Son muchos los argumentos que se han esgrimido para explicar las victorias de Chiefs y Lions esta semana: El destino, la suerte del campeón, la magia negra, el vudú… La verdad es que no se trata de nada de eso. La explicación más certera pasa porque estamos ante dos equipos en mayúsculas, dos colectivos fantásticamente entrenados que son capaces de destacar en todas las fases del juego y que, cuando una pieza falla, su construcción colectiva es tan sólida que son capaces de sobreponerse y sacar los partidos adelante. Ambos están demostrando ser, de largo, los dos mejores de la NFL en lo que va de temporada. Y por supuesto que eso no te garantiza alcanzar el Super Bowl, pero estar tan bien equipados al menos hace que tus posibilidades suban.
Por detrás de ambos, nadie termina de convencer del todo. Los Ravens son los que mejor juegan en ataque pero su defensa a veces tiene más agujeros que un queso gruyere. Los Bills son muy regulares y cuentan con 8 victorias pero en las dos citas contra rivales de entidad han flojeado. Los 49ers están tratando de encontrarse a sí mismos y Philadelphia empezó muy mal pero cada día tiene mejor aspecto. Steelers y Commanders demuestran mucha seriedad pero todavía está por ver cuál es su techo. Y los Texans y los Packers tienen un techo altísimo pero dejan muestras de inconsistencia.
Todos estos equipos llevan consigo la etiqueta de aspirantes y otros tres, los Cardinals, los Chargers y los Broncos, parecen estar en el buen camino pero todavía están faltos de talento para pensar en poder asaltar los cielos. Con los Bengals es todavía un "ya veremos" pero lo único que dejan claro es que Burrow y Chase están muy solos.
Lo que parece clarísimo es que ahora mismo Kansas City y Detroit son los más completos, equilibrados y competitivos.
Un equipo a prueba de quarterback
Detroit es la demostración práctica de una franquicia que hace bien las cosas. Esta plantilla se ha construido con paciencia y confianza, desarrollando talento y con un carácter a imagen y semejanza de su Head Coach. Qué combinación tan maravillosa la de un líder como Dan Campbell que forja cultura y buenos hábitos en el vestuario, con dos coordinadores que sacan lo mejor del colectivo en lo táctico como Ben Johnson y Aaron Glenn –ambos, sonando como favoritos para puestos de Head Coach la próxima temporada–. Y quien diga que Campbell no sería nada sin Ben Johnson, quizá también haya que decirlo en viceversa, porque ¿quién había apostado por Ben Johnson como coordinador ofensivo hasta entonces? Fue Dan Campbell quien apostó por él, así que este es un camino en dos direcciones y, de ahí la lealtad de Johnson quedándose en Detroit para otro intento de asalto al Super Bowl.
Todo este contexto nos lleva a lo concreto de esta jornada: Cuando tu QB tiene un día desastroso con 5 intercepciones, el poder de un colectivo unido, bien entrenado y con diversidad de armas, es capaz de sobreponerse. No muchos equipos en la historia de la NFL lo han conseguido con 5 intercepciones y 15 puntos de desventaja en la segunda mitad. Los Lions tienen eso que hay que tener para darle la vuelta. Y eso se construye en el campo de entrenamiento y en el vestuario.
La manera de hacerlo fue sencilla: con defensa y carrera. Todo lo que el gran trabajo de la defensa de los Texans (Azeez Al-Shaair, qué jugador y qué partido firmó) había conseguido eliminar en la primera mitad, todo lo que tenía que ver con el éxito de los Lions en downs tempranos; lo recuperaron los de Detroit en la segunda mitad gracias a la explosividad de Jahmyr Gibbs. Y, al mismo tiempo, la defensa de los Lions cortocircuitó el ataque de Houston, que no solo se quedó a cero en la segunda mitad, sino que le costó conseguir primeros down. Eso, sin contar las dos intercepciones de Stroud.
Irónicamente, las dos intercepciones de CJ Stroud fueron más costosas para los Texans que las 5 de Goff para los Lions; pero eso es porque los Lions son un equipo a prueba de quarterback y los Texans un equipo quarterback dependiente.
