Estamos en el Mes de la Herencia Hispana, el periodo entre septiembre y octubre en el cual la NFL celebra y honra la historia, cultura, herencia y legado de los latinos en el futbol americano. Es el pretexto perfecto para hablar del exquarterback y exhead coach Tom Flores, hijo de padre duranguense que migró a California, y de madre nacida en ese estado cuyas raíces se encuentran en Jalisco.
La historia de Tomás Flores es fantástica por muchas razones. Enumeremos algunas de ellas. Como jugador Flores fue campeón como quarterback suplente con los Kansas City Chiefs en el Super Bowl IV –quienes le propinaron a los Minnesota Vikings su primera de cuatro derrotas–, como asistente de coach del mismísimo John Madden, con los Oakland Raiders, volvió a vencer a los Vikings en el Super Bowl XI, y como head coach condujo a los Raiders en los Super Bowl XV y XVIII para vencer a las Philadelphia Eagles y a los Washington Redskins, respectivamente. Una gesta de este calibre sólo la ha conseguido otro histórico de la NFL, Mike Ditka.
Su incuestionable desempeño en el campo lo llevó al Salón de la Fama. Tom Flores fue entronizado en 2021 durante una ceremonia emotiva en la cual, por supuesto, dedicó unas palabras a sus raíces mexicanas y al esfuerzo de su padre que migró junto con su familia siendo apenas un niño de 12 años, pero también recordó las precarias condiciones en las cuales los Flores padecieron como agricultores en un país diferente, donde se habla una lengua ajena a la materna.
Al fin, criado en la cultura del esfuerzo, supo brincar cualquier obstáculo. Fue un destacado deportista que se graduó de la University of Pacific y se convirtió en el orgullo más grande de su madre.
Sus raíces latinas se cruzaron con las de otro portentoso jugador: Jim Plunkett, el quarterback de los Raiders que apabulló a sus rivales en los Super Bowl XV y XVIII y se granjeó el amor y la lealtad de miles de aficionados en México, donde adoraron a quienes fueron renombrados como Los Malosos. Eran los tiempos en los que los Dallas Cowboys y los Pittsburgh Steelers ya tenían la base más grande de fanáticos en nuestro país, y la mancuerna Flores-Plunkett logró lo impensable. Jim Plunkett tenía las raíces peleadoras de los irlandeses, pero también las mexicanas de los luchadores incansables.
Imaginemos: en México los aficionados a la NFL siempre están a la expectativa de si un connacional puede llegar a la mejor Liga del mundo, queremos a muchos Raúl Allegre en un equipo. Y nos alegramos de que existan los Anthony Muñoz, los Max Montoya, los Tony Zendejas y sí, los Roberto Garza y los Mark Sánchez también porque nos refrenda como un pueblo trabajador que, en la búsqueda de un mejor futuro, es capaz de dejar su tierra para ir en busca del sueño americano.
Por eso es tan importante que los nuevos aficionados conozcan y jamás olviden a Tom Flores y que los fanáticos más longevos, de vez en cuando, también hagan un repaso de su historia porque en los mismos inicios del Super Bowl –el espectáculo deportivo más importante del país más poderoso del mundo– ya había un paisano triunfando y llevando la representación de ese México que siempre anhela presumir que también puede contar a su gente entre los mejores del mundo.
Así, Tom Flores no fue un profesor de escuela, como su madre quería; salió huyendo de los adolescentes que fueron sus alumnos y que tenían las hormonas hasta el cielo y se fue a jugar futbol americano, privilegio de unos cuantos. Llegó con los Raiders y fue seleccionado de entre una decena de candidatos para ser su quarterback; venció a la tuberculosis en 1962, pero como no podía estar en el campo por la enfermedad, hizo sus pininos como periodista deportivo en un diario local de Oakland, donde escribía sobre los Raiders. Además, vendió fuegos artificiales para sostener a su familia y nunca, nunca bajó los brazos.
Tom Flores fue el primer head coach hispano en la NFL, los dos trofeos Vince Lombardi que puso en las vitrinas de los Raiders lo tienen aún como el único entrenador que le ha dado al equipo esa cantidad de títulos representando a ciudades diferentes, Oakland y Los Ángeles. Flores estuvo nueve temporadas como head coach de los Raiders, de 1979 a 1987, y se despidió con récord de 83 ganados 53 perdidos y 8-3 en la postemporada.
Después, con los Seattle Seahawks fungió como presidente del equipo y gerente general. Su llamado al Salón de la Fama tardó en llegar. No hubo una explicación lógica a por qué un hombre con sus logros como head coach no tuvo antes un lugar en Canton, Ohio.
Después de vencer a Philadelphia en el Super Bowl XV, el entrenador de la línea ofensiva de los Raiders, Sam Boghosian, quien tenía un origen similar al de Tom Flores, se acercó al head coach para decirle:
Nada mal para un par de recolectores de uvas. Somos campeones del mundo. Sam Boghosian
La anécdota recopilada por el diario Los Angeles Times, antes de que Flores fuera votado para entrar al Salón de la Fama, es un espejo de la vida de este entrenador: nunca te rindas.