En Una historia sencilla, la periodista Leila Guerriero aborda el periplo de Rodolfo González Alcántara, un bailarín folclórico que busca encumbrase en el Festival Nacional de Malambo, en Laborde, un pueblecillo argentino de apenas seis mil habitantes ubicado a quinientos kilómetros de Buenos Aires.
Además de ser un emblema cultural de la tradición gauchesca, el malambo —una danza compuesta por una serie de figuras o mudanzas de zapateo— tiene una particularidad: ser campeón te imposibilita seguir compitiendo. Dicho en otras palabras: ser campeón de Laborde es, al mismo tiempo, la cúspide y el fin.
Quizá la posición que más se asemeja a la de bailarín de malambo en la NFL es la de fullback. Pensar en alguien como Kyle Juszczyk, veterano jugador de ascendencia polaca de los San Francisco 49ers, ejercitándose a orillas de un río caudaloso y curándose con agua dulce las heridas de batalla pueda resultar sorprendentemente familiar. Lo mismo si pensamos en los típicos atributos gauchos asociados a la austeridad, el coraje, la altivez, la sinceridad, la rudeza y, sobre todo, el dolor. Un gaucho, un bailarín de malambo y un fullback deben tolerar el dolor. Lidiar con el dolor. Convivir con el dolor. Vivir con dolor.
En ese sentido, Juszczyk (YOOSS-chek), guardián de un arte en extinción, no solo se ha mantenido sorpresivamente vigente en el sistema más sofisticado e innovador de la NFL, sino que se ha consolidado como una de las piezas más infravaloradas de la pizarra de Kyle Shanahan. Mientras otros staffs de entrenadores, departamentos de scouting y oficinas del gerente general han visto en la posición de fullback una plaza de alto impacto salarial y de poca rentabilidad en términos competitivos, Shanahan ha integrado a Juszczyk exitosamente como parte de la coreografía pre-snap más sugerentes de todos los tiempos, considerando que sirve como señuelo, como bloqueador a campo abierto y que tiene unas manos lo suficientemente fiables para no pasar desapercibido. Es sorprendente cómo la clásica formación con personal 21 (dos corredores y un ala cerrada), denostada por entrenadores como Sean McVay, puede terminar ofreciendo tantas posibilidades gracias a la flexibilidad de sus interpretes y a la creatividad de su playcaller.
"No solo intercambios posición y hacemos todos esos movimientos antes del centro solo porque se ve bien. Siempre hay una razón detrás de esto. Siempre estamos tratando de colocar a la defensa en una determinada posición que sintamos que podemos aprovechar", explicó Juszczyk, recientemente condecorada como jugador All-Pro, en una charla con TheWashington Post.
Del mismo modo, el virtuoso Shanahan también valora el registro más evidente en el juego de Juszczyk: masacrar al rival. "Personalmente, me gusta tener un fullback porque siento que esa es la única forma en que puedes imponer tus condiciones. Cuando tienes un fullback en el juego, si realmente quieres correr el balón, puedes hacerlo sin importar lo que esté haciendo la defensa", dijo el head coach de los 49ers.
Juszczyk se convirtió, contra todo pronóstico, en una cuarta ronda del draft en 2012, proveniente de Harvard. Paradójicamente, si hay un sitio que penaliza haber obtenido un grado en Economía en Harvard y haber practicado deporte en la Ivy League, es la NFL. Salvo el caso del recientemente retirado quarterback Ryan Ftizpatrick, el seis veces centro Pro-Bowl Matt Birk y el hoy ala cerrada de los Tampa Bay Bucs Cameron Brate, es difícil encontrar representación de Harvard en el máximo nivel durante la historia reciente. Lo cierto es que el hecho de haber jugado futbol americano colegial como halfback y ala cerrada en una división a menudo ignorada le permitió añadir matices a un rol que por definición tiende a ser unidimensional.
"Desde el principio, cuando entré en la NFL, me di cuenta de que no iba a estar mucho tiempo si solo era un mazo de yardas cortas", explicó sobre su arribo a la liga con Baltimore. "Sabía que los fullbacks necesitaban aportar más cosas, solo para que los gerentes generales y los entrenadores los mantuvieran en su lista. Así que sentí que tenía una habilidad especial para bloquear en el espacio y ejecutar algunas rutas".
Con miras a otorgarle otra conquista a la revolución de Kyle Shanahan en las laterales, habrá que decir que no solo reivindicó una posición en desuso en el futbol americano moderno, sino que la dotó de otro tipo de posibilidades. Por muchas razones, ver a Kyle Juszczyk interpretar con tanta naturalidad el sistema de los 49ers se asemeja a la épica del bailarín de malambo, que no es otra cosa que la épica del hombre común.