Estamos en octubre, uno de los tres meses el año en el que convergen dos ligas fantásticas, la NFL y la MLB. Cuando eso ocurre mi mente va de vuelta al pasado e inevitablemente pienso en Bo Jackson y en Deion Sanders, ese par de super atletas a quienes el talento les dio para jugar futbol americano y beisbol y tener carreras rutilantes. Si yo volviera a nacer pediría ser alguno de los dos para gozar de tal privilegio.
Cuando hablamos de Deion Sanders la decisión es unánime: es el mejor cornerback de la historia. Sí, yo sé que el número de intercepciones que sumó en su carrera de 14 años (53) no lo ubican en el primer lugar de este departamento, y que hay otros nombres en la historia de la NFL que no pueden pasarnos de largo como Rod Woodson (71 intercepciones y 11 Pro Bowls), Champ Bailey (12 Pro Bowls), Dick "Night Train" Lane (68 intercepciones), Charles Woodson (13 touchdowns defensivos, 65 intercepciones), Darrell Green, Aeneas Williams, Ty Law, Dick LeBeau…
También es cierto que cuando los equipos llegan al draft en busca de un corner piensan en elegir al próximo Deion Sanders. Su personalidad, sus extravagancias, su 21 en la espalda, sus bailes; todo cuenta a la hora de hablar de quienes han dejado una impronta en el emparrillado. El propio Jerry Rice no tuvo empacho en confesar en el programa "In Their Own Words" de NFL Network que le robaba el sueño saber que le tocaría enfrentar a Sanders. Era una pesadilla pensar siquiera que un golpe del mejor cornerback lo esperaba en cada pase y los quarterbacks igualmente eran conscientes que uno de sus envíos podría ser atrapado por Deion y no por uno de sus receptores.
El número de intercepciones de Deion Sanders no lo ubican como el mejor entre los esquineros de élite. Los especialistas explican que esto obedece a que los rivales a menudo evitaban lanzar el balón cerca de él. Sanders también ha sido severamente cuestionado porque sus habilidades para taclear y detener carreras no eran tan efectivas como contra los pases. Hay quien lo ha considerado como un cornerback chato, incompleto. Nueve de sus 53 intercepciones se convirtieron en touchdowns.
Uno de los recuerdos más frescos que tengo de Deion Sanders es justamente con los Dallas Cowboys en un juego de 1996 o 1997 contra los Pittsburgh Steelers. Kordell Stewart lanzó un pase de unas 40 yardas al receptor Charles Johnson quien tenía encima la doble cobertura de Kevin Smith y de Deion Sanders, quien, como siempre, fue en busca de ese balón; se elevó y cuando ya tenía en las manos la intercepción su cuerpo suspendido en el aire sufrió un contacto con el de Smith que le descompuso la figura. Sanders aterrizó con la cabeza, y sus cervicales se volvieron, literalmente, un acordeón. Se mantuvo recostado unos instantes en el campo, sobre la yarda 10, y de un brinco se levantó y se fue trotando a la banca. Esta es una jugada que pinta de cuerpo entero a Deion Sanders. Así de grande y de espectacular fue.
Estamos hablando de un super atleta que al haber combinado su carrera en la NFL con la de pelotero profesional no tuvo cada año la oportunidad de hacer la pretemporada con los Falcons de Atlanta, los San Francisco 49's o los Cowboys, pues se incorporaba al terminar sus compromisos con el beisbol.
En total, Deion Sanders anotó 19 touchdowns no ofensivos, entre intercepciones, devoluciones de fumbles, patadas de salida y despejes. Esto representó un récord de la NFL cuando se retiró en 2005, a los 38 años, portando el uniforme de los Baltimore Ravens. Tuvieron que pasar nueve años y que llegara Devin Hester, de los Chicago Bears, a batir esa marca.
Entonces, a los dotes defensivos de Deion Sanders hay añadir la velocidad y la elusividad que lo convirtieron en uno de los mejores regresadores de patadas y despejes de todos los tiempos. Ni qué decir de su talento como receptor ocasional. Tuvo 60 recepciones en su carrera con 784 yardas y tres touchdowns. Con toda justicia fue incluido en el Salón de la Fama del Futbol Americano Profesional en 2011. No podía esperar menos quien ganó dos anillos de Super Bowl y contribuyó ampliamente a revolucionar una posición que no está rodeada de reflectores.
Es octubre y no pudo no pensar en aquel muchacho que en 1989 debutó como centerfield con los Yankees de Nueva York, en aquel pelotero que en 1992 conectó 14 triples y ayudó a los Atlanta Braves a llegar a la Serie Mundial que perdió en seis juegos con los Toronto Blue Jay. A Deion Sanders me tocó conocerlo en 2001, cuando formaba parte del roster de los Cincinnati Reds donde jugaban tres peloteros mexicanos: los pitchers Elmer Dessens y Dennys Reyes y el infielder mochiteco Juan Gabriel Castro. Fue su última temporada como jugador de beisbol y ya no jugaba en la NFL. Pensé que estaba conviviendo con una estrella cuya luz estaba a punto de extinguirse. Cuando Deion Sanders volvió a los campos en 2004, con 37 años a cuestas y su talento indomable, me maravillé, y todos deberíamos hacerlo porque sólo personas como él son capaces incluso de perder de dos dedos de un pie y seguir completamente erguido.