Una de las grandes conversaciones de la temporada baja en la NFL comienza a terminar de definirse. Los Pittsburgh Steelers hicieron un cambio completo en su cuerpo de mariscales con las llegadas de Russell Wilson y Justin Fields, y desde el arribo, la discusión popular con respecto a los de Mike Tomlin fue, lógicamente, sobre quién iba a ser el QB1.
Las opiniones se chocaban de manera constante: ¿ir con la experiencia de Russell Wilson, quien no había mostrado un claro descenso en su nivel en su tiempo con los Broncos, o con el potencial de Justin Fields, quien nunca logró explotar para los Bears? Internamente, la respuesta siempre estuvo clara para el coordinador ofensivo, Arthur Smith: Russell Wilson era el mariscal titular.
Pero, para placer de los especuladores y las teorías conspirativas dentro de esta liga, la suerte no iba a correr del lado de los de la ciudad del acero. En el primer entrenamiento equipado de la offseason, el ex Seahawks se lesionó la pantorrilla. Si bien se intentó que llegue para el primer mes de campaña regular, fue Fieds quien debió tomar la posta de la ofensiva para unos Steelers que eran (y creo que aún son) muy difíciles de medir en cuanto a expectativas.
Para sorpresa de muchos, el egresado de Ohio State lo hizo muy bien. Pittsburgh logró un récord de 5-2 con él, apoyados en una defensa que está jugando en un nivel de campeonato, pero con la ex selección de primera ronda siendo un jugador funcional a lo que necesitaban los Steelers. Por su parte, con Wilson, el récord es de 2-0, pero la ofensiva se ha visto muy distinta en la muestra chica que tenemos de él.
- Justin Fields (7 partidos): 66.3% pases completos, 1106 yardas aéreas, 6.9 yardas por intento, 184.3 yardas por juego, 5 anotaciones por aire, 1 INT, 231 yardas terrestres, 5 anotaciones por tierra
- Russell Wilson (2 partidos): 63.2% pases completos, 542 yardas, 9.5 yardas por intento, 271 yardas por juegos, 3 anotaciones por aire y 1 por tierra
¿Qué ha cambiado con la ofensiva de Pittsburgh Steelers con el ingreso de Russell Wilson?
Arthur Smith ha sabido lidiar con un demonio de varias cabezas a la hora de confeccionar el ataque acerero. Primero que todo, la incertidumbre, tanto interna como externa, de como se iba a ver este ataque. El segundo, el del lindo problema: si bien no había dudas de quién era el QB1 de la franquicia, el hecho de que Fields haya sobrepasado las expectativas podía llegar a hacer temblar el pulso al equipo de negro y oro. El tercero y final, la nueva incertidumbre: el ataque de Pittsburgh se ve muy distinto cuando Wilson está en campo.
¿Cómo funciona eso? Hay una parte que está depositada en la confianza. A Fields lo hicieron jugar atado de manos con el llamado de las jugadas, con pocas decisiones a su nombre. Tal vez en eso resida su éxito de las primeras semanas. Wilson, en cambio, tiene un mayor control de lo que pasa en el campo de juego, apoyado en su experiencia, y la cantidad de rollouts se ha incrementado considerablemente, dándonos algunos flashbacks de sus mejores épocas con Seattle.
Pero hay otra parte que los entrenadores en la ciudad del acero no puede controlar: ¿alguien más ha notado que Wilson ha recuperado el espiral y el arcoíris en sus pases en profundo? Parece un análisis superficial, pero vuelvan a los números de más arriba y piense en las grandes recepciones que le hemos visto a George Pickens (quien parece revivir su estima en el equipo) o el hecho de que a Pittsburgh se le considere un ataque a un receptor de distancia de ser uno de los mejores de la NFL.
Los Steelers han ganado en juego aéreo y eso ha permitido que Najee Harris, otro de los grandes beneficiados de este cambio, acumule ya su tercer juego consecutivo con 100 o más yardas por tierra. En una Conferencia Americana que no parece tener grandes cucos por fuera de los siempre candidatos Kansas City Chiefs y el gran rendimiento de Buffalo Bills, Pittsburgh ha demostrado que, con Russell Wilson como su mariscal, puede y quiere fajarse con los mejores equipos de esta liga.