Vamos a viajar en el pasado. ¿Qué edad tenían en 1983? ¿Qué estaban haciendo cuando los noticieros deportivos nos bombardearon con el anuncio de que seis quarterbacks fueron elegidos en la primera ronda del draft? Se trata del mayor número de jugadores de esa posición que fueron tomados en esa ronda. Se les conoce como los quarterbacks de la Clase 1983, una generación dorada: Dan Marino (Pittsburgh), John Elway (Stanford), Jim Kelly (Miami), Tony Eason (Illinois), Ken O'Brien (Sacramento St.) y Todd Blackledge (Penn State). Sí, ahora ya pueden volver a sentarse. Celebro que se hayan puesto de pie ante tres super estrellas de la NFL, dos líderes incuestionables en sus respectivos equipos (New England y NY Jets) y un hijo de Joe Paterno que hizo campeones a los Nitanny Lions en 1982, aunque como profesional quedó a deberle a Kansas City y a Pittsburgh.
¿Qué edad tenían en 1997? ¿Qué estaban haciendo cuando los noticieros deportivos nos bombardearon con el anuncio de que el 4 de agosto de ese año, en el Estadio Azteca –bueno, en ese entonces les dio por obligarnos a llamarle estadio Guillermo Cañedo (sin comentarios)–, los Miami Dolphins se enfrentarían a los Denver Broncos en el American Bowl? Era la tercera ocasión que en la década de los noventa tendríamos un juego de la NFL en México. No está por demás añadir que nos trajeron un manjar de los dioses: Dan Marino enfrentando a John Elway. Después de eso cualquiera puede morir en paz. Muy pocas veces hubo duelos entre estas leyendas de la NFL, así que el hecho de haberlos tenido en México fue un privilegio.
El resultado de aquel encuentro que congregó a más de 104 mil fanáticos fue una victoria de los Dolphins 38-19 que puso muy contentos a los aficionados mexicanos. Es cierto que México tiene una base de fanáticos de los Steelers y de los Cowboys, pero como estos equipos, junto con los Dolphins de Don Shula y los Raiders de Tom Flores, eran ganadores en la década de los setenta, también se granjearon el amor azteca.
La del 4 de agosto de 1997 fue una noche fría. La calzada de Tlalpan, la vía primaria en la Ciudad de México, que conecta el centro con el sur, se convirtió en el cauce de un río de gente que, a pie o en coche, se desbordó hacia el escenario donde los actores principales de un juego de pretemporada serían dos quarterbacks de la Clase 1983. Dan Marino vino a México en el ocaso de su carrera, ya con 36 años a cuestas, pero con números magistrales que lo tenían en ese momento como el más grande, aunque sin un anillo de Super Bowl.
A John Elway lo vimos muy poco porque sufrió un desgarre en el brazo derecho, pero el veterano de 37 años que arrastraba dos derrotas en los Super Bowl XXI y XXII terminó esa temporada haciendo campeones a sus adorados Broncos. Dos triunfos al hilo, en los SB XXXII y XXXIII le aseguraron un lugar en el Salón de la Fama. Ese fue el John Elway que estuvo en el césped del Estadio Azteca, el que derrotó a los Green Packers de Brett Favre y por fin pudo sacarse una dolorosísima espina.
No podemos olvidar al wide receiver Marco Martos, un exjugador de los Aztecas de la UDLA que fue a probar suerte con los Dragones de Barcelona en la NFL Europa y quien firmó un contrato por diez días con los Broncos. Para él, vestir el uniforme de un equipo de la NFL fue un sueño cumplido y de alguna manera también para los fanáticos mexicanos que siguen anhelando que de los emparrillados nacionales brinque un compatriota a la mejor Liga de futbol americano.
Martos hizo bien su trabajo: tuvo un regreso de patada de 26 yardas y atrapó un par de pases. Por supuesto, generó una algarabía en las gradas. ¿El postre? Vimos a dos genios como head coach, Jimmy Johnson de Miami y Mike Shanahan de Denver. Además de Marino y Elway también nos regocijamos con Trace Armstrong, Jason Taylor y Zach Thomas por los Delfines, y Terrell Davis, Bill Romanowski y Shannon Sharpe por los Broncos.
Además de ser integrantes de la prodigiosa Clase 1983, a Dan Marino y John Elway los hermana el beisbol. Los dos fueron drafteados por los Kansas City Royals en 1979, el primero en la cuarta ronda y el segundo en la 19. Es que ese brazo derecho y su 1.93 de estatura le alcanzó a Marino para ser pitcher y tener un récord de ganados y perdidos de 23-0 en la Universidad de Pittsburgh. También tenía poder con el bat y la estatura de un fielder que cubre mucho terreno. Elway, una bazooca por brazo y 1.90 metros, fue un infielder de la High School Granada Hills, en California, que bateó para .500 y .491 en sus últimas dos temporadas.
Por fortuna ambos batearon al beisbol, y podemos contar aquí sus hazañas en la NFL. Gracias a ellos y a esa poderosa presencia de la NFL en México, estoy segura de que cuando en algunos años les pregunte qué estaban haciendo el 21 de noviembre de 2022, la respuesta de todos, incluidos los nacidos después de 1983, será: estaba en el Estadio Azteca viendo en vivo el Monday Night Football entre los San Francisco 49's y los Arizona Cardinals.