En la evolución de la Ciudad Eterna planteada por Sigmund Freud en El Malestar en la Cultura, el padre del psicoanálisis explicaba, a razón de lo que por los historiadores se contaba, que Roma como ciudad, se componía de varias etapas que la propia historia reconoce. Desde la más antigua, la Roma quadrata, luego siguió la fase del Septimontium, más tarde apareció la ciudad cercada por el muro de Servio Tulio, y así fueron surgiendo las transformaciones de la República y del Primer Imperio. Hay muchas más etapas, pero lo trascendente para Freud era preguntarse qué restos de esas fases pasadas se hallarán aún en la Roma actual. Todos estos lugares icónicos están ocupados por ruinas o por calles, ni siquiera son las ruinas auténticas sino que son las de reconstrucciones posteriores, ejecutadas después de incendios y demoliciones. En este ejercicio Freud nos lleva a una suposición, a manera de fantasía diciéndonos que pensemos que, si Roma no fuese un lugar sino un ente psíquico humano, podríamos decir que dicho ente tiene un pasado no menos rico y prolongado, del cual tampoco hubiere desaparecido nada de lo que alguna vez existió y donde junto a la última fase evolutiva subsisten todas las anteriores. Cuando hablamos del niño interior vemos que existe como la yuxtaposición que aún ocupa espacio en nuestro ente psíquico. Ese niño interior pervive en nuestro yo, como en toda ciudad también perviven espacios que nos retrotraen a esos momentos previos de infancia, y cuando nos adentramos en un espectáculo de títeres, volvemos a esa niñez viendo todo por lo que hemos transicionado hasta hoy. Hay huella de lo que hemos vivido en el pasado y en el presente y al final, nosotros somos producto de eso mismo. Donde hubo fuego, cenizas quedan.
Y esto pasa en el mundo del fútbol americano. Cada jugador, especialmente los quarterbacks, viven del juego de sus entrenadores, ellos no tienen decisión en qué jugada llevar a cabo en este o aquel snap, al final son títeres de un gran teatro, el teatro de Goodell y la NFL. La ejecución debe representar la obra, el game plan y a la postre el play calling del Coordinador ofensivo, hay un guión y este debe seguirse. Los QBs son lo que han vivido en cada etapa con sus respectivos entrenadores. Pero hablamos de títeres con vida propia, donde la decisión del quarterback pervive en acciones tan importantes como la anticipación de un pase, en slides de derecha o izquierda para la búsqueda de ángulos en el lanzamiento, en las lecturas con la apreciación de si un jugador u otro están lo suficientemente separados para lanzar, en la valoración del riesgo de uno u otro pase, en la conservación del balón o en su máxima manifestación, los audibles cuando el QB cambia la jugada. En definitiva, hay demasiadas acciones en las que un QB debe decidir por sí solo, que podríamos decir que son títeres pero con vida, con voluntad inmanente a la condición de cualquier ser vivo.
Y vengo con esto porque recuerdo la frase aquella de 'Puppet & Puppeteer' por la que se hablaba, en medios americanos y que por estos lares, no pocos compraron, cuando se mencionaba a Jared Goff y Sean McVay en su último año en Los Ángeles. Los contínuos check with me, esa visualización permanente de la banda donde estaba el HC y a la vez play caller de los Rams, combinado con un tipo de jugadas donde el entrenador ya no confiaba en su títere, abandonando jugadas de pase más allá de las 10 yardas y concediendo demasiados acarreos para desarrollar un juego donde el handoff de Goff hacía de este una mera herramienta rutinaria bajo los hilos de McVay. El QB oxidado, que años antes había desarrollado un juego de pase notable llegando al partido más importante de este espectáculo, el Súper Bowl, fue defenestrado como un condenado a galeras, a penar sus años venideros en Detroit y sus suburbios.
Y aquí nos vemos hoy con Goff, poniendo encima de la mesa unos números propios de cualquier candidato a MVP del año, donde más allá de contar con un gran Play Caller, como en cualquier gran equipo, sea Reid, Shanahan, McVay, LaFleur, etc…las decisiones dentro del campo que comentábamos antes, la precisión en el pase, la anticipación, la búsqueda de ángulos, la protección de balón, la fiabilidad y sobre todo, la decisión a tomar en momentos críticos de cada encuentro, apoyan su candidatura a cualquier cosa. Y es que el talento es eso. No es solo un cañón de brazo, o piernas, es decidir momentos, es precisión de pase, es decisión, es reponerse de errores, es el timing del lanzamiento, las lecturas propias y del rival, pero si a eso le añades todos los atributos de liderazgo por el que, los que le rodean creen en él para dar ese plus, para proteger el pocket una décima de segundo más porque saben que la decisión ahí detrás, suele ser acertada, nos encontramos con un candidato a estar en las conversaciones por ser el jugador más valioso. Solo escuchar y ver, como Ben Johnson habla del QB alabando su poder de decisión a pesar de que haya jugadas que no salgan tan bien, te hace entender el tipo de confianza que se tiene en el jugador por parte del staff. Ya no hay títere, hay quarterback que hace ganar al equipo. Al final no puedes tener 2 Mahomes, Lamar Jackson o Josh Allen.
