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Mundo NFL | Sitio oficial de la NFL en español

El talento de interpretar y crear cultura de futbol americano

Estos días estuve repasando con devoción religiosa una charla organizada por Melboss en la que Fernando Navarro, periodista musical de El País, soltó algunas reflexiones que me interesa vincular con la comunicación, el periodismo y la cultura de futbol americano.

En la primera de ellas dejó ver su postura respecto a que la música no era, a ojos de buena parte del periodismo, una cultura de primer orden. Sobre todo pensando en su clara posición de inferioridad en la jerarquía del periodismo cultural respecto a la literatura, el cine o el teatro. Fernando sostenía, con razón, que para él la música había sido más importante que la literatura o el cine para explicar la historia social y cultural de los Estados Unidos, con Elvis Presley, e Inglaterra, con los Beatles, durante el siglo XX. Por lo que el primer paso para ser un buen periodista musical era, precisamente, defender el periodismo musical como una cosa de primer orden, no como un simple entretenimiento.

Esto me resonó de inmediato en clave NFL y futbol americano. Desde la comunicación y el periodismo nos están faltando soldados que defiendan la complejidad del juego, su dimensión social y la profundidad de sus historias. Me gusta pensar que la NFL ha ayudado a que muchísima gente sitúe en un mapa dentro del estado de Wisconsin a Green Bay, la ciudad más pequeña en albergar una franquicia deportiva profesional de las cuatro ligas predominantes en los Estados Unidos, que de otro modo sería un territorio completamente anónimo.

Seattle, que para alguna gente representa la sede mundial de Starbucks o el epicentro de la escena grunge que permitió el surgimiento de bandas como Nirvana, Soundgarden, Pearl Jam o Stone Temple Pilots, tiene una dimensión especial por el simple hecho de ser la casa —particularmente ruidosa— de los Seattle Seahawks. Jugar ahí, entrenar ahí y ver futbol americano ahí cuenta con reglas específicas intransferibles a otro mercado.

Seattle Seahawks fans cheer during an NFL football game against the New York Giants on Monday, Oct. 2, 2023, in East Rutherford, N.J. (AP Photo/Adam Hunger)

La segunda es aún más interesante, puesto que tiene que ver con la interpretación de fenómenos, la emisión de juicios de valor y la necesidad de crear estructura y cultura a largo plazo. "Necesitamos medir e interpretar las cosas, porque si no interpretamos las canciones que nos llegan, los grupos que salen, no hay cultura", argumentó Navarro.

Este punto quizá es el más decisivo y crítico por muchos motivos. Pensemos que tanto en la música como en el futbol americano hay artistas y jugadores con carreras y trabajos lo suficientemente sólidos como para que exista cierta unanimidad en torno a su legado, pero también existen otros cuya obra y trascendencia exigen mayor tiempo de reposo, distancia y reflexión. No es lo mismo hablar de David Bowie o Tom Brady que de Alex Turner y de Russell Wilson.

Como lo explicaba Fernando, la interpretación de los fenómenos que construyen la narrativa de la música y la NFL deviene en cultura. Pensemos en Peyton Manning, por poner otro caso. Si no se hubiese interpretado el tipo de genio que era leyendo defensivas y cambiando las jugadas antes del snap, su valoración como leyenda sería diametralmente distinta. Ni mejor ni peor, simplemente distinta. Ahora bien, ¿qué pasaría si persistiera el tópico sobre que Lamar Jackson no es buen pasador después de lo exhibido bajo el sistema ofensivo de Todd Monken?

Fans leave following the unveiling of the Peyton Manning statue outside of Lucas Oil Stadium, Saturday, Oct. 7, 2017, in Indianapolis. (AP Photo/Darron Cummings)

Dicho esto, conviene matizar que estas interpretaciones —ineludiblemente subjetivas— que se manifiestan en formato de crónicas, entrevistas, tuits, reflexiones, comentarios de televisión y juicios de valor en todas sus variantes deben ser emitidas por voces rigurosas, sensibles y especializadas para que se conviertan en cultura y no en un arma polarizadora de cantina.

Y, por último, la idea de que el periodista tiene que asumir la gran responsabilidad que tiene. Nuestras filias y fobias no definen, o no deberían definir la narrativa. Este trabajo no consiste en decir que nos gusta o no nos gusta a partir de los sesgos con el que hemos construido nuestro paladar NFL, sino en interpretar y arrojar luz en la oscuridad. Navarro, un feligrés de Bob Dylan, Elvis Presley y Johnny Cash, confesaba haber tenido que abrir los oídos y exponerse a otros géneros musicales que nunca pensó escuchar, porque, esencialmente, en eso consiste su trabajo.

Piensen en la cantidad de veces que irrumpen relatores, comentaristas y analistas diciendo que les gusta más o menos Dak Prescott, cuando lo que su posición exige es explicar si Prescott es o no el perfil de quarterback que un equipo como los Dallas Cowboys de Mike McCarthy piden. Lo primero es más divertido e imanta likes, pero lo segundo ayuda a generar algo más trascedente y duradero: cultura de futbol americano.