Hace unos cuantos meses todo era felicidad en el entorno de los Rams al coronarse por cuarta ocasión en la historia de la franquicia, y segunda en Los Ángeles, derrotando en su estadio a Cincinnati en el marco del Super Bowl LVI.
En ese momento se hablaba de la posibilidad del surgimiento de una dinastía, o por lo menos, de convertirse en el primer bicampeón de la liga desde los títulos consecutivos de New England en el 2003 y 2004, pese a la salida de pilares de la escuadra como el linebacker Von Miller que emigró a Buffalo, del receptor Robert Woods que pasó a Tennessee, del retiro del tackle izquierdo Andrew Whitworth, o de la lesión en una rodilla de Odell BeckhamJr. en el Super Bowl, que lo marginaría por el resto de la temporada.
En contraste, le dieron un contrato multimillonario por 3 años al tackle defensivo Aaron Donald que coqueteaba con la idea del retiro, y trajeron de Seattle al linebacker Bobby Wagner. Todo estaba dispuesto para que Rams fuera un sólido contendiente en el oeste de la nacional, que se veía como una de las divisiones más fuertes de la liga, peleando codo a codo con San Francisco, que cedería los controles a Trey Lance, Seattle en la era post Russell Wilson, y Arizona que buscaría clasificar por segundo año consecutivo. ¿Dónde estamos ahora? Los 49ers han ganado la división, sin Lance ni Jimmy Garoppolo que están fuera toda la campaña por lesión, y con "Mr. Irrelevante", Brock Purdy, dirigiendo su ataque, los Seahawks están en la batalla por un boleto de comodín, al tiempo que Rams y Cardinals están matemáticamente eliminados.
Desde la pretemporada se hablaba de una lesión en el codo de Matthew Stafford, que estuvo muy lejos de su nivel del año anterior y que tuvo poca regularidad, participando únicamente en 9 encuentros. Iniciaron perdiendo ante Buffalo en el juego inaugural de la temporada, derrotaron consecutivamente a Atlanta y Arizona, cayeron ante San Francisco y Dallas, y superaron a Carolina, para después sufrir 6 descalabros consecutivos en la peor racha del equipo con Sean McVay como entrenador. Los Ángeles se convirtió en el campeón defensor del Super Bowl que más pronto es eliminado a la campaña siguiente.
A la ausencia de Stafford, al que siguieron como pasadores abridores John Wolford, Bryce Perkins y Baker Mayfield, hay que señalar como punto principal de la debacle las lesiones en la línea ofensiva. Sin protección al quarterback, y sin bloqueo para los corredores no se puede ir a ninguna parte. De los 5 titulares al iniciar la temporada: Joe Noteboom como tackle izquierdo, David Edwards, guardia izquierdo, Brian Allen, centro, Coleman Shelton guardia derecho y Rob Havenstein, tackle derecho, sólo éste último ha participado en todos los partidos. Noteboom y Edwards están fuera todo el año. En total han utilizado a 14 linieros ofensivos. Así es imposible.
Además está fuera, también por lesión, el receptor Cooper Kupp, ganador de la triple corona el año anterior, encabezando la liga en pases atrapados, yardas por aire, y recepciones para anotación.
Por todo lo anterior, no es de extrañarse que Los Ángeles es último en ofensiva total, que aparece entre los últimos 7 en yardas por pase, antepenúltimo por tierra, penúltimo en puntos, número 26 en primeros y diez, sus pasadores han sido capturados más de 50 veces cuando la temporada anterior solo los detuvieron en 31 ocasiones detrás de la línea de golpeo, y poseen un saldo negativo en el departamento de balones perdidos y recuperados.
Para colmo la defensiva que se había salvado de las lesiones tiene fuera de circulación desde hace varias semanas a Donald.
La pregunta ahora es ¿podrán los Rams volver a ser contendientes? Es un hecho que los linieros sanarán, y mejorarán en ese departamento, sin embargo sus problemas estarán en otros aspectos. Al hipotecar su futuro vía draft para firmar jugadores y ganar pronto, cuentan con pocas selecciones colegiales, carecen de un núcleo de elementos jóvenes, y el tope salarial evitará que puedan retener a todo el talento. Vienen tiempos complicados para Los Ángeles, y veremos si McVay decide mantenerse en el timón.