Cuando los Baltimore Ravens firmaron a Derrick Henry el pasado mes de marzo como agente libre por un modesto contrato de dos años no pareció que hubiera una feroz competición por él. Pese a que el runningback había liderado a la AFC en yardas de carrera en 2023, sus 30 años recién cumplidos, así como la animadversión de las franquicias actualmente para pagar a los corredores, alejaron a más de un equipo de la puja por Henry. Baltimore realizó una apuesta y de momento le ha salido de maravilla. Yo mismo pensaba personalmente que el runningback había perdido un paso respecto a sus grandes campañas, pero lo que estamos viendo hasta ahora es una versión igual de dominante que la que disfrutamos cuando sobrepasó las 2000 yardas de carrera.
El excelente rendimiento de Henry está siendo el complemento perfecto al juego del actual MVP de la competición, Lamar Jackson. El quarterback continúa siendo la mayor amenaza de la liga en su posición con las piernas, pero su evolución como pasador ha dado un paso más en 2024. Estamos viendo cada vez más instancias en las que Jackson renuncia a una carrera suya en beneficio de un lanzamiento a un compañero. Su tranquilidad y manejo en el pocket es excelente. Ahora mismo podemos afirmar con rotundidad que es igual de peligroso para los rivales tanto dentro como fuera del pocket. Por sus únicas capacidades atléticas, las defensas siempre se van a preocupar más de no ser quemadas por tierra, pero que no os engañen, cubrir el pase contra Jackson es una prioridad de alto rango.
Lamar va camino de su tercer MVP si los Ravens siguen ganando y mostrando este nivel. Por su parte, Henry está en progresión de alcanzar las 2000 yardas de carrera por segunda vez, algo que nadie ha hecho hasta ahora en la historia de la NFL. Las defensas rivales no saben por el momento cómo detener a esta pareja. Baltimore está en una progresión récord en el diferencial de yardas de carrera y son números uno en terceros downs en ataque y efectividad en la zona roja. En las veinte yardas finales los mejores equipos son los que corren bien con la pelota y nadie lo hace mejor que los Ravens, han generado al menos 100 yardas vía terrestre en 39 partidos consecutivos.
He estado echando la vista atrás para rememorar otros tándems históricos de quarterback-running back en el mismo equipo y me han salido unos cuantos. En los setenta los Steelers y los Cowboys disfrutaron respectivamente de Terry Bradshaw y Franco Harris y de Roger Staubach y Tony Dorsett. Sin embargo, ambos conjuntos dominaban tanto o más con sus defensas. En los noventa pudimos ver combinaciones tan espectaculares como la de Jim Kelly y Thurman Thomas en Buffalo, la de Troy Aikman y Emmitt Smith en Dallas de nuevo o la de John Elway y Terrell Davis en los Broncos que ganan dos campeonatos a final de siglo. Ya en la época más moderna recuerdo el dúo de Brett Favre y Adrian Peterson en los Minnesota Vikings de 2009 que casi les lleva hasta el título. No obstante, por encima de todas estas parejas siempre pongo a la de Kurt Warner y Marshall Faulk en los Rams de 1999 a 2001. Entre los dos ganaron tres MVP consecutivos, conquistaron una Super Bowl y establecieron infinidad de récords. Hasta que el estado físico de Faulk comenzó a erosionar fueron absolutamente imparables.
El tándem Jackson & Henry no tendrá una gran durabilidad en principio, pero lo que me fascina es cómo el juego de cada uno complementa al del otro y lo hace mejor. Eso lo vimos en algunos de los históricos ejemplos anteriores porque los corredores aportaban en el juego de pase, pero aquí es al contrario, la inmensa amenaza de la carrera de ambos jugadores es la que está elevando a la máxima potencia el pase de Baltimore. El pasado domingo los Washington Commanders sufrieron en sus carnes lo que es defender a estos dos señores.
Cada vez que los Ravens hacen el intento de correr con la pelota, el rival tiene que hacer una apuesta porque si no los números no van a cuadrar. Puedes sobrecargar la caja y comprometerte a defender la carrera, o bien puedes cubrirte al pase y quedarte sin recursos para parar la avalancha terrestre. Fijaros en este ejemplo cómo los Commanders se comprometen tanto con el engaño en el backfield que se olvidan por completo de un receptor a la espalda de los linebackers.
El problema para el oponente se acentúa cuando los jugadores que reciben la pelota poseen la velocidad de Zay Flowers, Rashod Bateman y Nelson Agholor. Fijaros la distancia que deja Washington entre los linebackers y el único safety profundo. Esto se va a traducir en muchas yardas tras la recepción.
Hasta aquí todo dentro de lo normal que supone defender a un equipo que corre muy bien con la pelota. El problema crece cuando vemos lo bien que Lamar Jackson está resolviendo estas situaciones incluso en acciones donde la defensa no comete un error. Aquí tenemos de nuevo una situación de play-action en el backfield al que el oponente por fuerza tiene que responder. Los linebackers no cometen un error por buscar la carrera. En la NFL no adivinas o presupones, porque estás perdido. Tienes que reaccionar a lo que enseña el ataque y, si es carrera, tienes que hacer tu trabajo y defender la carrera. Luego, cuando resulta ser pase, tienes que dar el do de pecho como unidad para salvar los muebles reaccionando de la forma más rápida posible.
