Poca gente sabe que Pete Carroll, actual entrenador en jefe de los Seahawks de la NFL, tuvo una influencia decisiva en la última gran dinastía de la NBA: los Golden State Warriors, que, paradójicamente, representan a la zona de la bahía de San Francisco —de donde es nativo Carroll—, antagonista por excelencia de Seattle durante su andadura como franquicia de la NFC Oeste.
Cuando Steve Kerr pasó de ser un francotirador de culto blanco y vulnerable que se sentía intimidado por el feroz liderazgo de Michael Jordan en los Bulls a convertirse en el cerebro que cambiaría el mapa competitivo de la NBA con los Warriors, tuvo que trastocar el enfoque de su revolución como entrenador principal.
Según sabemos por un podcast publicado hace tiempo por The Ringer, en una de las visitas que solía hacer al campo de entrenamiento de los Seahawks durante sus primeros días como entrenador NBA, Kerr, un obsesivo de la táctica, recibió una lección de gestión de parte de Carroll para afrontar su temporada como novato: "Todo lo que los jugadores sienten cuando entran al gimnasio o al campo todos los días que vienen a las instalaciones tiene que ser real. Y los valores que son importantes para ti como entrenador tienen que cobrar vida. Así es como se define la cultura".
Para sorpresa de Kerr, que había construido meticulosamente su sistema ofensivo durante dos años y estaba ansioso por sofisticarlo, Carroll sostuvo que las X's and O's no eran tan importantes como la cultura de trabajo que logras instaurar y contagiar en un equipo. Y, también, que a la hora de evaluar jugadores, la actitud muchas veces está por encima del talento.
Los bailarines trabajan y trabajan y trabajan, y dominan sus habilidades hasta el punto de que la improvisación simplemente surge de ellos. Su expresión natural de lo mejor que pueden ser surge de ellos porque no hay límites que los detengan... Esa es la mentalidad que estoy tratando de crear, recrear y aferrarme para siempre. Pete Carroll
Esto tiene muchísimo sentido pensando en el perfil de Carroll, un tipo de profesional que ha cimentado su leyenda a partir de una serie de premisas básicas: ¿Qué tipo de entrenador quieres ser? ¿De dónde vienes? ¿Cuáles han sido tus influencias? ¿Cuáles son tus principios innegociables? ¿Qué estás dispuesto a hacer para que prevalezcan? El entrenador de origen irlandés y croata siempre ha tenido claro que la gestión de un grupo humano trasciende a un playbook vanguardista. Si se desata un fuego interno porque un jugador llegó tarde a una práctica o tuvo un altercado con alguno de sus compañeros, no puedes recurrir a las X's and O's.
En ese sentido, es muy probable que dos de sus grandes influencias sean John Wooden, el mítico entrenador de baloncesto universitario, y Bill Walsh, con quien coincidió durante sus días como coordinador defensivo de los 49ers en el staff de George Seifert. En ese entonces Walsh había vuelvo a la organización como asesor, aunque su figura provocaba el suficiente respeto como para que nadie, excepto Carroll, se atreviera a preguntarle cosas.
No deja de ser curioso que un gestor puro y duro haya logrado mantenerse vigente en la NFL dentro de una división que ha apostado por el perfil del genio precoz. Ante la consolidación de Sean McVay en Los Angeles y Kyle Shanahan en San Francisco—sin olvidarnos del fugaz paso de Kliff Kingsbury en Arizona—, faros de la vanguardia táctica en la NFL, la obsesión de Carroll sigue fincada en respetar una identidad y defender a muerte una cultura de trabajo.