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Jim Thorpe y la leyenda de Canton

En 2023, el Salón de la Fama de la NFL celebra 60 años de albergar la historia y la gloria de la liga más grande e importante de futbol americano profesional en el mundo, pero ¿por qué está en una ciudad que hace casi 100 años no tiene una franquicia NFL? Las razones incluyen un récord aún vigente y la presencia de uno de los atletas más destacados del siglo XX.

Cada año, Canton, Ohio -en la zona este de Estados Unidos- se convierte en el epicentro en el que convergen los afortunados inducidos al Salón de la Fama y que, hasta la Clase 2022, cuenta con 361 miembros.

El preludio de la NFL, la American Professional Futbol Association, se fundó un 17 de septiembre de 1920, justo en Canton, Ohio; además, a finales de 1959 el diario Cantom Repository convocó a la comunidad a externar ante la NFL su deseo de recibir un Salón de la Fama en su ciudad, pero el tercer motivo fue para la NFL el importante legado que un equipo de corta vida pero amplia historia dejó hasta nuestros días.

A inicios del siglo XX, la ciudad de Canton fue sede de los Bulldogs, un equipo que aún tiene un récord de partidos consecutivos sin perder, con 38 juegos, y que a su vez incluye el récord de victorias al hilo, con 35. Logro que se gestó entre 1921 y 1923; además de ganar los campeonatos de 1921 y 1922.

En esa extinta franquicia jugó en distintas etapas un hombre considerado entre los mejores deportistas del siglo XX: Jim Thorpe, quien no solo destacó entre los campos y sus yardas; también jugó a nivel profesional beisbol o basquetbol y además ganó dos medallas olímpicas en los Juegos de Estocolmo de 1912, en las pruebas atléticas de pentatlón y decatlón (en este último estableció un récord olímpico de 8 mil 413 puntos que estuvo vigente por casi dos décadas).

Sin embargo, al año siguiente de sus logros el Comité Olímpico Internacional creó una regla que impedía a sus participantes recibir dinero por practicar deporte. Al descubrir que Thorpe había recibido dinero por jugar beisbol, aplicaron la regla de forma retroactiva y le retiraron los dos oros. Aunque escribió para disculparse, no le devolvieron sus preseas.

"Espero ser parcialmente perdonado por el hecho de que yo simplemente era un muchacho indio y no sabía nada de estas cosas. De hecho, yo no sabía que estaba haciendo algo malo, ya que solo estaba haciendo lo que muchos otros universitarios habían hecho, excepto que ellos no usaron sus nombres", suscribió en una carta Thorpe y era cierto: Thorpe era un indio americano cuyo nombre nativo era 'Wa-Tho-Huk' (Camino Iluminado por una Gran Luz) y, aunque el argumento oficial era lucrar con su actividad deportiva, en el trasfondo se vislumbró el racismo por su origen étnico, pues en esa época los indios americanos no eran considerados ciudadanos y con sus logros deportivos acaparó reflectores que enfatizaban su condición de indoamericano.

La injusticia se reveló cuando Avery Broundage, su compañero de equipo olímpico, se convirtió en presidente del COI y no solo no ayudó a Thorpe a recuperar sus preseas, sino que además ratificó que no las merecía al argumentar que ignorar la ley no justificaba incumplirla.

Pese a ello, Thorpe encontró algo de justicia deportiva en el emparrillado. Debutó como atleta profesional con los Canton Bulldogs en 1920 y, aunque sólo estuvo esa temporada, regresó al equipo en 1926. Jugó de tailback con el equipo.

Su retiro deportivo se dio después de la Gran Depresión de 1929. Al dejar las canchas y los estadios, buscó trabajos informales. Incluso llegó a ser extra en filmaciones cinematográficas o guardia de seguridad, pero su economía no se repuso. Padeció enfermedades como el cáncer y afecciones cardíacas, cayó en el alcoholismo y unas semanas después de un tercer y último ataque cardiaco, murió en la pobreza en marzo de 1953. Sus últimas palabras fueron: "devuélvanme mis medallas".

Aunque no eran las preseas olímpicas tan ansiadas, su carrera fue reivindicada. Diez años después de su último aliento, Thorpe fue parte de la primera generación que ingresó al Salón de la Fama en Canton, ciudad que lo vio dar sus más asombrosos pasos en el futbol americano profesional.

Aunque tarde, la justicia olímpica también llegó. Fue en 1983, treinta años después de su muerte, que Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional, le devolvió las medallas retiradas. 

La admiración y gloria que las pistas olímpicas le quitaron en vida a Jim Thorpe creció entre yardas, ovoides y la verde frescura de los campos. Hoy su nombre es referencia de la gran leyenda que cimentó y que queda honrada e inmortalizada en el Salón de la Fama de Canton, Ohio.

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