempre la menos gravosa para el equipo. No estando brillante, Kansas ha ganado tantos partidos por esto mismo, por minimizar errores, provocar los de los demás y por tener la extensión de Reid en el gridiron. El partido de Navidad fue eso, sin brillo pero con números ya consistentes, encontrando a Kelce y poco más, sin errores y aprovechando los regalos de Russell Wilson así como los de la defensa acerera dejando libre a Kelce hacer en su ruta preferida, cualquier stop en los sticks para algo más que un primer down. Kansas, Kelce y su Football están de vuelta, en el momento justo.

Baltimore Ravens running back Derrick Henry, left, and quarterback Lamar Jackson (8) are interviewed by Netflix reporter Jamie Erdahl after an NFL football game against the Houston Texans, Wednesday, Dec. 25, 2024, in Houston. (AP Photo/David J. Phillip)

Lamar y Ravens

Lamar y Ravens no necesitaron el partido de su vida. De hecho Jackson completó unas discretas 168 yardas de pase y, eso sí, otra cifra extraordinaria de yardas de carrera, 87 que además supuso sobrepasar a Michael Vick como quarterback con más yardas por tierra. "I was jogging" fue la frase de Lamar, "no hizo falta más" concluyó. Quizá esto puede resumir todo el partido, en especial de unos Texans absolutamente desaparecidos gracias, eso sí, al partido tan serio de unos Ravens que tanto te ganan con el ataque como la defensa, y en este caso bastó completar 10 pases en todo el partido. Ya no importa nada más allá de los Playoffs. Henry cometió una negligencia impropia de él provocando un safety en contra que serían los únicos puntos de Houston, pero eso da a entender la poca trascendencia del partido, hasta el que será un hall of famer con toda seguridad, puede permitirse estos fallos. Es tal el nivel de este equipo que da igual las piedras que tenga en el camino, tienen una de las mejores plantillas sino la mejor de toda la liga, disputándola con Philadelphia, y pueden tirar de cualquiera. Con esas piezas además de un gran entrenador, solo pido a Lamar que sea Lamar también cuando vengan los partidos decisivos, cuando tocan las campanas, ahí es cuando de verdad hay que ser MVP, que no se refugie en lo que no es, en el pocket, que haga lo que más daño hace a los rivales. Abandonar el talento de uno para esconderlo donde no brilla aunque resulte más popular para demostrar que también sabe estar en el pocket, no es solo perjudicarse a sí mismo sino un daño al propio equipo. Bajo protección, Jackson se vuelve vulnerable y más fácil de defender. Si Lamar es quien ha sido durante la mayor parte de partidos, con sus Zone Reads, sus decisiones en RPOs o sus pases fuera de estructura buscando ángulos, Ravens lo tiene todo para ganar…a cualquiera.

Burrow y Bengals

Con un partido monstruoso de Burrow y Chase, los Bengals ganaron aunque por los pelos, a Denver. Pero ese no es el debate, parece que ahora el debate es si el QB de LSU debe ser candidato a MVP. Mi respuesta: NO. Ha hecho unos números individuales muy buenos y aunque las victorias no sean una stat de QB, el premio al jugador más valioso debe ser porque vale para ganar, y Burrow, nos guste más o menos a los que lo seguimos desde su etapa universitaria y somos creyentes fieles, ha cometido errores en momentos clave, en partidos que debían haber ganado con mejores decisiones del QB. No le ha acompañado una secundaria y línea de linebackers en su defensa como la tardía aportación de Higgins. Sus primeros partidos no estuvieron a la altura y en cierta medida es parte de la culpa de que Cincinnati comience tan mal cada temporada. Ha sido objeto de muchos sacks evitables metiéndose por el centro de la línea y retrasado a su equipo en no pocos downs. Eso también lo hemos visto, pero sea como fuere, sus actuaciones en positivo han sido tan grandes, que esconde lo anterior. Ojalá una temporada, el QB de LSU empiece una temporada a su nivel y no tenga que verse como le vemos todos cada temporada, con el ánimo de remontar, no solo partidos, sino también de una temporada completa.