El Peek-a-boo: Los Ravens
La llegada de Cus D'Amato como mentor supuso un verdadero cambio en la carrera de Mike Tyson. D'Amato, un visionario preparador que aplicaba la ciencia al boxeo, inculcó en Tyson los principios y la técnica que lo llevarían al estrellato en el mundo del boxeo. El Peek-a-boo como estilo de boxeo que ejecutaba Tyson sólo se sostiene para boxear siempre hacia delante. Defensa y ataque compacto. Codos juntos con el torso, en guardia, frontal y con puños en cara. Esquivaba ataques moviéndose pendularmente con cabeza guardada y alejada del rival. Encajaba golpes de forma asumida con esa técnica, pero que no infligían gran daño, provocando a su rival a lanzar brazo de forma más incómoda, alejado y que desnudaban su propia protección, permitiendo a Tyson su golpe favorito, el gancho de derecha para tumbar al rival con poco más. Los Ravens son así, esperan, se cierran, les puedes golpear una o dos veces, pero cuando sacan el gancho estás perdido. Tienen tanto talento en el backfield, una OL acostumbrada a una protección especial para Lamar que pocas pueden desarrollar tan bien, unos receptores de todo tipo, desde la electricidad de Flowers a Bateman, Andrews o Likely, el propio Henry por tierra…Son un monstruo que solo parecen parables por Mahomes y compañía. El palo a Bucs con Godwin y su lesión que podría ser, a la espera de valoraciones médicas procedentes, impeditiva para toda la temporada es tan injusto como la vida rutinaria en la NFL. Un gran equipo, ordenado y fiel a la imagen de su HC, Todd Bowles que han perdido contra el que, para mí, es el mejor equipo actual de la NFL, dejando de lado a los Chiefs de Mahomes que juegan en otra dimensión aunque nos dé esa falsa sensación de que son batibles de forma poco exigente.
Retales de 49ers ante la fe Mahomesiana: Matrix desbloqueado
El otro partido de la jornada enfrentaba a dos de las mejores mentes de este deporte, Kyle Shanahan frente a Andy Reid. Todo se descafeinó pronto con lesiones de Deebo Samuel y Brandon Aiyuk que parece que será para toda la temporada, a lo que hay que añadir la ausencia de McCaffrey. Los retales de San Francisco es lo que nos queda. Ver a Purdy lanzar al cuarto, quinto o sexto hombre receptor, no es lo mismo. Tanto Brock como Mahomes, solo lanzaron intercepciones sin ningún TD, el primero 3 y el segundo 2. Dato que asombra es que Patrick lleva más intercepciones (8) que touchdowns (6) en esta temporada. El tema principal aquí es que, son los dos equipos que se enfrentaron en el último Super Bowl, y ahora uno de ellos, por las incidencias acaecidas, no parece un contendiente a todo, ni siquiera a pelear a estas alturas, por la NFC. Así de rápido va la NFL. San Francisco tiene staff y jugadores, aunque pocos sanos como para poder aspirar a todo, pero la NFL no espera a nadie. O estás y te subes o es un tren que pasa por encima de ti, te llames como te llames. La esperanza es recuperar a McCaffrey ya. Por otro lado, no puedo dejar de expresar qué es Mahomes para mí. El peor rival que te descose al mínimo hilillo que dejes suelto. Pone números bastante regulares para su calidad y talento, pero precisamente ahí radica todo lo que es él. Viene al Football a ganar, para él esos números son solo cosa de los fans mundanos. Es el único capaz de dar malas o mediocres estadísticas individuales pero completar un partido sublime para acabar ganando. Ese es Patrick, el que alcanza lo que otros no llegan en una carrera entera. Mahomes ha desentrañado Matrix y mientras, nosotros, los de a pie, luchamos por entenderlo y buscar una explicación razonable. No la hay. Solo Reid y él entienden lo que va más allá del juego. Nace, si no lo hizo ya, la religión Mahomesiana: "Es, pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" Hebreos 11-13 – Reina Valera, 1960.
