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En el futbol americano no hay nada seguro y otras lecciones tácticas de semana 4

Mike Vrabel vuelve a lo básico

 Mike Vrabel es un hombre de football. Lleva en sus espaldas todo tipo de batallas y ha adquirido una experiencia como jugador que se refleja en cada paso que da como entrenador. Sus Titans habían comenzado el año con muchas dudas y sin poder exponer el juego de ataque que le hemos visto en los últimos años y que ha sido piedra angular de los éxitos cosechados con anterioridad. Sin embargo, él conoce a la perfección lo que tiene entre las manos y sabe que, cuando llegan los malos resultados, hay que seguir trabajando en lo que te hace fuerte. Y lo que hace fuerte a este equipo es Derrick Henry. A partir de él, todo lo demás encaja.

 En la primera parte del encuentro frente a los Colts, pudimos volver a ver trazos del que ha sido el mejor running back de la liga en los últimos años, hasta que una lesión lo dejó fuera de los terrenos de juego en el curso pasado. El domingo volvió a mostrarse poderoso en las carreras interiores con esquemas de poder, persiguiendo los pulls de sus líneas ofensivos, y también mostrando una buena lateralidad para atacar el exterior en inside zone cuando la línea defensiva colapsaba el juego por dentro. Además, estamos viendo a un Henry que empieza a aprovechar también el play action de Tannehill para actuar en el juego de pase con screen passes. Ya lo vimos hace dos semanas frente a los Raiders y se volvió a repetir frente a los Colts. De momento, son pocos snaps donde Henry atrapa balones fuera del backfield, pero si esto se hace constante, será una amenaza más para los rivales de los Titans. Y es que cuando Henry funciona, la sinfonía de Tennessee se escucha mucho más afinada. Ahí, Tannehill se muestra seguro y ataca el medio de la defensa, con muchísima determinación, en el juego de pase a las rutas interiores a la espalda de los linebackers

 Vrabel sabe que este año la AFC es una conferencia demasiado dura como para estar regalando partidos, y sabe que su equipo está construido para ser muy fuerte en cada fase del juego. Para ello, necesita de su mejor jugador, porque Derrick Henry representa el football que Mike Vrabel ama y quiere ver en su equipo. La vuelta a lo básico, muchas veces, es la solución perfecta a todos los males.

Las Analytics de Harbaugh en los 4º downs

 Decía John Harbaugh, al final del encuentro en rueda de prensa, que su idea en el cuarto down era anotar siete puntos para así, como mucho, ir al tiempo extra si los Bills se recorrían el campo y anotaban otro touchdown en su drive final. También decía que convirtiendo un field goal, le dabas al otro equipo la oportunidad de ganarte anotando siete. Además, en el caso de no convertir el cuarto down final que quisieron jugarse los Ravens, los Bills saldrían desde su yarda dos, algo que la defensa de Baltimore podría manejar bien. Y todo esto es verdad. El plan no tenía ningún resquicio por donde salir mal. "En retrospectiva, podríamos haber tomado los puntos, pero si lo miras analíticamente, se entiende por qué lo hicimos", terminaba diciendo el head coach de Ravens. Pero en el football, lo que parece muy claro, puede volverse oscuro en décimas de segundo.

 Viendo la segunda parte del partido y, sobre todo como iba la secuencia de ese último set de downs, Harbaugh podía saber, sin tener que mirar sus analytics, que la línea defensiva de los Bills estaba asfaltando a la línea ofensiva de su equipo. Lamar Jackson, cada vez, tenía más problemas para jugar su dropback, teniendo que utilizar su explosividad y creatividad más de la cuenta para llevar a su ataque hasta esa yarda dos de los Bills. En el primer down, la presión le llegó a Jackson demasiado rápido, y tuvo que hacer malabarismos para sacar un pase excepcional a Duverney, de donde no había nada. En el segundo down, Milano entró con facilidad en el backfield para placar a Dobbins tres yardas por detrás de la línea de scrimmage. Y en el tercer down, de nuevo Lamar tuvo que salir por piernas del pocket luchando por sobrevivir ante la presión de línea defensiva de Bills. En estos tres downs, solo la magia de su quarterback les había permitido tener esa posición de campo. Pero Lamar tiene calidad para hacerlo una cuarta vez más, ¿no? El problema es que el equipo de McDermott había encontrado la manera de presionar a Jackson solo con cuatro hombres mientras acumulaba siete defensores en cobertura. Si a eso le sumas el reducido espacio de campo que quedaba en esas dos yardas, te encuentras en una situación (otra más) comprometida para tu quarterback. Y ahí es donde aparecen los errores o lo inesperado. El resultado fue que no hubo anotación de siete puntos por parte de los Ravens, que no hubo field goal y que tampoco los Bills comenzaron el último drive desde su propia yarda dos.

