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Kansas City Chiefs, la máquina diabólica de ganar

Desde que la NFL expandió su calendario de temporada regular a 18 semanas (17 partidos para cada equipo + un bye), el punto medio quedó establecido para los días que estamos transitando actualmente; el espacio temporal entre el fin de la Semana 9 y el inicio de la Semana 10.

La primera mitad de la temporada arrojó una marcada disparidad en la AFC, donde ya podemos decir que seis equipos prácticamente no tienen posibilidades de clasificar a Playoffs (el modelo predictivo que utiliza el sitio oficial de la liga le da a Titans, Dolphins, Browns, Jaguars, Raiders y Patriots menos de un 5% de chances en cada caso).

Los Bills y los Texans controlan con firmeza sus divisiones, Baltimore y Pittsburgh batallan por la Norte, los Chargers de Jim Harbaugh se comportan como cualquier equipo de Jim Harbaugh (es decir: ganan partidos) y Broncos, Colts, Bengals y Jets pelean por el último ticket al baile.

En la NFC, hay sólo tres equipos fuera de la pelea (Panthers, Saints y Giants) pero tampoco sobran las certezas. Los Lions prevalecen por encima de todos como el gran candidato, aunque varios perseguidores están a la caza. La salud de Christian McCaffrey (además de varios de sus compañeros en los 49ers) surge como un factor X, junto con el veloz desarrollo de Jayden Daniels y sus Commanders.

Si sienten que falta nombrar a cierta franquicia del Midwest, no teman. Ya lo aprendimos el año pasado con Taylor Swift. Todo esto se trata sobre ellos:

El pasado lunes vimos un capítulo más de la serie que viene dominando la escena en la NFL. Otra victoria de los Chiefs, en prime time (Monday Night Football, en este caso) y de forma ajustada, sacando a relucir su experiencia/chapa de campeón/estirpe/lo que ustedes quieran agregar.

Kansas City, actual bicampeón por si alguien se olvidó, es el único equipo invicto en la liga. Su marca de 8-0 le da un 99% de probabilidad de ingresar a Playoffs e intentar convertirse en la primera franquicia en la historia de la NFL en ganar el Superbowl tres años al hilo.

Este último triunfo de los Chiefs funciona como gran ejemplo de lo que han logrado construir a lo largo de estos años. Atrás quedaron los primeros años de la era Patrick Mahomes, con bombazo tras bombazo a Tyreek Hill como arma principal de una explosión ofensiva pocas veces vista.

De hecho, si bien Mahomes tuvo un partido fabuloso ante los Bucccaneers, la temporada del QB (al menos a nivel estadístico) venía siendo mala. Previo a su último juego, Mahomes tenía más intercepciones que pases de touchdown y los Chiefs no habían anotado 30 puntos en toda la temporada (lo hicieron este lunes…pero necesitaron que el partido fuera a tiempo extra).

Los problemas de Mahomes también pueden atribuirse -en parte- a dos lesiones importantes en la ofensiva (Rashee Rice, WR1, y Isiah Pacheco, RB1), las cuales fueron suplidas con los fichajes de DeAndre Hopkins y Kareem Hunt. Pero más allá de los nombres, lo curioso es que cualquier dificultad que pareciera tener Mahomes no se estaba traduciendo en derrotas para su equipo, sino todo lo contrario.

La combinación de una defensa élite (coordinada por un verdadero genio como Steve Spagnuolo, que recién ésta temporada empezó a recibir los elogios que merece) con una ejecución infalible en el clutch por parte de Mahomes y Andy Reid es la fórmula del éxito para estos Chiefs.

Un equipo que no se amedrenta bajo ninguna circunstancia. Si consigue una ventaja tempranera (pienso en el AFC Championship Game, en Baltimore) sabe como administrarla. Si se encuentra debajo en el marcador, no intenta recuperar la ventaja en una sola jugada, arriesgando de más.

Por último, si esta máquina de ganar partidos llega al cierre del partido en posición para liquidar el pleito, la sensación es que no van a fallar. Los dos drives cruciales del pasado lunes lo dicen todo. Con el partido empatado 17-17 en el último cuarto, los Chiefs consumieron 8:26 minutos del reloj en 17 jugadas para marcar el TD que los puso en ventaja, 24-17.

Luego de un notable drive liderado por Baker Mayfield para empatar las cosas en 24, la moneda cayó para el lado de los Chiefs y el resto fue historia. 5:52 minutos, 11 jugadas, touchdown y game over. Lento, metódico, quirúrgico. Para terminar con un acarreo de 1 yarda, sucio pero súper efectivo.

La temporada es larga y desde luego que en la NFL nada está garantizado, pero hoy por hoy los Chiefs no tienen par. Kansas City no pelea contra su rival de turno; pelea contra la historia. Y va bien encaminado para meterse en la historia grande del deporte. Grande en serio.