Última semana, la de Pasión, la que trae los juicios a la temporada de las franquicias. Es curioso esto del Football y sus aficionados; probablemente ha sido culpa mía, en particular por mi desafección sobre los jugadores como individuos de los equipos por los que simpatizo y la preeminencia de la globalidad sobre el propio individuo, que no me he dado cuenta de que existen fans que sienten un vínculo afectivo personal por un determinado jugador, y lo defienden por encima del conjunto como si de un familiar se tratara o del que dependiera su salario a fin de mes. Nunca he tenido ni he hecho una defensa a ultranza de éste o aquel jugador de equipos por los que predico mi simpatía, sino muy al contrario, he sido bastante crítico con los deportistas a nivel individual -sirva de ejemplo Matthew Stafford- y eso me ha llevado a discusiones personales con aficionados del mismo club, franquicia o equipo, porque sienten que en esas críticas hay alguna que afecta a su persona; estos aficionados normalmente sienten una vinculación o interés personal por este o aquel jugador y les afecta o se lo toman como algo personal cuando existe una crítica negativa, aunque sea constructiva, pero negativa. Llevar esta pasión a lo personal puede dar lugar a debates incendiarios, peleas domésticas y cosas mucho peores de las que no voy a dar ideas por si acaso el tarado de turno las toma prestadas, así que, si el lector me permite una humilde recomendación, lo mejor es no ver en esto nada personal, las críticas podrán ser acertadas o no, al final esto no lo decidimos ni usted ni yo, pero lo que es seguro es que en cada palabra que he expresado en esta temporada durante NFL Salvaje, he intentado poner mi máxima honestidad y donde seguramente habré tenido fallos y desaciertos respecto de los que, desde esta columna, le transmito mis más sinceras disculpas. Huyamos de los, permítame la licencia, contraficionados.
Trevor Lawrence
Si ha leído la introducción entenderán mejor esta reflexión. Cuando ponemos altas expectativas en un chaval llegado al Football profesional, suele ser porque sus números y actuaciones en College han sido extraordinarios, pero si la posición que ocupa es la de Quarterback, todo se multiplica por 1000. En eso Trevor es indiscutible. Sus números fueron sobresalientes en high school y en la liga universitaria. Las expectativas fueron máximas y fue elegido con el pick número 1 para dar la vuelta a una Franquicia con pésimos resultados la temporada anterior. Las esperanzas de ver al mismo quarterback que en Clemson estaban ahí, con una evolución exponencial que todos esperamos, como también lo hicimos con otros quarterbacks que salían en posiciones semejantes. Un primer año de dificultades con un Urban Meyer que demostró ser un error, la lesión de Ettienne que se convirtió en otro obstáculo, una OL que nunca fue sobresaliente y problemas sí, pero problemas de primer mundo. Problemas como tuvo Burrow con su OL y su lesión, problemas como los tuvo Justin Herbert con un entrenador que le ha perjudicado más que beneficiado, el mismo Lamar Jackson con numerosas bajas en su OL, y podemos seguir con innumerables casos. En 2022 da un salto importante y había una cierta congruencia en una opinión general de que el cambio de staff le benefició, un Pederson que entendía su juego y un equipo que alcanza Playoffs con un récord de 9-8. Este año vuelve a hacer el mismo récord pero sin acceso a Playoffs y con Trevor que si en 2022/23 presentaba unos números de 25 TDs y 8 interceptaciones, en 2023/24 convierte eso en una regresión de 21 TDs y 14 interceptaciones. Parece que Pederson y el staff de 2022 ya no vale. Llegado hasta aquí, lidera un número de pérdidas de balón, que antes del último partido se convierten en unos números poco presentables para un quarterback del potencial atribuido:
Con el último partido las pérdidas llegan a 60. Y claro, no, no todo es su culpa, muchas pérdidas no son achacables a él, como no la son en otros quarterbacks, la medida es la misma para todos. Según fuentes de PFF el pass block de Jaguars está en el número 21, de los peores, pero mejor que Bengals, que Titans, que Steelers o Giants entre otros. En lo que a drops se refiere y utilizando la misma fuente, está entre los peores, pero los hay aún peor. Como digo, problemas de primer mundo. Ha sido errático en muchas ocasiones más allá del último mes de lesión, ha estado irregular en el pase y nunca ha dado la sensación de ser élite, nunca. Podemos pensar que necesita más tiempo que otros, y puede ser, nadie pondrá un freno a su evolución, pero de lo que no cabe duda es que su crecimiento no ha sido el esperado y hoy por hoy no puede estar en un ramo de los elegidos. Sus números en estos años son muy parecidos a otros QBs de término medio.
