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El contrato de Justin Herbert con los Chargers es amor verdadero

Casi todo el mundo busca en la vida a alguien especial, alguien con quien compartir su vida para disfrutarla aún más, para que saque lo mejor de uno mismo y le acerque un poquito más a la felicidad. La media naranja que dicen. Para encontrarla, nos relacionamos constantemente, buscamos y probamos, con más o menos descanso. Y cuando hallamos en alguien signos de que puede ser esa persona especial, buscamos una forma de vincularnos a ella para no perderla. Ese tipo de estructura emocional inherente a la sociedad en la que vivimos no es muy diferente en la NFL. En ella, esa media naranja, ese amor verdadero, se llama QB franquicia. Los equipos están en permanente búsqueda de ese tipo especial y diferencial que pueda llevarles hasta el último nivel. Relaciones y noviazgos en forma de contrato rookie o de veterano barato para conocer y probar esas relaciones. En ellos, ambos se van pidiendo cada vez algo más para ver si surge la chispa y se demuestra que es lo que el otro busca.

En el caso de Justin Herbert y los Chargers, estos últimos han visto pruebas evidentes de haber encontrado a ese alguien especial tras 3 años de ese noviazgo rookie. Las cenas y paseos por el parque durante tres temporadas han dejado síntomas evidentes de que era hora de poner un anillo en su dedo en forma de un segundo contrato, ya de veterano, como el de mejor pagado. Esperar a que la otra parte demandara el enlace por las malas ya con la etiqueta de 5º año o el franchise tag podría haber hecho comenzar la relación a largo plazo con más tiranteces de las vistas en otras relaciones del vecindario (en Baltimore saben de lo que hablo). De este modo, la relación se mantiene pura y sana mientras se siguen dando pasos para consolidarla a un coste emocional y económico mucho menor.

La compra de la casa le costará a Justin Herbert comprometerse durante 7 años con el equipo y cederle el control sobre sus derechos durante los dos últimos años del acuerdo, que son los que no tendrá garantizados en ningún momento. Los Chargers le pagarán por extenderlo 5 años hasta un total de $262.5M de dinero nuevo ($52.5M de promedio por temporada). Es importante entender que a Herbert aún le quedaban 2 años de contrato con el equipo de Los Ángeles, puesto que este será su cuarto año de rookie ($4.2M) y el equipo ya había aplicado sobre él la etiqueta de 5º año ($29.5M), para un total de $33.7M que ya estaban completamente garantizados. Ahora, gran parte del dinero que ganará el QB con la extensión se adelanta y aumenta en los primeros años.

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La entrada de la casa será un signing bonus (o bono de firma) de poco más de$16M que se pagará a la firma pero se dividirá en 5 años en el cap del equipo, lo que permitirá que la economía familiar de esta relación recién consolidada no se resienta en 2023, (se mantendrá el impacto de $8.5M del QB), ya que para este año hay planes importantes, mientras Austin Ekeler y Gerald Everett juegan en su último año de contrato, y Keenam Allen, Mike Williams y Khalil Mack lo hacen en su último año a un cap razonable. Los 3 pasarán a impactar más de $30M en 2024. Con este acuerdo, Herbert se garantiza hasta $133.7M en el momento de la firma, $100M más de los que ya tenía garantizados en los 2 años restantes de su acuerdo anterior. Si bien el signing bonus es menor que el de Jalen Hurts ($23M) y el de Lamar Jackson ($72.5M), que son los contratos a los que se parece en estructura este que va a firmar Herbert, el gran éxito de éste es haber conseguido tanto dinero garantizado como el QB de los Ravens, que técnicamente estaba en el mercado sin contrato en vigor.

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Esa hipoteca de la casa se pagará en forma de salarios base bajos y option bonus razonables completamente garantizados en 2024 y 2025 (hasta esos $133M que estabilizan las finanzas de Herbert durante los próximos 3 años), evitándole jugar bajo la inseguridad que tenía con su contrato anterior de sólo 2 años a bajo coste. A bajo coste para ser un QB de su nivel quiero decir. Esa carga leve en el cap con option bonus, que se pueden repartir como los bonos de firma hasta durante 5 años en el cap, mantiene abierta para los Chargers la via de dar continuidad al proyecto actual durante ese plazo de 3 años.

Ya con el bagaje de varios años de convivencia bajo un compromiso ampliado, y con parte de una hipoteca en curso, llegará la hora de decidir si es el momento de llevar a la pareja al siguiente nivel. Los niños, el coche, la casa en la playa o grandes viajes para disfrutar de su media naranja, para ver si aún queda zumo en la relación. La estructura del contrato aumenta progresivamente el salario base de cada año a partir de 2026, el cual se irá garantizando cada temporada con año de adelanto, es decir, que en 2025 se habrá garantizado el salario de 2026, en 2026 el de 2027, y así sucesivamente. También añade cada temporada un nuevo option bonus que se podría repartir en varios años para aligerar el cap y ayudar a construir alrededor de Herbert. Todo con tal de hacerle feliz. En el amor no se deben escatimar esfuerzos.

Los Angeles Chargers quarterback Justin Herbert (10) throws the ball during an NFL football game against the New Orleans Saints on Monday, October 12, 2020 in New Orleans, Louisiana. (Ric Tapia/NFL)

Pero esta organización del dinero del contrato y las garantías, abre a su vez otra vía, que permitiría una separación de mutuo acuerdo, ya que el divorcio por las malas ni se contempla por la cantidad de dinero muerto que dejaría. Los Chargers y Herbert podrían separar sus caminos una vez finalizados esos 3 primeros años de contrato, cuando el dinero garantizado se empiece a asignar de año en año y el dinero muerto empezará a ser asumible (unos $27M). Eso sí, tendría que ser consensuado por cuanto que el contrato incluye la No trade clause (cláusula de no traspaso), que permite al jugador no ser intercambiado si éste no quiere, o elegir el destino en caso de que la ruptura sea inevitable. Siempre hay pelandruscas rompehogares que se entrometen en el camino poniendo a prueba las relaciones más estables en forma de lesión grave o plantilla no competitiva. El reparto de los bienes y la custodia de los niños quedan para otro día. No quiero estropear la historia, que íbamos bien.

Así que si todo va como debe, los Chargers y Justin Herbert no deberían verse obligados a renovar sus votos hasta después de 2027 o incluso tras 2028, cuando el contrato deja de tener dinero garantizado por adelantado y las ganancias del jugador habrán quedado desfasadas por la subida del cap. Será entonces el momento de hacer balance de la relación y valorar ampliarla en busca de las bodas de plata. Si la relación sobrevive a lo que a buen seguro será un camino tortuoso por la renovación del roster que van a tener que hacer más pronto que tarde, o si por el camino encuentran la felicidad en forma de trofeo Lombardi, todos recordaremos esta historia como un cuento de hadas de fidelidad y amor verdadero. Mayor aún que la de Phillip Rivers, aunque seguro con menos hijos. Si por el contrario, el proyecto vital que hoy empiezan a construir QB y equipo no mejora el de su predecesor, no dejará de ser otra historia de lo que parecía que podía ser y nunca fue. De esas de las que está llena la implacable historia de la NFL.