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Mark Andrews y el reverso del sueño americano

Para abordar el reverso del sueño americano no es necesario recurrir al cine y la literatura. La NFL, bajo esa gruesa y aparentemente invulnerable capa de glamour, es un manantial de historias trágicas protagonizadas por grandes perdedores.

Hace un par de años me fue imposible no sentir pena ante el drama que rodeó al ala defensiva Joseph Ossai tras aquel foul personal contra Patrick Mahomes que le abrió la puerta a los Chiefs para derrotar a los Bengals en la final de la AFC. Obsesionado con el destino de los perdedores, recuerdo que, durante mis días como editor de este espacio, le pedí al periodista Aníbal Santiago un texto que arrojara luz sobre la historia personal de Ossai —un jugador nacido en los barrios marginales de la capital de Nigeria durante el cambio de siglo, que terminó en Houston como parte del sistema de migración aleatoria de Estados Unidos— más allá del ruido de las siempre inflamables redes sociales. El texto que aludo se puede leer aquí.

Cincinnati Bengals defensive end Joseph Ossai (58) shoves Kansas City Chiefs quarterback Patrick Mahomes (15), after he was already out of bounds, resulting in an unsportsmanlike conduct penalty with eight seconds remaining in the NFL AFC Championship playoff football game, Sunday, Jan. 29, 2023 in Kansas City, Mo. (AP Photo/Reed Hoffmann)

Este fin de semana logré, contra todo pronóstico, ser capaz de soportar la descorazonadora derrota de los Lions y las imágenes de Dan Campbell —el último John Wayne— destrozado, puesto que lo que verdaderamente me rompió fue la circunstancia en la que se vio envuelta el casi siempre fiable Mark Andrews después de dejar caer dos pases cruciales durante la eliminación de los Ravens a manos de los Bills —un contrastado y fértil territorio de personajes caídos en desgracia: Scott Norwood, Tyler Bass—.

La verdad es que podría intentar redimirlo rememorando la ocasión en la que le salvó la vida a una pasajera durante un vuelo con destino a Phoenix, cuando Andrews, quien desde niño padece diabetes tipo 1, intercedió con su kit de emergencia para que un doctor a bordo del avión pudiera estabilizar el ritmo cardíaco de una mujer que no tenía pulso. O también podría hablar de su milagrosa recuperación tras sufrir un aparatoso accidente de carretera mientras se dirigía al complejo de entrenamiento de los Ravens a dos semanas del debut contra los Chiefs en la Semana 1.

Baltimore Ravens tight end Mark Andrews (89) reacts after dropping the game-tying two-point conversion during the second half of an NFL football divisional playoff game against the Buffalo Bills in Orchard Park, N.Y., Sunday, Jan. 19, 2025. (AP Photo/Adrian Kraus)

Pero en realidad quiero dejar patente mi intención por desistir en exorcizar con urgencia a los perdedores. Lo que me parece más interesante es cómo aprendemos, si es que es posible, a abrazar esas imperfecciones y ese lado oscuro de nuestros héroes. Cómo hacemos para empatizar con sus horas más bajas, con el riesgo que supone humanizar a gente a la que se le penaliza cualquier manifestación medianamente humana.

Así como las grandes ciudades no se conforman exclusivamente por los rascacielos dominantes y los paisajes idílicos, resulta conveniente asumir que la NFL, eternamente idealizada como un parque temático, de vez en cuando también es el bar crepuscular con puertas de vaivén, cáscaras de cacahuete y aserrín en el suelo. Entre más pronto lo aceptemos, mejor.