Trevor Lawrence | 48 inicios | Daniel Jones |
---|---|---|
12,204 | yardas totales | 11,992 |
66 | TD's totales | 64 |
53 | Turnovers | 54 |
64% | % completos | 63% |
85,5 | QB Rating | 85,4 |
20-28 | Récord | 19-29 |
Con otros quarterbacks como Kyler Murray está en estadísticas también muy parecidas, a muchos equipos les gustaría acompañarse de receptores com Kirk, Jones, Engram, Etienne y Calvin Ridley.
Evidentemente la comparación estadística debe ser global, no sólo de unos números determinados, pero aun así, no deja de ser sorprendente. Este último mes ha sufrido una lesión limitativa, y ha jugado igualmente. Esto es la NFL, no hay excusas, cuando uno se enfunda los pads y el uniforme, se acabó cualquier justificación, estás para jugar, como así lo han estado miles de jugadores lesionados o con limitaciones en la historia de esta competición y sus estadísticas cuentan igualmente. En cualquier caso, como digo, no es culpa exclusiva del bueno de Trevor, pero cuando se pone el foco en el que va a cambiar la franquicia, para bien y para mal, todo se exagera, hasta las expectativas, e igual éstas, no deberían haber estado nunca tan altas. Entraremos en su 4º año y seguiremos hablando de su potencial, ojalá la terminemos hablando de una realidad.
Buffalo y Josh Allen
La experiencia Josh Allen, dicen. Parece que volvamos a aquella época de infraprotección de la posición. Ahora que estamos con una normativa que sobreprotege al quarterback, parecía difícil volver a ver estadísticas como las de Josh Allen en estos años, especialmente este año. Todos, abstolutamente todos los que hemos vivido la NFL en los 90 pensamos en Favre, pero no era el único. En cuanto a pérdidas de balón y turnovers no está lejos de Lawrence, siendo el número 2 en este apartado desde 2021, pero en lo que sí se diferencia es en que desde ese mismo año se ha convertido en el número 1 en touchdowns de pase por delante de Mahomes, Prescott, Hurts, Burrow o Herbert entre otros.
Esta temporada 2023 es diferente a las anteriores, porque desde que juega de titular todos los años, esto es, desde 2019 sus interceptaciones superan por primera vez el 50% del número de TDs. 2019:45%; 2020:27%; 2021: 41%; 2022: 40% y 2023: 62%. En 2021 había convertido 36 TDs y 15 interceptaciones, en 2022 consigue 35 TDs y 14 interceptaciones, pero en 2023 su ratio es 29/18, moviendo cadenas como en los últimos 4 años, en una horquilla de 4.200 a 4.500 yardas.
La experiencia Josh Allen es el año 2023, los años anteriores sus números eran sostenibles, pero este año supera con creces el caos de cualquier otro y es el año en el que se está mostrando más agresivo, especialmente desde el cambio del coordinador ofensivo, Joe Brady, aquel magnífico asistente de pase de LSU con un Joe Burrow espectacular, acercando eso sí, el número de pérdidas de balón al de TDs.