Green Bay Packers quarterback Jordan Love sets up a play against the Minnesota Vikings during the second half of an NFL football game Sunday, Dec. 29, 2024 in Minneapolis. Minnesota won 27-25. (AP Photo/Stacy Bengs)

Love y Packers

Uno y otro llevan mejores números que el año anterior y sin embargo vemos todos que hay menos brillantez. ¿Qué pasa en Lambeau? El segundo año, eso pasa. A Love, que tiene un talento de pase indudable, hay que ayudarle con conceptos y rutas que le permitan controlar los partidos, no puede ser una sucesión de bomba tras bomba para culminar downs de 3&5 como sucedió en el último partido contra Vikings. Ahí se pierde control, tacto con el balón, mayor frustración y además resta confianza. LaFleur no planteó bien el partido y se notó desde un principio. O´Connell le dio donde GB suele dar, en profundo. El juego de Packers no es identificable ahora mismo como sí lo es el de Minnesota, sabes a qué juegan, hay control y amenazan en profundo para estirar las defensas verticalmente; ese debe ser el juego de Green Bay, una West Coast moderna. A Love se le vio frustrado y sin ritmo, solo al final se pudo comprobar que, ayudándole un poco, con un juego construido todo fluye mejor, y así fue maquillando un resultado engañoso donde el dominio, de principio a fin, perteneció a la franquicia de Minnesota. Dos cosas me llaman la atención del gran QB de Packers en su ejecución: Por un lado su dropback prolongado, parece que siempre debe hacer el 5-7 step dropback y está a punto de ser atrapado por el rival. No permite la protección de sus OTs cuando agota el span de protección de su OL. Ayer estuvo a punto de ser atrapado un sinfín de veces, y cuando menos fue molestado y obligado a escapar. Por otro lado, su back foot aireado en cada pase profundo; le falta asentar en tierra para que el pase sea más certero, quiere flotar pero en el momento del lanzamiento debe plantar ambos pies. Por otro lado a LaFleur se le ve enfadado en la banda, como si las cosas no saliesen. Ganaron todos los partidos que debían ganar y cuando les tocó jugar contra rivales más complicados, perdieron todos ellos. Ayer tuvieron la oportunidad de vencer en un partido importante, pero en la división solo ganaron a Bears. Veremos como se preparan para Playoffs, pero algo debe cambiar.

Detroit

Y la próxima semana se viene la final por la Conferencia Nacional, aunque ninguno será eliminado en caso de derrota. Vikings y Lions, los dos con mejor récord se juegan en el Ford Field el seed 1 de la división y conferencia, porque o serán 1 o 5, no habrá término medio para quien pierda ese solo partido. Puede resultar que quien tenga 14 victorias no gane la división. Primera vez que sucede en la historia de la NFL. La división de la NFC Norte es durísima y lo ha sido durante toda la temporada. Este es el broche final, el campeón de la división lo será de la Nacional.

Goff contra Darnold, Gibbs contra Aaron Jones, J.Jefferson contra Amon-Ra, Addison contra Jamo, Hockenson contra Laporta, pero en especial esa OL de Lions contra el blitz y defensa que Flores planteará, una vez más, para que Ben Johnson resuelva el puzzle. Un partido que la NFL ya promociona como nadie, un Sunday Night Football, en prime time, para todos. Un partido enorme y de lo mejor que podemos ver hoy por hoy los aficionados. Quien sabe si lo veremos de nuevo en la final de conferencia.

Lions es el equipo con mayor diferencial de puntos, 200 o casi esas dos centenas marcan una cualidad anotadora nunca vista en la ciudad del motor. Es mucho decir, ninguno convierte en la NFL actual tantos puntos como los del estado de Michigan y en eso deberán confiar viendo su maltrecha defensa castigada por tantas lesiones. Ganar metiendo 35 o más puntos debe ser el objetivo ante la ausencia de pass rush, sumando las jugadas de libreto que Ben Johnson tenga a bien. Por parte de Minnesota seguirá arriesgando en profundo con un Darnold de dulce, sumando a la dupla Jefferson-Addison, a un Nailor que rompió a Packers en el último partido y con defensas cambiantes con múltiples paquetes de blitz que Brian Flores pondrá sobre la mesa. El partido Flores-Johnson apunta a ser tremendo. En Minnesota lo ganó el segundo, en ¿Detroit? Aún no acabo la temporada regular y ya tenemos el primer gran partido que decidirá muchas cosas. El año empieza de forma inmejorable y nosotros lo veremos.

Sean muy felices y tengan mucha salud en este inminente y próspero año 2025.