Skip to main content

Mundo NFL | Sitio oficial de la NFL en español

(Anti)crónica de un Mexico Game

Hace algunos días, en este mismo espacio hablé que lo que representaba para mí encontrarme en una misma noche con Jimmy Garoppolo, Joe Buck y Colt McCoy. Hoy, con la nobleza que personifican el casi y el hubiera, vengo a rendir cuentas ante mi círculo más íntimo de lectores.

Vamos por pasos. De entrada, debo confesar que estuve lejos de abordar a Garoppolo previo al partido por distintos motivos, entre ellos el hecho de que mi acreditación de prensa no incluyera acceso directo al comedor comunitario del Estadio Azteca: la enésima derrota moral en mi carrera periodística. Durante un par de horas, después de naufragar en mi intento de ver un Estados Unidos-Gales en las pantallas de la carpa de prensa, me dediqué a acaudillar una rebelión junto a mis colegas de redacción para tomar por asalto el lugar, emulando la venganza de Los centauros del desierto de John Ford tras el secuestro de la sobrina de Ethan Edwards. La otra circunstancia que me privó de montar guardia a las afueras del locker room de los 49ers tuvo que ver con que tampoco tenía garantizado mi lugar en el palco de prensa del estadio. La simple idea de imaginar que tendría que cubrir mi primer Mexico Game desde una carpa satelital me puso realmente nervioso. Hacerlo significaba para mí algo parecido a leer un libro en PDF, visitar un museo virtualmente o comer verduras: una humillación en toda la regla.

En fin, después del temporal comenzó a sonar en mi cabeza la voz de Santiago C. Motorizado, el líder y vocalista de la banda de rock argentino Él Mató a un Policía Motorizado, repitiendo unos versos balsámicos: Tranquilos, todo va a estar más o menos bien / Más o menos bien. / Más o menos bien. Con la complicidad de Alex Thierry, colega y co-editor de este portal, nos apropiamos de un par de lugares destinados para la transmisión de Game Pass. Al final el motín no fue del todo necesario. El jefe de contenidos de NFL en español nos colocó civilizadamente en los asientos 25 y 26 de la tercera fila del palco de prensa, junto a Mariana Morales y Ulises Harada, también colaboradores de Mundo, con quienes después hablaría sobre el escandaloso boicot que promovió el encargado del sonido local contra Grupo Firme, poniendo a Pantera, AC/DC, Metallica y Guns and Roses como teloneros.

El partido lo afronté con cierto pesar. Desde que se anunció la cita en México, había fantaseado con la posibilidad de entrevistar a Colt McCoy, pensando en que un backup anónimo podría ser la persona más asequible en términos de gestión con los departamentos de prensa de los equipos y, sobre todo, pensando en que podía coleccionar un recuerdo imborrable con un viejo ídolo. Para vengarse de mí, McCoy saltó como titular ante los problemas físicos de Kyler Murray y mis planes se vinieron abajo. Dicho esto, no todo fue un drama. Durante el primer cuarto, McCoy, de la mano de DeAndre Hopkins, montó ofensivas con cierto ritmo que remitieron tímidamente a aquellas temporadas de 2008 y 2009, cuando se convirtió en el pasador más preciso de toda la nación bajo la ofensiva spread de Mack Brown.

En contra de los deseos del aficionado neutral, los 49ers de Kyle Shanahan confirmaron que son el equipo más en forma de la NFC y se encargaron de definir el partido en el tercer cuarto. Arizona nunca encontró respuesta ante el fondo de armario que tiene San Francisco para presentar distintas variantes de una sola formación, estirar las defensivas horizontalmente y atacar las zonas cortas e intermedias. Y es precisamente bajo ese escenario en el que Garoppolo se puede asemejar a un quarterback capaz de llevar a su equipo a ganar un Super Bowl.

Quería saltarme el tema Joe Buck, porque la herida sigue abierta. No es un tema sencillo de gestionar. De niño me identifiqué mucho con la convicción de Ray Liotta en Goodfellas y aquello del As far back as I can remember, I always wanted to be a gangster, con la salvedad de que mi sueño no era ser un mafioso, sino un relator deportivo. Nadie pudo darme pistas sobre el paradero de Buck ni del Salón de la Fama Troy Aikman. De hecho, no tengo del todo claro que hayan venido. Recién me puse a ver la repetición del partido con la transmisión original de ESPN en inglés para encontrar alguna imagen contundente y no detecté nada. Si alguien tiene evidencia que sugiera lo contrario, entiérrela y manténgala fuera de mi vista.

Ahora bien, este, en realidad, buscaba ser un texto de redención, porque como decía Bob Marley: All I ever have / Redemption songs. La única promesa que medianamente pude cumplir fue el hecho de intercambiar impresiones con Jimmy Garoppolo en la conferencia de prensa post-partido. Después del intimidante last question que soltó el jefe de prensa, el micrófono llegó a mis manos en el último suspiro, por lo que alcancé a preguntarle sobre lo que supone ser un quarterback bajo el sofisticado sistema de Kyle Shanahan. Antes de responder soltó una esbozo de carcajada, tomó un poco de aire, me miró de la misma forma en que se miran los presos y los enamorados y me dijo que evidentemente no era una ofensiva sencilla de asimilar, que exigía muchas horas de estudio, pero que cuando salía al campo y fluía valía toda la pena del mundo.

Al terminar de responder, Jimmy Garoppolo se alejó y se desvaneció a lo Julia Roberts en Nothing Hill. Yo, después de reflexionar sobre lo ocurrido, me marché victorioso de la sala de la prensa silbando «Jimmy Jazz» y musitando el We did it que inmortalizó Joe Namath.