 Porque, en el football americano, lo único seguro es que no hay nada seguro.

Sobrevivir a Aaron Rodgers

La primera parte había acabado con un pick-six de Jack Jones que ponía a los Patriots por delante en el marcador y que dejaba a Aaron Rodgers con cara contrariada. Fue uno de los peores pases que se le recuerdan al veterano quarterback en una acción impropia de su talento. Era una situación de pase rápido donde el balón tenía que ir al hombro más exterior del receptor y alejándolo del defensor. Jones había reaccionado muy bien al corte en el top de la ruta del wide receiver de Packers, y se encontró con un balón que no tendría que estar ahí. Era la tercera intercepción de Rodgers en la temporada y el segundo pick-six de toda su carrera en Lambeau Field. El propio Rodgers sabía que sus dos primeros cuartos habían sido una catástrofe. LaFleur había querido ser más agresivo en el juego de pase y su quarterback se había dejado algún que otro lanzamiento por el camino. Así que algo tenía que cambiar tras el descanso. Y este cambio empezaba por el rendimiento de su jugador estrella.

Años atrás, hemos visto como Rodgers, cuando detecta defensas individuales, quiere ser muy agresivo verticalmente para dañar esas coberturas. Aísla jugadores en el exterior para que jueguen uno contra uno o los coloca en el slot con la idea de que tengan mucho campo para jugar por fuera de los números en profundo. Greg Jennings, James Jones, Randall Cobb y sobre todo Jordy Nelson o Davante Adams se han visto beneficiados de ello. A partir del tercer cuarto, Rodgers fue creciendo en el encuentro y dando señales del jugador que siempre ha sido. Encontraba a Lazard en el slot fade o en las go routes en el exterior, a Cobb en situaciones fuera del pocket o a Romeo Doubs atacando el back shoulder en lo que fue el segundo touchdown del rookie en lo que llevamos de temporada y el número 500 de la carrera de Aaron Rodgers. Pero lo mejor lo guardaba para el final. Con el marcador en empate y en un delicado 3th&8, Rodgers leyó defensa individual y vio la posibilidad de encontrar una ventaja con la go route de Doubs. El pase salió de sus manos dibujando un arco iris perfecto que aterrizaba en las manos de Romeo, quién, cómo estaba planeado, le había ganado la partida a su defensor. Doubs cayó al suelo y Lambeau Field explotó. Pero fue un espejismo. En la repetición se veía como el balón del rookie salía de sus manos una vez que el jugador tocaba el césped, por lo que el touchdown quedaba invalidado. Otra vez vimos la cara contrariada de Rodgers, pero en esta ocasión se le añadía una mueca de enfado.

La defensa de Packers logró dos buenas acciones. Una antes de la prórroga y otra en el drive que tuvieron los de Belichick en ese tiempo extra. Rodgers supo comandar una serie final perfecta para dejar a Mason Crosby con la patada ganadora. Bill Belichick, en la rueda de prensa posterior al encuentro, lo tenía claro: "Al final, Rodgers fue demasiado bueno", dijo.

'Let Russ Cook' (pero con normas)

Los Denver Broncos hicieron el movimiento de la off-season cuando adquirieron a Russell Wilson. Desde la retirada de Peyton Manning, el puesto de quarterback en la franquicia ha sido un absoluto desastre. Una tragedia. Sin embargo, la opción de Wilson no la dejaron escapar y apostaron muy fuerte por el ex jugador de los Seattle Seahawks, hasta tal punto que, no contentos con traerlo, le ofrecieron las llaves de la franquicia con una extensión de contrato millonaria por cinco años más. La ilusión creció en Denver al mismo ritmo que lo hizo la billetera del jugador. Pero el inicio de temporada no ha sido el esperado.

