Desde Las Vegas, Nevada
Decía Truman Capote en su libro de retratos que si uno escucha atentamente el vocabulario de cualquier persona, se dará cuenta de que se repiten palabras que funcionan como claves de su personalidad. Esto es perfectamente tangible en el tándem Andy Reid-Patrick Mahomes, responsable de haber levantado ayer ante los San Francisco 49ers su tercer trofeo de Super Bowl en los últimos cinco años con los Kansas City Chiefs.
Hay una palabra recurrente que resulta muy esclarecedora para intentar desgranar la filosofía de trabajo de la nueva dinastía de la NFL: "humble". No el verbo (abatir), sino el adjetivo (humilde/aleccionador). Antes del partido, cuando le pregunté a Reid sobre su legado como play caller en la NFL, su primera respuesta fue: "ellos (los jugadores) son los que hacen que mis jugadas parezcan buenas". Considerando todo lo que hay detrás el diseño de un playbook, es una respuesta absolutamente reveladora. El head coach de los Chiefs no ha dudado en repetir a lo largo de su carrera que lo que más le gusta en torno al futbol americano es su virtud "aleccionadora".
Reid se ha granjeado, con razón, una sólida reputación como mente ofensiva de culto (para muestra sus dos ejecuciones la hora cero de ayer: la 4&1 del último cuarto y la jugada del título en OT), pero no deja de sorprender su inteligencia emocional para gestionar las horas bajas. Desde la muerte de uno de sus dos hijos, el accidente que mandó a prisión a otro, las desventajas al medio tiempo de los tres títulos que ha conquistado, la partida de su segunda espada Eric Bieniemy, el bajón tan pronunciado a nivel talento de la plantilla, hasta la sacudida de un iracundo Travis Kelce (manejada con una elegancia de otro tiempo en la rueda de prensa: "Me gustan los jugadores pasionales... Me hacen sentir joven"). Por ello no sorprende que, invariablemente, sintetice el juego —y la vida— con esa expresión tan suya: "Ups and downs".
Por su parte, Mahomes, que venía de recibir su tercer premio MVP del Super Bowl, igualar a Troy Aikman en anillos de campeón, superar el palmarés de dos leyendas contrastadas como Peyton Manning y John Elway, ponerse a un título de Joe Montana y Terry Bradshaw y amenazar con superar, a la distancia, la obra de Tom Brady, se dio tiempo durante la conferencia de prensa post-partido para recordar a su antecesor, Alex Smith, el hombre que le permitió absorber todo lo que había que absorber del sistema de los Chiefs y los valores competitivos de la NFL durante su año novato para después tiranizar la liga.
Fue, a todas luces, otro momento "aleccionador". Imagina que estás en la cima del mundo, que hay gente comparándote con Michael Jordan y Tom Brady, que eres el mejor jugador de la competición, que has interpretado como nadie un sistema complejo, que tu talento se ha impuesto como un nuevo estándar y que lo mejor que tienes para decir en torno a la naciente dinastía que has ayudado a construir tiene que ver con la evocación del recuerdo de un quarterback del que, probablemente, ya nadie se acuerda en Kansas City.
La magia en torno a la grandeza de Reid y Mahomes reside en su admirable disposición para ofrecer lecciones de vida disfrazadas de futbol americano.