No es magia negra, no es vudú, no es suerte del campeón, es un señor equipo
Los Chiefs son acusados muchas veces de jugar mal y ganar. Pero creo que a veces se confunde jugar más en ataque con que juegue mal el equipo. Los Chiefs tienen todas las características de un equipo campeón y la mayor de todas es que cuando algo falla, sea un jugador, un aspecto del juego, cualquier cosa… Son tan sólidos en todo lo demás que lo acaban compensando. Si tienen que ganar un partido duro y tienen que jugar feo, lo hacen. Si tienen que aparecer para protagonizar una jugada decisiva que salve el día, son capaces de hacerlo algunas veces en ataque, algunas en defensa y, como sucedió este pasado domingo, también con los equipos especiales.
Soy consciente de que bloquear una patada no es sencillo y las probabilidades son bajísimas, pero al mismo tiempo, si ves la jugada con detenimiento, la ejecución fue extraordinaria, pero no solo la de Leo Chenal, que es el encargado de desviar el balón de manera decisiva… es que fueron todos, da la sensación de que si no llega Chenal, Karlaftis estaba preparado e incluso Mike Danna. Eso no es casualidad. No ganan por suerte, no ganan por azar o destino, dicen que la suerte favorece a los audaces, los Chiefs lo son y además son un equipo que sabe competir como ningún otro, por eso van camino de convertirse en una dinastía.
Solo un último asunto, en este caso, en negativo. Los dos partidos que más cerca han estado de perder los Chiefs, el primero de la temporada ante Ravens y este último ante Broncos, tienen algo en común: Las defensas rivales eliminaron la carrera de Kansas City. Si algo tiene el ataque de los Chiefs, es que su juego terrestre, lejos de ser el más explosivo, sí consigue ser de los más eficientes y eso les da muchísimo empaque. Cuando eliminas eso de la ecuación, se acumulan los problemas para Mahomes y esa ofensiva. Por suerte para ellos, Isiah Pacheco está a punto de volver al equipo.
Los Steelers no son solo un equipo de récord positivo
Es obvio que estos Pittsburgh Steelers son mucho más que su versión de los últimos años. El partido contra los Commanders, el equipo de moda en la NFL, lo dejó bien claro. ¿Qué hacen bien en ataque los Commanders? Correr con el balón –sea con los RBs o el mismo Jayden Daniels–, todo lo que tiene que ver con el juego de pase en el entorno cercano al QB –screens y checkdowns– y el juego aéreo vertical en profundo. ¿Cuál fue la propuesta de Tomlin para cortocircuitarlo? Eliminar todo lo fácil. Es decir, hacer hincapié en limitar el juego de carrera, encerrar a Daniels en el pocket (un solo scramble en todo el partido) e invitar a la ofensiva de Washington a ganar tomando riesgos. Y los Commanders lo intentaron y casi lo consiguen, incluso firmaron alguna jugada espectacular con Terry McLaurin destacando, pero en el global, Pittsburgh consiguió cambiar el paso a la ofensiva de Kliff Kingsbury.
La fórmula que tanta solidez ofrece a esta defensa de Steelers parte, evidentemente de TJ Watt. Tener a un jugador tan desequilibrante te da una sensación de ventaja numérica, porque a Watt siempre tienen que dedicarle atención extra. Es uno de los jugador que menos ocasiones tiene de ir uno contra uno ante el tackle que tiene enfrente; siempre afronta chip blocks o directamente dos contra uno, si sumamos ambas cosas, es el pass rusher más vigilado de toda la NFL. Y aún marca la diferencia. No me refiero solo a los fumbles, en los que es un maestro, sino más bien, a que tenerle en el campo permite a la defensa de Pittsburgh ir constantemente con 4 a por el QB e igualmente conseguir presionarlo. Eso te da mucha seguridad en la parte trasera. No solo por Watt, Cam Hayward está jugando un año monstruoso y Highsmith es una amenaza por sí mismo (esperemos que la lesión no sea gran cosa). Además, Patrick Queen hizo un partido sobresaliente.
Si a esto le sumamos que con Russell Wilson el ataque es capaz de ser mucho más vertical y agresivo sin poner mucho el balón en riesgo, la propuesta invita al optimismo. De momento, siguen líderes de división y son un equipo que es realmente muy duro tener enfrente. El duelo de este domingo ante los Ravens va a ser altamente interesante.
