208 días. 4992 horas o 299.520 largos minutos. Eso es lo que hemos tenido que esperar los fans de la NFL para volver a ver fútbol americano competitivo desde la Super Bowl que alzaron por segunda ocasión consecutiva los Kansas City Chiefs en febrero de este mismo año. Sin duda, demasiado tiempo para fanáticos compulsivos como nosotros.
Pero la espera siempre merece la pena cuando llega septiembre. Si hay un término para definir la NFL ese es esperanza. La NFL es la única competición que conozco donde realmente un equipo perdedor puede tornarse en ganador en un par de temporadas. Esa variación, esa capacidad de todos los equipos para sentirse candidatos, es lo que la convierte en la mejor competición del mundo. Y todo se basa en la esperanza de que nuestro equipo esté el segundo fin de semana de febrero compitiendo por el título.
¿Brandon Aiyuk volviendo a los Niners tras un gran contrato? Esperanza ¿Caleb Williams con la mejor situación para un quarterback pick 1 del Draft en la Historia reciente de la NFL? Esperanza ¿Aaron Rodgers de vuelta para su último baile? Mucha esperanza.
Pero más allá de las grandes historias de la pretemporada hay dos situaciones que me tienen muy intrigado:
Kirk Cousins como catalizador
Atlanta pudo tener el año pasado una de las tres peores situaciones de quarterback de toda la NFL. El ataque en 2023 era absolutamente incapaz de mover las cadenas de manera consistente y es que los quarterbacks de los Falcons no podían conectar en rutas cortas con ninguno de sus playmakers.
El año pasado Desmond Ridder fue el segundo peor quarterback de la NFL en cuanto a % de completos ajustado (una estadística que que mide la precisión pura de un quarterback más allá de solo el porcentaje de pases completados) en pases entre las 0 y las 10 yardas solo por delante de Mac Jones. ¿Kirk Cousins? Fue el mejor de toda la NFL en este tipo de pases, con un 87.7%, casi un 10% más de porcentaje que Ridder en este aspecto. Heinicke fue incluso peor, con más de 20 puntos porcentuales por debajo de Cousins (67.3%)
Con la precisión de Cousins en la zona corta del campo, el playcalling de su nuevo coordinador ofensivo Zac Robinson (discípulo de Sean McVay) y la capacidad para conseguir yardas tras la recepción de todos sus playmakers los Falcons proyectan a convertirse en uno de los 10 mejores ataques de la NFL.
Kyler Murray volviendo a su nivel de MVP
No solo del Call of Duty vive el hombre… A partir de la Semana 10 y tras el regreso de Kyler Murray a la titularidad por primera vez desde que se destrozó el ligamento cruzado en diciembre de 2022 los Cardinals fueron el 10º mejor equipo de la NFL en EPA ofensivo, el 10º mejor equipo en yardas por jugada (5.6 yardas/jugada) y el 2º equipo con más yardas de carrera por partido de toda la NFL (152.8 yardas terrestres/partido)
Y con la adición de Marvin Harrison Jr. tras el Draft estos números solo pueden que mejorar. Creo que el hijo del mítico receptor de los Colts puede tener un impacto similar al que tuvieron novatos como Ja ´Marr Chase, Justin Jefferson o recientemente Puka Nacua en la NFL.
Los Rams fueron el 6º equipo con menos yardas de pase por partido en 2022 (182.8 yardas de pase/partido) pero se convirtieron en el 10º mejor en 2023 (239 yardas de pase/partido) tras elegir a Puka Nacua en el Draft. Lo mismo sucedió con los Bengals, que pasaron de ser el 6º peor equipo en este aspecto en 2020 (215.5 yardas de pase/partido) a convertirse en el 7º mejor (259 yardas de pase/partido) tras emparejar a Chase con Burrow y repetir su conexión universitaria.
Harrison es el receptor más preparado para caer de pie en la NFL que yo haya podido analizar y unido a la ascensión de Trey McBride como un Tight End estrella (desde la semana 10 fue el 2º Tight End con más recepciones y el 3º con más yardas) hacen que este joven bloque de los Cardinals permita a sus fans volver a soñar con esa maravillosa temporada 2021.