Ben Johnson en el jardín de Flores
El Lions@Minnesota es de esos partidos que honran nuestro deporte. Dos ingenierías detrás de cada equipo. Dos grupos muy bien entrenados con sus fortalezas y debilidades a explotar. Ben Johnson en el jardín de Flores. Dos titiriteros manejando hilos, dibujando planes donde cualquiera pudo haber salido ganador. Si Flores traía su constante blitz, Goff completó 10/10 pases, sus diez primeros, todos ellos contra el blitz de Minnesota. Para que el lector se haga una idea exacta:
Vikings permite al QB rival en los 5 partidos jugados, con ese récord de 5-0:
- 60,4% de completos;
- 263 yds/partido;
- 6,3 yds/intento;
- 70,3 passer rating
Jared Goff contra Minnesota en el sexto partido de Vikings:
- 88,0% de completos;
- 280 yardas;
- 11,12 yds/intento;
- 140 passer rating
Justin Jefferson poco tiene que demostrar ya. Es un jugador de otro nivel y lo hace porque, sin completar sus mejores números con 81 yardas, 7 pases atrapados y 1 TD, sí estuvo cuando su equipo necesitaba ese primer down o TD en momentos clave. Ese es su valor. Amon-Ra St. Brown poniendo números de estrella de este deporte en un campo hostil con 112 yardas, 8 pases atrapados y 1 TD, es ya un jugador superlativo, confiable y apareciendo cuando la necesidad apremia. Que Detroit haya podido sobreponerse a un imponente inicio de Vikings y cómo estos también se sobrepusieron a un consiguiente empujón de Lions en el marcador, no hace otra cosa que demostrar el carácter de ambos equipos que son reflejo de sus HCs. Minnesota no es un equipo que estaba ahí, en un 5-0 de casualidad. Ese récord era real, se vio y comprobó, no es cuestión de azar, pero ojo a todos los equipos que juegan contra Detroit, pues están sufriendo un mínimo de 2 derrotas tras el esfuerzo del partido. Véase Rams, Seattle, Bucs,…todos sufrieron varias derrotas consecutivas justo después.
No parece este el caso de Vikings, equipo muy sólido que no hace ver que deban caer. Tienen jugadores tremendos como Aaron Jones que siempre da más, el propio Jefferson, dos Tackles ofensivos que funcionan de maravilla, Darnold jugando a un nivel extraordinario y dando al equipo lo que necesita en cada momento y un magnífico staff. Ambos equipos con bajas importantes, donde en Detroit se vio que, sin Hutchinson, falta presión. Y no confundamos presión con sacks. Detroit completó 4 sacks, pero solo 9 presiones reales (otras fuentes hablan de 14) a Darnold. En cualquier caso, números que los alcanzaba Hutchinson él solito en algún que otro partido. Esa es la trascendencia de Aidan Hutchinson para Detroit. Lions tiene tarea por delante si quiere tener opciones serias de jugar el Super Bowl. Por el momento, Campbell cumplió con lo que tiene y deberá seguir haciéndolo tras el decepcionante revés de Jameson Williams que estará 2 partidos ausente por infracción de la política de sustancias de la NFL. El front office de Allen Park tiene trabajo por hacer, Campbell se lo ha tirado. Que no decepcionen a una Franquicia que se encuentra en un momento histórico.
The gambler: Green Bay Packers
"Pero, en fin, había recibido su encargo: ganar a la ruleta de la manera que fuese. No tenía tiempo para pensar con qué fin y con cuánta rapidez era menester ganar y qué nuevas combinaciones surgían en aquella cabeza siempre entregada al cálculo…de momento no había tiempo. Tenía que ir a la ruleta." Este fragmento de la obra de Dostoievski: El Jugador, de 1866, representada en cine en obras de 1947 y 1997, nada tiene que ver con la película dirigida por Rupert Wyatt y protagonizada por Mark Wahlberg con Brie Larson, Jessica Lange, John Goodman y otros que tiene su origen en otra cinta de 1974 cuando el checo Karel Reisz debutaba en el cine estadounidense con The Gambler, protagonizada por James Caan basada en el guion de James Toback. William Monahan (de Infiltrados), recoge el testigo de Toback y actualiza al personaje en su guion, interpretado por un brillante Mark Wahlberg absolutamente entregado al juego en un arriesgado "todo o nada" dejando ver el lado oscuro del protagonista y su doble vida como profesor en la Universidad de día y su temerario proceder en la noche dilapidando su patrimonio y vida, de él y de los demás.