Es cierto que el récord no es malo. Ahora mismo, los Broncos tienen dos partidos ganados y otros dos perdidos, están empatados con Chargers y a un encuentro del líder, los Chiefs de Patrick Mahomes. Sin embargo, su juego en ataque ha pasado por muchos problemas en estas cuatro primeras semanas. Penalizaciones, fumbles absurdos y decisiones desde la banda las cuales no han ayudado a tener una ofensiva fluida y con ritmo. El propio Wilson se ha visto algo oxidado y con una precisión, y juego dentro del pocket, más que sospechosa. Pero he visto reaccionar al quarterback este domingo frente a los Raiders, aunque al final no sirviese esa mejoría en su juego para llevarse la victoria.

Para mí, es clave que Nathaniel Hackett sea capaz de convencer a Wilson de jugar desde el pocket. Wilson, en Seattle, ha sido un maestro extendiendo jugadas y lanzando bombas mientras hacía ejercicios de magia para salir indemne de la presión que le llegaba. Dentro del pocket siempre ha tenido muchos problemas para jugar en ritmo. Es decir, mover cadenas con el pase no ha sido la mejor virtud de Russ en sus años anteriores. Ningún coordinador ofensivo ha sido capaz de hacerlo crecer desde ahí, y creo que Hackett tiene que poner todos sus esfuerzos en ello, porque es lo que mejor le viene a ese talentoso ataque. Frente a Raiders pudimos ver a un Wilson mucho menos nervioso detrás de su línea ofensiva. Jugaba el dropback y escaneaba el campo esperando a que sus receptores estuviesen abiertos. En Seattle ha vivido mucho de la capacidad de los wide receivers de generar separación en acciones individuales y no tanto de un sistema donde esa separación se da por el esquema. Con Hackett, debería ser más importante lo segundo que lo primero, porque así es como los quarterbacks controlan mucho mejor el tempo de los partidos. Me gustó ver a un Wilson capaz de plantarse en el pocket y no abandonar sus lecturas, para salir corriendo, tras la pérdida de la primera opción. Fue capaz de navegar con sus ojos por la defensa y de mandar buenos balones a Sutton (sensacional esto que cuento en el primer touchdown), Jeudy o Hamler.

No es fácil la adaptación a un lugar nuevo de trabajo y bajo un esquema distinto a todo lo que has tenido antes. El proceso lleva su tiempo y los Broncos deben ir encontrando soluciones para que los resultados sigan siendo positivos. La defensa la tienen, ahora solo falta esperar a que Hackett convenza a Wilson de que debe cocinar, sí, pero con las herramientas adecuadas. Yo confío en que de ahí salga un gran plato.

Pies para qué os quiero

Los Chiefs tienen en Patrick Mahomes al arma total. No voy a descubrir aquí y ahora a uno de los tres mejores quarterbacks de la competición. Incluso podría decir que es el mejor y habría pocos argumentos en contra para rebatirlo. Es capaz, por si solo, de destrozar defensas desde el pocket, extendiendo la jugada para lanzar desde cualquier tipo de plataforma o para ganar primeros downs acarreando él mismo el balón en unos scrambles donde parece que se para el tiempo por esa manera suya de correr tan peculiar. Dicho todo esto, y sabiendo dónde están las fortalezas de este ataque y de este equipo, me llama poderosamente la atención el valor que le está dando Andy Reid a su juego terrestre.

El trío de running backs que poseen les da mucha versatilidad a la hora de hacer dudar a la defensa, porque son muy buenos en el juego de pase, pero es que están consiguiendo mover cadenas llevando el balón por el suelo. Clyde Edwards Helaire está jugando su mejor football desde que llegó al equipo. En el pasado Sunday Night Football, demostró una excelente visión y explosividad en sus cortes. En las outside zones que jugaba el equipo, tenía el punto de paciencia que hay que tener para esperar a que el gap se abriese y correr por él. Además, Isaiah Pacheco le da un extra al juego terrestre. Es explosivo y acelera muy bien por el camino abierto, pero también muestra mucha potencia para atacar al defensor y ganar yardas extras después del primer contacto. Este juego terrestre hace que las defensas estén forzadas a mantenerse más 'honestas', a jugar con defensas base y tener que alinear formaciones algo más pesadas si no quieren verse atropelladas por la carrera de los Chiefs. Y cuando esto sucede, Travis Kelce comienza a ganar duelos individuales por todo el campo o encuentra espacios débiles en coberturas zonales.

Si los Chiefs corren, se vuelven el doble de peligrosos de lo que ya son. De momento, las expectativas con sus running backs son altas, porque saben que, si ellos fallan, aún les queda Mahomes para solventar la papeleta. Son los nuevos-viejos Chiefs, y eso nunca es bueno para el resto de equipos.