San Francisco se busca a sí mismo pero es más fácil cuando ganas
Lo primero de todo para los 49ers es conseguir victorias. Su arranque de temporada ha sido muy dubitativo y ahora se trata de ganar y de intentar asaltar de nuevo el liderato de la división –algo que los Cardinals no están poniendo nada sencillo–. La victoria la consiguieron pero con la vuelta de McCaffrey, todos esperábamos una diferencia mucho más acusada en la manera de jugar y en la manera de ganar. Y debo decir que en parte sí y en parte no.
¿Resolvió CMC problemas? Por supuesto que lo hizo. Aunque el juego de carrera estuvo bastante bien controlado por los Bucs, McCaffrey logró marcar la diferencia por momentos, pero donde realmente lo hizo fue en el juego aéreo. Cuando CMC está sobre el campo no le salen las cuentas a la defensa rival en cuanto a cobertura. Si optan por defensas zonales con coberturas profundas y cajas más ligeras, San Francisco no va a dudar en correr. Si deciden cargar la caja y ponerse en individual, McCaffrey va a quedar emparejado con un LB y le va a ganar, o en el caso contrario, con un Defensive Back, lo que va a dar ventaja a sus compañeros. Es muy difícil defender así a San Francisco. No es casualidad que hasta cuatro jugadores distintos tuvieran big plays de recepción en este partido para 49ers y que de las 353 yardas de pase de Purdy (menudo partido el suyo), 182 fueran after catch. McCaffrey es capaz de mover la aguja a favor de su equipo.
Lo malo es que los equipos especiales casi arruinan el partido para San Francisco… y no es la primera vez que pasa. Tres patadas falladas, todas ellas relativamente asequibles hoy en día, un punt que acabó en fumble del retornador y un par de jugadas después en un touchdown de los Bucs. Eso son 16 puntos. No te lo puedes permitir cuando llegue la hora de la verdad.
Equipo Revelación: Los Cardinals van muy en serio
Les costó coger el ritmo o cierta regularidad, pero lo que estamos viendo de los Cardinals, sobre todo en ataque –aunque la defensa está mejorando– es muy satisfactorio. Drew Petzing ha construido un contexto en el que Kyler Murray, una vez que lo ha entendido y se ha sentido cómodo en el mismo, está jugando, en mi opinión, a su mejor nivel desde que está en la NFL. ¿Qué ha cambiado en Murray? De él ya sabíamos que era muy capaz de generar fuera de estructura, tanto pasando como corriendo. El cambio viene dentro del pocket, el timing, la precisión, la toma de decisiones, la paciencia… como lo navega y ejecuta incluso con un pocket sucio. Y si Murray cuenta además con un juego de carrera que de verdad es capaz de captar la atención de las defensas y, cuando va al aire, tiene una pareja tan complementaria como Marvin Harrison jr. y Trey McBride, todo empieza a tener sentido. Además, Michael Wilson y Greg Dortch son buenos complementos… todos son jóvenes (menos Conner) y con capacidad de desarrollo.
En la defensa falta talento y es lógico, con los pass rushers jóvenes lesionados. Pero están consiguiendo impactar en los ataques rivales con jugadores prácticamente desconocidos, eso sí, liderados por un Budda Baker al que Gannon le otorga mucha libertad de movimientos y equilibra muy bien toda la defensa.
A mí es un equipo que no me extrañaría nada ver jugando en los Playoffs. Desde luego, lo están mereciendo.
MVP: Joe Burrow y Ja'Marr Chase
Qué solos están Burrow y Chase… y al mismo tiempo, me atrevería a decir que estamos viendo la versión más completa del QB de los Bengals. Está absolutamente imponente, trabajando el centro del campo y fuera de los números; si miras su carta de pase de la temporada, su consistencia se apoya en la eficacia que está teniendo en las primeras yardas frente a sus ojos, pero está fantástico en la zona intermedia cuando pasa en el centro del campo. Burrow está siendo uno de los mejores QBs de la temporada y no por casualidad. Lástima que su equipo no le siga el ritmo.
El que sí lo hace es Ja'Marr Chase, que a veces tiene estos partidos donde explota por completo, en los que cada vez que recibe el balón tienes la sensación de que, como alguien falle un placaje se va hasta la End Zone. Es un jugador muy vigilado, porque evidentemente es el arma más poderosa de ese ataque, pero aun así consigue hacer mella en las defensas. Chase lidera la NFL en recepciones (66), yardas de recepción (981) y TDs de recepción (10).