Entre el recorrido en salas de Queer, la adaptación del cineasta italiano Luca Guadagnino de la novela homónima de William S. Burroughs, y el estreno en Netflix de Aaron Rodgers: Enigma, una serie documental que aborda la milagrosa recuperación del quarterback Jets tras sufrir una rotura del tendón de Aquiles, hay un denominador común: la sacralización de la ayahuasca.
Es curioso que tanto el personaje de Lee, el alter ego de Burroughs, como Rodgers hayan abrazado tan fervientemente la idea de consagrarse a un viaje de autodescubrimiento a partir de la ayahuasca, también conocida como yagé, bebida extraída de plantas endémicas con fines religiosos, tradicionales y medicinales, utilizada por los pueblos originarios de la Amazonia y otros rincones de América Latina.
Las alucinaciones provocadas por su consumo devienen en un profundo estado de introspección. Esto hacía pensar a Burroughs y a otros de sus coetáneos de la generación beat que se trataba de la droga absoluta, "capaz de otorgar el control total sobre los cerebros", y por eso mismo codiciada, en aquella época, por Rusia y Estados Unidos en plena Guerra Fría.
La docuserie producida por Gotham Chopra, que en el pasado se ha aproximado a figuras como Simone Biles, Tom Brady y LeBron James, aborda el periplo de Rodgers a partir de tres capítulos. Desde los años de formación—incluida su devoción por Joe Montana durante su infancia en el norte de California—, su precoz genialidad conceptual, su llegada a la liga comoback up de Brett Favre y sus años gloriosos con los Packers, hasta su abrupta salida a Nueva York y la terrible lesión que sufrió en el partido inaugural de 2023. A sus 40 años estuvo, según sus propias palabras, en posibilidad de recuperarse en tiempo récord a partir de una condición fundamentalmente espiritual, derivada de sus famosos retiros en la oscuridad y sus recurrentes participaciones en ceremonias de ayahuasca.
Como en su día anticipó el siempre afilado Pat McAfee —cuando Rodgers sonó con fuerza para convertirse en el compañero de fórmula del candidato presidencial independiente Robert F. Kennedy Jr.—, el quarterback de los Jets viajó a Costa Rica con otros jugadores para participar en un ritual chamánico. La evidencia confirma que lo hizo junto a los profundos Jordan Poyer, de los Miami Dolphins, y Adrian Colbert, de los Chicago Bears.
Rodgers ha abogado incansablemente durante los últimos años por quitarle el estigma a la ayahuasca en el círculo NFL, inspirando a otros atletas a considerarla como parte de su preparación integral. De momento, siendo una bebida psicotrópica, no forma parte de las sustancias para mejorar el rendimiento estrictamente prohibidas en los controles impuestos por la liga.
Al final, con más de medio siglo de distancia, las perspectivas de William Burroughs y Aaron Rodgers no son muy distintas. Mientras que para el primero se trataba de la droga absoluta, el segundo la ha idealizado como el tipo de experiencia que solo se puede vivir en la cima de una montaña.
Después de todo lo ocurrido durante los últimos años, no era difícil advertir en Rodgers a un iconoclasta beat.