Y en esta nos encontramos sin irnos de la NFC Norte, con Jordan Love y los Packers que se enfrentaban a un buen equipo como Houston Texans. LaFleur contra DeMeco Ryans. Green Bay es un equipo que sabe ganar, que sabe encontrar lo que el equipo necesita en cada momento para poner más puntos que el rival en el marcador a pesar de todas las vicisitudes por las que pasaron durante el partido. Lo lleva haciendo años, así que no es algo extraño para ellos esté quien esté al frente de esa ofensiva. Love lleva poniendo Touchdowns a la vez que intercepciones, pero eso no frena su instinto y hace falta tener personalidad para salir ahí fuera y seguir ejecutando sin importar el qué o cuándo y cuántos errores se cometan. La personalidad del chaval está fuera de duda y no parece hacer otra cosa que mejorar. Esto es largo, aún está en los comienzos. Tener la paciencia con el chico es más sencillo cuando se gana, porque sabe ganar con lo que tiene. Es un gambler en esto del pase y hay que quererlo con el paquete completo, como lo era aquel 4, Brett Favre. Otro que, en esa élite de la NFL, fue uno de los grandes apostadores de la historia del deporte.
Love aún no llega a eso como para calificarlo de gunslinger como a Brett. Los packers regalaron el balón 3 veces en la primera parte, una horrible intercepción al joven QB de GB, un muffed punt retornado para Td y otra intercepción fea para Td de Texans, y casi hay una tercera o cuarta intercepción a Jordan Love como queriendo igualar a Mahomes para un mayor número de intercepciones en lo que va de temporada. Pero Love lo siguió intentando hasta el final y la defensa de Jeff Hafley es ya otra cosa, y se vio en los momentos cruciales. Eric Wilson merece mención aparte con un par de jugadas clave, que completó con 2 sacks, 4 TFL, 1 pase deflectado y 2 QB hits. Por el contrario no fue el partido de CJ Stroud, números pobres que no llegó a 90 yardas y que viene decepcionando frente a equipos de la NFC Norte, contra Minnesota y ahora contra Green Bay. Texans es un buen equipo, pero lo visto hasta ahora demuestra que aún está inmaduro para ciertos partidos y escenarios. Hay mucha calidad y talento en el roster quesero, pero sería legítima la duda, si mejor coaching, si más control del partido o bien dejarlo todo al talento, para lo bueno y malo, pero ojo, esa omisión se podía hacer con un Hof como Favre y aún no sabemos, es pronto, qué será de Jordan Love. Las críticas llegarán, faltará unanimidad, pero ahí hay un jugador que tiene ese aire de desafío constante al riesgo. Hablamos de la experiencia Josh Allen, pues súbanse a la experiencia Love, va a tener detractores y seguidores, pero la vida también es eso, no tener todo controlado y dejar abierta la puerta a excesos que deciden partidos, para bien y para mal. Creer es tener fe.
Let Russ Cook
Mención aparte merece Tomlin. En la rueda de prensa post partido le elogiaba un periodista en hacer ese cambio de quarterback. La respuesta del HC fue contundente: "por estas cosas me pagan tan bien. Gracias". La diferencia de fluidez en el pase de Fields frente a Wilson se nota, la continuidad en el juego y el mismo Pickens lo piden a gritos. La carrera del gran receptor está en juego. George Pickens lo hace todo, un X en mayúsculas que tanto se separa por habilidad como le puedes lanzar un electrodoméstico que lo baja allá donde esté. Ese receptor 50/50 que no tienen muchos equipos y que siempre quieres para ganar duelos ante pases malos o irregulares. Steelers empieza a coser una ofensiva que desde 2020, hace ya 4 temporadas, no ponía 37 puntos en el marcador. No es poca cosa y todo, al primer estreno. Tiene cosas aun extravagantes el bueno de Russ, pases raros e inentendibles, pero sabemos todos que el talento está ahí y con un poco de continuidad sumando una defensa temible, en Pittsburgh son creyentes desde ya.
Drake Maye da sensaciones de buen QB. Con tranquilidad y rodeándolo mejor, como sucede en todos los órdenes de la vida, veremos su nivel real. Hay poca muestra para valorar nada, pero es otro que sostiene el Quarterbacking. Tiene lectura y precisión. Da gusto ver cómo guarda el pocket. Solo un pero, se come alguna que otra presión y sack por no navegar dentro del pocket, un hitch para delante o algún que otro slide. Planta demasiado. Cosas de la experiencia en esta liga que va a otra velocidad.
De Jayden Daniels, otro representante de este movimiento servil al Football, debe recuperarse pronto. Ha dejado cosas en este inicio de temporada que hacía tiempo que no veía. Está llevando a una franquicia que derivaba, no sabemos hacia donde, a una reconstrucción adecuada con legítimas aspiraciones a competir cada partido. Que su ausencia sea corta, por el bien de todos.
Un tercio de la competición, completado. Nos abandonamos a la sobrerreacción sobre qué aspiración dar a nuestro equipo. Aun es pronto, la vida sigue y la NFL no para. ¡Feliz semana 8!