Los Ravens mandan solo dos hombres a ruta, pero es más que suficiente para esta situación en la que saben que máximo quedarán tres hombres en secundaria. Lo brillante de esta jugada es ver a Lamar descartar la lectura primaria de Zay Flowers (en el círculo amarillo) y hacer la progresión con tranquilidad pese a que le viene la presión desde su lado derecho (círculo azul).
Desde la toma de la end zone se ve más claro. Los ojos de Jackson están en Flowers. Sin embargo, como se veía en la toma anterior estaba bien defendido por dos rivales, uno "por encima" y otro "por debajo" de la ruta.
Es por eso que Lamar va a continuar la progresión hacia su otro receptor, Bateman, que está en mucho mejor posición. Mirad el vídeo para comprobar el "poise" del quarterback en el pocket. Alguien con sus piernas se vería muy tentado de correr él mismo y ganar el primer down, pero esta versión más moderna de Jackson va a lanzar un perfecto pase, y, de nuevo, tenemos yardas para su compañero tras la recepción.
No todo lo que producen los Ravens en el juego aéreo es fruto del play-action y la amenaza terrestre de su quarterback y running back. Veamos esta situación de tercer down y cinco yardas. Aquí Lamar, jugando desde shotgun, sabe que no tiene demasiado tiempo para lanzar por el alineamiento del frente defensivo de Washington. Los Commanders van a enviar a seis hombres al rush y defender en press a los dos receptores del slot, una práctica habitual en estas jugadas. Jackson tiene como lectura primaria al tight end del slot derecho, Isaiah Likely, pero está bien cubierto. Entonces, va a reposicionar sus pies, buscar la ruta de Zay Flowers que viene de su lado ciego y lanzar un perfecto pase. Todo en apenas dos segundos. Desde la toma de la end zone observamos cómo varía el ángulo de lanzamiento para que la pelota no sea bloqueada en la línea de scrimmage. Es una jugada de mucho nivel de Lamar tanto por la lectura como por el gesto técnico.
El peligro de Baltimore con su carrera es que los dos jugadores son igualmente capaces de hacerte daño por su explosividad. Lamar está únicamente a 400 yardas de convertirse en el quarterback líder a nivel histórico en yardas vía terrestre. Si no surgen lesiones podría sobrepasar la barrera de las 6000 yardas en lo que es apenas su séptima campaña en la NFL. Jackson tiene solo 27 años y su físico no parece que vaya a comenzar un declive pronto. Aunque es uno de los quarterbacks que más corre con la pelota no ha sufrido a lo largo del tiempo un excesivo castigo. Es por tanto razonable pensar que, quien sabe, llegado el día, pudiera llegar a las 10000 yardas de carrera. Esta cifra la consiguió Henry hace apenas unas semanas y hablamos de un running back puro en el tercio final de su carrera. Lamar es un quarterback que cada año está siendo más efectivo como pasador. Es un dato que me resulta casi abrumador de imaginar.
El coordinador ofensivo de segundo año en Baltimore, Todd Monken, es un claro responsable de la evolución como pasador de Jackson. Sin embargo, no ha abandonado por completo el componente de Lamar como corredor que instaló su predecesor en el cargo, Greg Roman. Esta jugada del duelo ante Commanders llamó especialmente mi atención. Baltimore pone tres receptores en "bunch" en el slot izquierdo, lo que obliga a Washington a desprender al linebacker Bobby Wagner de la formación para no estar en inferioridad numérica.
La trampa está lanzada. Jackson tiene en la línea de scrimmage la opción de jugar una "screen" con sus receptores si la defensa no empareja, pero como no es el caso va a ir con la llamada original, una carrera exterior para él mismo hacia el lado contrario. Es una situación evidente de "win-win". El defensive end del lado débil queda sin bloquear porque no se espera que influya en la acción, así que no voy a contarlo. Fijaros, los Ravens tienen siete bloqueadores para Lamar, mientras que Commanders va a defender con seis hombres. Al añadir al quarterback como portador del balón la ventaja es de +2 para Ravens.
El resultado es el esperado. Jackson rompe una gran carrera que destroza en la segunda mitad las esperanzas de su rival. Poco después en el cuarto Henry anota su noveno touchdown en la temporada, la mejor marca en la NFL, poniendo una diferencia en el electrónico que resultaría insalvable.
Baltimore perdió sus dos primeros partidos en la campaña, pero fue un espejismo. Desde entonces ha encadenado cuatro triunfos seguidos y es, con permiso de los imbatidos, el mejor equipo de la competición. Ya hemos visto que históricamente no es nada habitual ver dos futuros miembros del Salón de la Fama compartir backfield. Vamos a disfrutar de este tándem porque además su juego y combinación es única en el football moderno. Lamar Jackson y Derrick Henry son sin duda la pareja de moda en la NFL.