Y al final, todo esto nos lleva a que este ejercicio, el de mayor caos productivo, se puede convertir en el año del Super Bowl y del Lombardi. Curiosamente, la bestia desatada, el león desenjaulado provoca caos pero seguro que no se queda sin comer, y la producción está ahí. Está liberado y eso a su vez, nos ata a los demás a la televisión, a verlo, a disfrutar como no aficionados a Bills -sus fans llevarán la procesión por dentro- de todo aquello que se sale del normal comportamiento de cualquier quarterback. Sus arrancadas no diseñadas, su improvisación buscando ángulos imposibles, cómo dobla el brazo para dar velocidad al ovoide en una posición inverosímil, etc…son tantas las actuaciones taquicárdicas a las que nos tiene acostumbrados que no por ello dejas de querer verlo una y otra vez. Y yo sí, lo quiero ver, hoy, mañana y pasado, palmando el balón pero recogiéndose en el arrojo de volver a jugar al borde del precipicio con pases que en un soplo cambian de recepción a interceptación, lo quiero volver a ver, una y otra vez… pero ya tengo una edad y aun quiero durar en esta vida, lo quiero ver en los Bills.
El gameplan de la NFL
Cómo ha sido esta liga. Llegamos al final de la temporada regular y el diseño del super wild card weekend no puede ser mejor en cuanto a narrativas. El gameplan de la NFL se ha cumplido, al menos en parte. Especialmente me referiré a una de esas narrativas, a la que enfrenta a los Detroit Lions y a los L.A. Rams. Stafford vuelve a casa y Goff se enfrenta al equipo y entrenador que lo hizo crecer y con los que llegó a un Super Bowl. Pero lo especial es la vuelta de Matthew al Ford Field con otra camiseta. Es especial porque Detroit, tras una década terrible como fue el primer decenio del S.XXI, con este QB consiguió llegar a postemporada después de muchos años, por el cariño que él y su familia predicaron a esta ciudad que se lo devolvió con creces, porque en el Ford Field hoy en día está lleno de camisetas con el número 9 y el nombre de Matthew Stafford, porque donde en momentos cuando solo había oscuridad en la mal gobernada franquicia de la ciudad del motor, con Stafford en el campo siempre había alguna esperanza. El cariño de los aficionados a Matthew es gigante. La gente allí se encuentra con una gran contradicción. En la del cariño de quien los esperanzó tras años horribles, frente la necesidad de que esta franquicia gane un partido de playoff en más de 30 años. Al final, como dije en la introducción de este artículo, la mayoría sabe discriminar entre el equipo y el individuo. Stafford ya no forma parte de la franquicia, ya no es un Lion, no de uniforme y no defiende los colores de los Detroit Lions, por lo que la mayoría de aficionados lo que quiere es ganar, porque esta franquicia lo necesita más, mucho más que Stafford, pues la última victoria en playoff fue un 5 de enero de 1992 frente a los Dallas Cowboys y esto Matthew lo sabe. Lo sabe tan bien como conoce cada esquina del Ford Field tras 12 años jugando en él.
Pero lejos de toda esta carga de sentimiento, el partido será tremendo. Un entrenador sublime como es McVay viene al Ford Field con más jugadores élite que su rival, como el mismo Stafford, Cooper Kupp o Aaron Donald, y a los que suma otros extraordinarios como el sorprendente Puka Nacua como Kyren Williams, Tutu Atwell y una OL bastante decente que permite a Stafford el tiempo suficiente para ejecutar el pase. Pero lejos de ver nombres donde es mejor el equipo angelino veamos algunos números. En el ataque, Lions hace más yardas por partido totales, 394 frente a Rams que consigue 359/partido. Por aire y por tierra, igualmente Detroit convierte más yardas por partido que su rival en ambas facetas. En la defensa están más igualados. En yardas permitidas por partido gana Detroit en el puesto 19º frente a Rams que es 20º, aunque estos defienden mejor el pase frente a los primeros, si bien Detroit son los 2ºs globales en la defensa contra la carrera.
Por todo ello nos encontraremos ante una batalla de nombres contra equipo, de sentimientos individuales frente a los colectivos, pero, en cualquier caso, un partido entre dos buenos equipos que dignifican la competición, al menos este año. Disfruten de la postemporada.